La idea fue de Ricardo López Murphy. Su voz se impuso sobre el griterío. "No hay que hacer lo que pide el Gobierno. Lo que hay que hacer es que retiren el proyecto en lugar de que el pedido vuelva a comisión", planteó. Los oídos más inexpertos se entusiasmaron y dieron la espalda a los jefes más avezados como Cristian Ritondo, Mario Negri y Juan Manuel López. "El Gobierno tiene que mandar un mensaje para retirar el Presupuesto", continuó, mientras gritaban, exaltados, Martín Tetaz y Fernando Iglesias. "El retiro es la mejor derrota", se oyó clara la voz del recién asumido economista de Evolución del otro lado de la puerta del salón Delia Parodi. Trató de calmarlos Ritondo: "Si nosotros vamos a ser gobierno en 2023, ¿cómo quieren que alguna vez aprobemos un Presupuesto? Jamás vamos a tener 130 votos propios, no vamos a tener presupuesto". "Es una trampa, es una trampa", le gritaron varias voces superpuestas.
Los números estaban claros desde hacía varias horas. Juntos por el Cambio más Consenso Federal, la izquierda, los bloques libertarios y algunas bancas provinciales superaban la mitad más uno requerida de la Cámara de Diputados. Por eso, Alberto Fernández había mandado al ministro Gabriel Katopodis con una propuesta y Sergio Massa había convocado a los jefes de bloque detrás del estrado a una charla privada. Ahí, junto a Máximo Kirchner, recibió a Negri, a Ritondo, a López y a Topo Rodríguez. Les planteó la gravedad de la situación y les mostró un mensaje del Presidente solicitando que pasaran el debate para la próxima semana. Kirchner se quejó con las mismas palabras que luego repetiría en su discurso público: que María Eugenia Vidal, Diego Santilli, Julio Cobos, Rogelio Frigerio y Emilio Monzó, con experiencia de gestión y hoy en Diputados, debían entender la necesidad del Poder Ejecutivo. Acordaron que volverían el proyecto a comisión como el día anterior habían acordado una enmienda para revisar el Presupuesto a mitad de año. Rodríguez recordó lo que le había dicho el lunes al propio ministro Martín Guzmán: que para salir fortalecido frente al FMI debía darle al Congreso más tiempo y no "ponerle presión" para aprobarlo en una semana.
Las fuerzas opositoras están convencidas de que Economía apuró a Massa y a Kirchner y los empujó a una derrota. Ritondo, Negri y López trasladaron la propuesta a sus bancadas, al bloque de Rodrigo De Loredo y al solitario López Murphy. Por eso los gritos en el Parodi, salón del que se retiró discretamente el ala lilita. Quedó claro que la votación sería dividida cuando López anunció en el recinto que votarían a favor de volver a comisión. "Espero que mis compañeros también lo hagan", pidió tras responderle a Graciela Camaño que Juntos por el Cambio es una fuerza unida. Horas después, más calmado, repartiría culpas en una entrevista televisiva y quitaría el 100% de la responsabilidad que se le atribuye a Máximo Kirchner. Blanqueó que algunos diputados recién llegados se entusiasman con romper y que a todos les cabe una parte en los desencuentros. Incluso a Guzmán.
"Mandaron un presupuesto indefendible y aún así lo bancamos", repetían voces oficialistas con la cabeza gacha después de la derrota. Paradójicamente, radicales del bloque de Negri elogiaban los esfuerzos de Massa por encontrar una salida. Luis Di Giácomo, de Juntos Somos Río Negro, que se ofreció de mediador y propuso la vuelta del Presupuesto a comisión, se fue directo a Aeroparque lamentando, en línea con López, que hubieran ganado los fundamentalistas de la grieta.
En ese contexto, el oficialismo mira con atención a Gerardo Morales, nuevo jefe de la UCR, que debutó este sábado con una visita a Mauricio Macri. "El DNU no me gusta, es peor", subrayó respecto de la prórroga del Presupuesto 2021 apenas bajó del escenario en el que alzó los brazos junto a María Luisa Storani y Martín Lousteau, flamantes vices del radicalismo. Después festejó con serpentinas del carnaval jujeño en la vereda de la calle Alsina. La paz le costó muchas gestiones subterráneas y cuatro cumbres sucesivas. Morales participó de la primera y de la última. Lousteau, en todas a partir de la segunda.
El primer encuentro fue el miércoles por la noche en la Casa de Jujuy. El emisario fue Daniel Angelici, que mandó un mensaje a través de Ernesto Sanz, expresidente de la UCR. Lo recibió Morales y escuchó del expresidente de Boca la voluntad de acordar. El jujeño pidió un compromiso con la estrategia nacional de la UCR para potenciar el partido y tener un candidato a presidente de la Nación. Repitió que, antes de acordar, necesitaba saber si Evolución iba a trabajar con el partido o por la candidatura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta. Angelici transmitió que la prioridad es la UCR. "Soy un tipo de palabra", repitió.
El segundo encuentro fue puramente operativo. La oficina de Angelici en Córdoba y Pellegrini pasó a ser centro de las negociaciones. Se sumaron Angel Rozas, el senador provincial Sergio Flinta en representación del gobernador Gustavo Valdés, Guillermo Hoerth por Morales, Emiliano Yacobitti, Lousteau y Alfredo Cornejo, presidente de la UCR hasta este viernes. Las dudas fueron cómo plantear el regreso de quienes se fueron del bloque de la UCR en Diputados e hicieron rancho aparte; cómo repartir la representación y cómo integrar la nómina. A las 20, en la tercera reunión, se cayó el acuerdo. Lousteau se plantó y reclamó siete de los 15 lugares de la mesa nacional. Rozas medió y Sanz apuró al senador porteño planteando que, si Evolución no integraba el bloque en el Congreso, no era coherente que participara de la conducción del partido. Hubo hasta amenazas de judicialización y Lousteau dijo sentirse "vetado". En una rosca 100% masculina, todos se fueron enojados.
Por la noche, Morales evaluó el panorama y las conversaciones siguieron por teléfono. El jujeño dio una indicación a sus operadores: priorizar el fortalecimiento radical. Pidió, además, organizar una reunión a la que él mismo iría. Angelici recibió el llamado y organizó el cuarto encuentro. Sanz tenía que volar a Mendoza, pero estuvieron Cornejo, Angelici y Yacobitti, que llegó desde Diputados sin dormir, Morales, Valdés, Rozas, Hoerth y Flinta.
Morales repitió que quiere construir y que la UCR debe dar el ejemplo. "No podemos decirle al país que vamos a unir a los argentinos si no podemos conversar entre nosotros", arengó. Lousteau coincidió y advirtió que, si se juntaran más en lugar de mandarse mensajes por televisión, todo sería más fácil. Agregó que siente que hay "prejuicios" respecto de Evolución por el acuerdo porteño con Rodríguez Larreta. Ante la consulta de Morales, respondió: "Nosotros estamos para poner un presidente radical".
"Es la mejor noticia que he oído", celebró Morales, que insistió en que no quiere ser furgón de cola del PRO y que el radicalismo tiene que trabajar para que haya un presidente radical en 2023. En paralelo, se acordó que nueve cargos en la mesa serían para el sector de Morales, con el correntino Flinta como secretario general, cinco para el de Lousteau y la sexta sería Pamela Verasay, de Mendoza, la diputada que no dejó el bloque, condición que todos firmaron en la resolución final. La vuelta de los 12 apóstoles díscolos tendrá que concretarse antes del 1 de marzo.
"Quédense tranquilos que, a partir del lunes, en el Comité Nacional solo va a haber vasos de plástico", bromeó Morales cuando la paz quedó finalmente garantizada con un abrazo entre él y Lousteau.