En pocos días, entre la noche del lunes y la mañana del viernes, el ministro de Economía, Martín Guzmán, vio caer dos de sus objetivos para cerrar el año. Primero, los principales accionistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) dejaron asentada su poca disposición a bajar los sobrecargos como reclama Argentina desde principios de año, en una batalla diplomática paralela pero vinculada a la renegociación de la deuda, que también se estira sin fecha cierta. Ahora, el proyecto de Presupuesto 2022, que para el titular del Palacio de Hacienda es su programa económico, naufragó en Diputados, por la falta de acompañamiento de la oposición y la dinamita del titular del bloque oficialista, Máximo Kirchner.
En la Casa Rosada evaluaban los pasos a seguir luego de que la mayoría opositora rechazara darle media sanción al Presupuesto 2022. Con la renovación de la ley de 2021 por decreto, la repercusión es más política que económica. Por un lado, porque el oficialismo desoyó un pedido del presidente Alberto Fernández de negociar hasta el martes. Por otro, porque Guzmán necesitaba mostrarle al Fondo cierta cintura para negociar consensos en un esbozo de programa económico.
El ministro se defendió horas después de la sesión a través de Twitter. "Lamentablemente la oposición decidió dejar a la Argentina sin presupuesto para el año 2022. No al Gobierno. A la Argentina. Una falta de responsabilidad colectiva que crea incertidumbres cuando lo que necesitamos es seguir construyendo certezas", posteó y admitió que el fracaso en Diputados "nos debilita como Estado Nación dentro de la Argentina y ante el mundo. Y eso nos lastima".
"Desde el gobierno nacional, ya estamos trabajando para menguar el daño que significa 'voltear' (tal como dijo un diputado opositor) el proyecto de ley de Presupuesto 2022", añadió Guzmán, quien confirmó que "el Presidente hará uso de la ley 24.156 para prorrogar el Presupuesto vigente, y administrar los recursos de modo que el 2022 sea otro año de recuperación".
El proyecto del oficialismo recibió infinidad de críticas por parte de la oposición. Durante todo el jueves, Jefatura de Gabinete, el Ministerio de Interior y el de Economía negociaban con las autoridades provinciales obras y transferencias para buscar votos positivos o al menos abstenciones o faltazos. No hubo caso. El rechazo también es un mensaje a Guzmán, que el lunes, en la comisión de Presupuesto y Hacienda, recibió cuestionamientos de todo el arco opositor pero no habilitó una discusión sobre las variables macroeconómicas, que impactan sobre los recursos y los gastos.
Mientras eso pasaba, ese lunes, el directorio del FMI resolvía, elegantemente, pasar para 2022 la discusión por las sobretasas, que encarecen el crédito que debe pagar la Argentina en unos U$S950 millones por año. La primera información daba cuenta de que “por ahora” ese reclamo del país y algunos aliados no iba a ser validado. Pero en la noche del jueves, el FMI entregó un comunicado que mostró al país en minoría, con un párrafo que fue diplomáticamente lapidario.
"Los directores acogieron con agrado el análisis proporcionado por el staff sobre la función de los recargos como parte del marco de gestión de riesgos de la caja y sus consecuencias financieras para los miembros", indicó el Fondo. Y dejó en claro que, si bien “algunos directores estaban abiertos a explorar el alivio de recargos temporales para que los miembros prestatarios liberen recursos para abordar los desafíos económicos y de salud que plantea la pandemia”, estos fueron los menos.
"Varios directores no vieron la necesidad de revisar las políticas sobre recargos o cambiar su diseño en esta etapa, dado el bajo costo total general de los préstamos del Fondo, y señalaron el papel fundamental de los ingresos por recargos para garantizar una acumulación adecuada del riesgo", indicó el organismo multilateral, que se financia con esos recursos. “La mayoría de los demás directores expresaron su disposición a una revisión más holística y en el momento apropiado de las políticas de recargos en el contexto del modelo de ingresos del Fondo y las perspectivas financieras generales”, concluyó.
El triunfo de Argentina en el G-20, al incluir el pedido de que el Fondo revise sus sobrecargos, apostaba a explicitar el debate y provocar que Estados Unidos, Alemania y otros accionistas mayoritarios asumieran costos políticos en caso de rechazar la mejora a los países deudores. Por ahora, los esfuerzos diplomáticos para conseguir un acompañamiento al alto nivel que supere las diferencias técnicas con el staff del Fondo se demoran.
Los frentes abiertos se acumulan y le agregan incertidumbre a la negociación con el Fondo. La oposición mostró los dientes, pero también el Frente de Todos rompió el puente que reclamaba el Presidente. ¿Qué impacto tendrá en Washington? ¿Qué ocurrirá en el Congreso si ese acuerdo técnico para el que persisten diferencias finalmente llega? Un bálsamo sería que el FMI muestre la semana próxima una auditoría interna muy crítica para con el crédito que el organismo entregó al gobierno de Mauricio Macri. Por lo pronto, las reacciones inmediatas en el mercado eran las típicas de este vaivén: dólares paralelos y riesgo país para arriba; títulos públicos para abajo.