Horacio Rodríguez Larreta tenía agendada una reunión con Gerardo Morales para este lunes. El gobernador había viajado desde Jujuy para definir con las máximas figuras del radicalismo los cargos que cada sector ocupará el próximo año en el Congreso. Los planes de Martín Lousteau en sociedad con Emiliano Yacobitti trastocaron los de todo el resto. Incluso los de Rodríguez Larreta, aunque a priori parezca beneficiarse con la división radical. El jefe de Gobierno porteño está convencido de que suma más si se mantiene la unidad y lleva su prédica a cada integrante de la coalición opositora. Morales volvió a su provincia el lunes por la noche después de la pelea que terminó casi a los puños en la sede del Comité Nacional de la calle Alsina, sin poder arreglar con los porteños de Evolución, Lousteau, Yacobitti y Martín Tetaz, que desafiaron en las escalinatas de Diputados el martes a sus correligionarios. "Esto recién empieza", estampó en una nueva remera el economista que recién llega a la política.
A pesar de que Morales varias veces hizo fuertes declaraciones contra Rodríguez Larreta, tanto en su entorno como en el del alcalde hablan de una "buena" relación. Al menos en público, el jefe porteño no se enoja y prefiere tender puentes aún cuando reciba reproches a la luz del día. Su perfil lo construye en base a las diferencias y la moderación frente a halcones de lengua afilada. Así fue al día siguiente a que Elisa Carrió lo cuestionara en la fiesta por los 20 años de la Coalición Cívica. Pocas horas después, él regresó a la casa de la exdiputada para charlar a solas. Lo mismo hizo con Mauricio Macri, a quien todos ven con el mismo traje de precandidato a presidente para 2023. Completó el tour con un desayuno junto a Patricia Bullrich y solo le faltó la reunión con Morales. Con todos y todas, incluida su amiga María Eugenia Vidal, se habla o se sienta a charlar por lo menos cada diez o quince días.
En la sede de Uspallata, aseguran que el mayor aprendizaje del año que termina para Juntos por el Cambio fue la utilidad de las PASO y la competitividad. Sumaron más votos en Buenos Aires por la contienda entre Diego Santilli y Facundo Manes que en la interna testimonial de 2015, cuando era cantado el triunfo de Macri sobre Ernesto Sanz y Carrió. En ese marco, el larretismo cree que es imperioso mantener la alianza opositora sin fisuras, como la de esta semana en el bloque de la UCR. Aún cuando Cristian Ritondo, del team Vidal y con línea directa con el jefe de la Ciudad, salga potenciado frente a Mario Negri y Rodrigo de Loredo. Ritondo quedó a cargo del bloque más grande dentro del interbloque de Juntos por el Cambio y trabaja para ampliarlo con escaños silvestres. Con Negri se conoce de memoria, aún en las diferencias, y lo mismo siente Rodríguez Larreta respecto del cordobés.

El radicalismo separatista, un aliado complejo para Larreta.
Más allá del acuerdo local que mantiene con Lousteau, la independencia de esa docena de bancas de Evolución en la Cámara baja puede ser un riesgo en la Ciudad. Hay hasta quienes desconfían. El larretismo mirá con prevenciones el impacto en la Legislatura de la Ciudad, donde la semana pasada la UCR Evolución pidió cambios a la ley de rezonificación y generó un momento de zozobra antes de sumarse a la aprobación. Rodríguez Larreta sobrevuela esas internas y repite que debe priorizarse la unidad y su relación con todos los actores importantes: Gustavo Valdés, Alfredo Cornejo, Rodolfo Suárez y Morales. Como lo hizo con las internas de la UCR en Buenos Aires y en Córdoba, trata de evitar ese lodo.
El método Larreta parece carecer de un plan, pero lo tiene. Aunque su meta es la Presidencia de la Nación, no lo dirá sino hasta pasada la mitad del año próximo. Por ahora, solo se sabe que le agrada el proyecto de ley de Cornejo para que en las primarias se vote solo candidato a presidente y que el ganador en cada frente electoral elija a su compañero de fórmula. Fue uno de los que alentó la foto de unidad del PRO que se tomó este lunes toda la dirigencia con los legisladores y legisladoras electas. Ocurrió justo a la hora en que explotaba la UCR. La coincidencia no fue premeditada: la reunión se agendó dos semanas atrás para la víspera de la jura en Diputados.
Para completar su esquema, en los próximos seis meses Larreta se concentrará en la gestión, seguro de que la Capital es una vidriera nacional y que las aspiraciones de los vecinos y las vecinas son compartidas incluso por quienes viven en distritos lejanos. Las "experiencias de los usuarios" le han dado resultados a favor. En pandemia, el plan de vacunación, el seguimiento de los casos hisopados y la atención ciudadana a través de la línea 147 y el Botichat, fueron más efectivos que los timbreos de las campañas previas al Covid-19. No es una percepción, sino el resultado de los focus group, herramienta con la que el equipo de la Ciudad toma la temperatura al humor social. Ahora, esos estudios están suspendidos temporariamente porque el clima está enviciado por el resultado electoral, argumentan. Retomarán entre febrero y marzo.
Mientras tanto, Rodríguez Larreta activa el piloto automático y evita el declaracionismo innecesario. Solo participará públicamente de las conversaciones que considere relevantes. Léase: aquello que afecte directamente a la ciudadanía. Ejemplos del pasado reciente son la reforma judicial, el pleito por la coparticipación, el acuerdo con el FMI. "No será relator de la diaria", indican quienes lo frecuentan.
A los cambios en su gabinete, que aún tiene varios pendientes, el jefe de Gobierno le suma el reordenamiento del armado local y nacional. Eduardo Machiavelli estará en el PRO, Fernando Straface (criticado por Carrió) se quedará dentro de los límites porteños, mientras que Santilli con Agustín Forchieri, y tal vez también con Bruno Screnci, se ocuparán del armado bonaerense y nacional. A la Legislatura la sienten bien cuidada por Emmanuel Ferrario, que sale del equipo de Uspallata con conocimiento de la gestión, aclaran. Aún no hay agenda de viajes, pero sí alguna visita a la costa con Mar del Plata como ciudad central por lo que representa políticamente y en su propia vida desde su infancia.
Este martes hubo un cambio en Larreta. Apareció en su oficina de saco y camisa blanca. Participó de un acto con bomberos pero además recibió una visita importante. Sentado en el centro de la mesa de la sala de reuniones del sexto piso de Uspallata compartió una charla con Pablo Casado, presidente del Partido Popular (PP) español. Resaltaron la relación histórica entre Argentina y España, el vínculo entre Buenos Aires y Madrid y las relaciones entre el PP y el PRO. Después del largo café, Casado se fue a almorzar con Macri. Por ahora, todos también pasan por ahí.