LA QUINTA PATA

El ruido de todas las voces

Massa, Fernández y Cristina, un coro desafinado. Del diálogo político a la topadora. Elección, incertidumbre y el globo del dólar. ¡Ay, la oposición!

"Unidad en la diversidad" reza el eslogan con el que el Frente de Todos ha pretendido brindar certezas a una sociedad que recela de que, en verdad, todas sus piezas sean encastrables. A casi dos años de accidentada gestión –un juicio que siempre será injusto si, más allá de los errores no forzados, no pondera el cambio de planes que supuso la pandemia–, la campaña entre las primarias del 12-S y las legislativas del 14-N muestra más claramente que nunca que el segundo término de la ecuación pesa bastante más que el primero. Eso se evidenció medularmente en la reacción –¿oficial?– a la iniciativa de Sergio Massa de poner en marcha un diálogo político y social amplio ni bien se cierren las urnas, que fue relativizada y, por ende, debilitada por la vocería del Gobierno. Todas la voces, sí, pero al mismo tiempo y sin que un director armonice ese coro desafinado que, por momentos, aturde a su propia audiencia.

 

Los últimos días han sido prolíficos en ejemplos.

 

 

Además, la problemática mapuche no solo cruzó al siempre combustible Sergio Berni con el senador cristinista Oscar Parrilli, sino con el sucesor de Sabina Frederic en el Ministerio de Seguridad, Aníbal Fernández. La asistencia con efectivos federales que para el primero – un intocable sorprendente– es obligación frente a un conato de "terrorismo", para el segundo es una sobrerreacción ante un movimiento que es solo paz y amor y para el tercero, una gauchada que, de onda, el Gobierno le hace a la exagerada gobernadora Arabela Carreras, postura hecha propia luego, a través de una carta más formal, por el presidente Alberto Fernández. ¿ Al Frente de Todos le dará lo mismo ganar o perder en una provincia que renueva dos bancas en Diputados y en la que el oficialismo nacional quedó tercero en las PASO?

 

«"Massa no solo actúa en defensa propia, sino que plantea ‘un acuerdo que nos convoque a todos y a todas a pensar el país a mediano y largo plazo’".»

En tercer lugar, la recuperación de la unidad de criterios en el manejo de la economía es un bien que, si llega, lo hará una vez que se cuenten los votos, se pasen todas las facturas que haga falta y los líderes de la coalición barajen de nuevo su relación de poder. Mientras, Roberto Feletti responde con un congelamiento de precios forzado a la idea de Martín Guzmán de "tranquilizar la economía" y a la necesidad de refinanciar una deuda gigantesca con el Fondo Monetario Internacional (FMI), una gestión que presenta más escollos que los que admiten los voceros oficiales. ¿El resultado? Más incertidumbre, una acción oficial menos eficaz y un incremento sostenido de los tipos de cambio paralelos y de la brecha con el oficial, un problema que sube en la agenda de los técnicos del organismo y que, tal como van las cosas, encuentra respuestas cada vez menos convincentes de los representantes nacionales.

 

Aunque el consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubi se esfuerce, en clave duranbarbesca, en una campaña alegre y positiva, llamada a votar "sí" no se sabe bien a qué cosas, la misma adolece de una falla de fábrica. Según se desprende de un agudo análisis de Juan Rezzano, el acceso a "la casa propia"; la posibilidad de "fabricar acá"; la aprobación de una ley de humedales que, aunque importante, no despierta pasiones como eslogan de campaña; lograr "la igualdad"; "arrancar las peleas de raíz y dialogar"; mejorar la educación educación pública y "escucharnos" son cuestiones a las que debería decirle sí el Gobierno que, como módicos logros de la pieza, puede exhibir la reducción del impuesto a las Ganancias para la clase media que lo vota en una medida menor que a Juntos por el Cambio y el regreso a los estadios de fútbol.

 

"¿Sí, bebé?". No sé, Alberto. Vos dirás.

 

En este contexto enrevesado, en el que el Gobierno pareciera tener que apuntar el 14 del mes que viene más a una "derrota digna" con mística puma que a “darla vuelta", hay que volver sobre la propuesta del presidente de la Cámara de Diputados de convocar a un amplio diálogo político y social sobre los problemas estructurales de la Argentina.

 

"Terminada la elección, vamos a convocar desde el Gobierno a un acuerdo con la oposición, con los empresarios y con los trabajadores articulando el Congreso y el Consejo Económico y Social", dijo Massa a Infobae el 17 de octubre. "Lo hablé con el Presidente, no es que se me ocurre a mí, y el Presidente tiene la decisión de hacerlo. Lo hablé con la vicepresidenta. Germinó a partir de una idea que, en su momento, Máximo (Kirchner) planteó por el tema de la deuda", explicó.

 

Sin embargo, Gabriela Cerruti, quien se complicó la vida al definirse como vocera del Gobierno y no del jefe de Estado, sorprendió dos días después al afirmar: "No entiendo que el Presidente esté convocando a ningún consenso para el 15 de noviembre. Es una iniciativa de Massa".

 

"El Presidente en cualquier caso conversará con Massa sobre esta iniciativa próximamente, verá de qué se trata y se tomará una decisión con todos los espacios que integran la coalición de gobierno", abundó. "Por supuesto que el Presidente tiene la idea de acordar con la oposición en los grandes temas de la Argentina". ¿Clarito, no? No.

 

Con su idea, Massa actúa en defensa propia, dado que la posibilidad de que las elecciones den a luz una nueva Cámara baja en la que Todos sea primera minoría, pero quede más lejos del cuórum propio, pondría su liderazgo en tensión. Sin embargo, va más allá, porque no plantea solo consensuar una agenda legislativa sino "un acuerdo que nos convoque a todos y a todas a pensar el país a mediano y largo plazo, donde reemplazar los planes sociales por empleo genuino se transforme en una política permanente e intergeneracional para el crecimiento argentino".

 

El jefe de Diputados no hace más que reflotar, cuando más se lo necesita, el Consejo Económico y Social, una de las principales propuestas del Frente de Todos en 2019 insólitamente convertida en una suerte de foro de debate herbívoro y desdentado.

 

Dentro del coro desafinado del oficialismo, Massa busca hacerle oír su voz centrista y conciliadora a la clase media a la que apunta, pero, al mismo tiempo, hace foco en el sentido común. ¿En serio no hay necesidad –obligación incluso– de plantear una discusión amplia y con involucramiento de los sindicatos acerca del financiamiento de la educación a largo plazo, con metas consensuadas para la evaluación de alumnos y docentes? ¿Nada hay para acordar en términos de promoción de la inversión sin que eso implique desbordes espertianos para que "las empresas hagan lo que quieran, que contraten en relación de dependencia, con monotributo…"? ¿Y qué hay sobre la adecuación de una infraestructura vetusta a la dramática urgencia de exportar más, sobre la política cambiaria, la deuda eterna, un sistema de salud que quedó desnudo por la pandemia y otras problemáticas que atan de manos el desarrollo nacional y condenan mes a mes a más compatriotas a la pobreza y la indigencia?

 

Massa, que asume que la idea del diálogo es por ahora personal, confía en que su buena sintonía con Fernández le permitirá avanzar, más todavía cuando ayudaría a sacar al Gobierno del pozo de la falta de iniciativa. Hasta Cristina Kirchner habló en su momento de un acuerdo amplio que incluyera, nada menos, a empresarios que, más que rivales, son sus enemigos, como Héctor Magnetto. Sin embargo, la vocera de Todos le sacó el cuerpo a la movida y las ofertas de diálogo vienen acompañadas de actos de desdén a reclamos de seguridad provinciales y a políticas de hecho frente al empresariado. ¿Quién habla entonces por el conjunto?

 

Si esta columna se centró en los problemas del oficialismo, no debe terminar sin aludir a los de la oposición. Ante la propuesta de Massa, no sorprende que dirigentes que se juegan el futuro a la dinámica del conflicto argento-argentino ya hayan dicho que no. Entre ellos hay que contar a la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, y al jefe del interbloque de Juntos por el Cambio en la Cámara de Diputados, Mario Negri. Aunque no sorprende, dada la voracidad con la que al hombre le están mordiendo el talón derecho, sí hace ruido que una presunta paloma como el jefe de Gobierno porteño y presidenciable Horacio Rodríguez Larreta la ninguneara al atribuirle al Gobierno una falta total de "predisposición y actitud de diálogo". Más sorprendente fue la reacción del presidente de la UCR y padre fundador del Estado Libre de Mendoza, Alfredo Cornejo, quien señaló que "el Gobierno no tiene autoridad moral para hacer un gran acuerdo". Cornejo se consolida como un antiperonista yihadista: al enemigo, ni justicia.

 

Pero se puede. Claro que sí. ¡Re! ¿No es cierto, bebé?

 

Alberto Fernández
Javier Milei durante la apertura de sesiones en el Congreso de la Nación. 

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