"Sobre llovido, Aníbal", había titulado Letra P una nota que informaba sobre las frases inconvenientes del entonces interventor del yacimiento de Río Turbio, Aníbal Fernández, en ocasión de la tormenta política que provocó la revelación de la fiesta de cumpleaños de la primera dama que ofreció el presidente Alberto del mismo apellido en la quinta de Olivos durante las restricciones más duras de la cuarentena. En esa oportunidad, el ahora ministro de Seguridad había apañado al mandatario preguntándose si hubiera tenido que "cagar a palos" a la primera dama por organizar aquella celebración. Ahora, el excandidato a gobernador se la dejó picando en el área a la oposición con un tuit en el que ostenta información sobre la escuela a la que asisten hijos del humorista Nik, viejo rival de duelos del espadachín peronista. Dos diferencias entre los momentos de ambos culebrones: ahora el Gobierno acaba de perder las primarias y tiene poco margen para equivocarse -para seguir haciéndolo- si pretende mejorar su performance en las legislativas de noviembre y Aníbal F. es, ahora, uno de los políticos profesionales -esos que saben qué hacer- a los que apeló la coalición peronista para enderezar la nave que zozobró en las urnas de septiembre. ¡¿Para qué te traje?!, suele gritar el relator de fútbol Bambino Pons cuando un jugador la pifia mal.
Repaso: a través de su cuenta en Twitter, Nik, crítico acérrimo de todas las administraciones peronistas, cuestionó la iniciativa del gobierno bonaerense de subsidiar viajes de egreso a estudiantes de colegios bonaerenses. El ministro Fernández le recordó que muchas escuelas privadas de la Ciudad de Buenos Aires reciben subvención del Estado y le mencionó una de ellas, a la que... ¡shit! van los hijos del humorista. ¡¿Para qué te traje?! Resultado: la hecatombe. Nik se declaró amenazado, el ministro tuvo que salir a pedirle disculpas, dicen que el Presidente habló con su tocayo de apellido pero no le va a pedir la renuncia -conviene no aclarar cuando cunde la oscuridad-, el primer ministro Juan Manzur calificó de "desafortunadas" las palabras del reemplazante de Sabina Frederic y la oposición, como corresponde en medio de una campaña electoral, recogió el nombre de Nik para llevarlo como bandera a la victoria (de Juntos por el Cambio).
La nueva ráfaga de tiros en los pies propios se ensambla en una saga de balaceras autoinfligidas que ayudaron a poner al Gobierno en la emegencia en la que se encuentra.
-En abril de este año, para celebrar el éxito en la adquisición de la vacuna Sputnik V después de tener que sacrificar a su ministro más amigo por el affaire del vacunatorio VIP, el Presidente retuiteó un dibujito en el que se lo veía a él con su par de Rusia, Vladimir Putin, vacunando a un gorila, que venía a representar a la oposición antivacunas, claro.
-En junio, durante la visita del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, que coronaba una gira europea que lo había revitalizado, Alberto F. se mandó la que hasta ese momento era la gaffe del año con el cuento de los indios, la selva y los barcos: nosotros bajamos de los barcos; los brasileños vienen de la selva, dijo, alegremente.
-En agosto, el cumple-gate. Hubo fotos y también videos del festejo del natalicio de la pareja del Presidente, Fabiola Yáñez, en la mismísima quinta de Olivos, con una nutrida mesa de comensales en la noche del 14 de junio de 2020, cuando nadie se animaba a ponerse a charlar con un vecino en la vereda. Fue la bomba de mayor poder de daño para la coalición de gobierno.
-El Presidente quiso salir rápido del lodazal y se metió en otro: responsabilizó a su pareja de la idea de la juntada. "El 14 de julio, día del cumpleaños de mi querida Fabiola, ella convocó a una reunión con sus amigos y un brindis", dijo.
El cruento recambio del gabinete nacional que forzó por las malas la vicepresidenta Cristina Kirchner puso a su compañero de fórmula en un segundo plano detrás de un jefe de Gabinete omnipresente y apeló al profesionalismo de viejos zorros de la política para, entre otras cosas, cortar la seguidilla de errores no forzados protagonizados, en mayor medida, por el propio jefe del Estado, que tuvo que terminar aceptando ponerle un torniquete a su habitual hemorragia verbal. Todo sea por los votos de noviembre, fundamentales para evitar que después de las urnas el Gobierno camine hacia 2023 rengueando como un pato.
Por eso, el blooper de Aníbal le habrá provocado un sofocón a CFK y habrá puesto de los pelos al gurú catalán Antoni Gutiérrez-Rubi, el cerebro de la campaña del Sí que acaso deba escribir el manual interno del No: todo lo que No tiene que hacer el oficialismo si pretende dejar, alguna vez, de dársela al equipo contrario.