Buenos Aires vota: todo lo que se juegan Javier Milei, Axel Kicillof y Cristina Fernández de Kirchner
Un esquema de gobernabilidad descolado y el intento de reorganización del peronismo. La transición del 7-S al 26-O. Mercado, encuestas y realidad de Fondo.
Cristina Fernández de Kirchner, Axel Kicillof y Javier Milei.
Javier Milei, Axel Kicillof y Cristina Fernández de Kirchner serán los protagonistas principales de las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Lo que ocurra marcará el nivel de complejidad de la transición hasta las legislativas del 26 de octubre y dará indicaciones sobre el futuro del peronismo, dato crucial de la pelea hacia 2027, que se iniciará sin demora.
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Factores imposibles de ponderar en la previa desaconsejan las afirmaciones tajantes e invitan, más bien, al trazado de escenarios. Entre ellos se destacan el nivel de participación, la incidencia que en ese marco tendrán las estructuras en la movilización de votantes, el balance de los sentimientos encontrados que generan en la sociedad la desinflación y el enfriamiento de la actividad, el impacto de las recientes revelaciones de corrupción y la arriesgada apuesta del Presidente a la grieta total con el kirchnerismo.
La fecha, el 7-S, fue una decisión de Kicillof, muy discutida en su momento dentro del peronismo. Sobre todo por parte de CFK, que le reprochó la inconveniencia de despegar los comicios de los nacionales y de poner el foco, así, en aspectos vulnerables de la administración bonaerense, como la seguridad, en lugar de apuntar de lleno a la discusión del modelo nacional de la extrema derecha.
Axel Kicillof y Cristina Fernández de Kirchner libran una disputa abierta por el liderazgo del peronismo. El resultado de este domingo podría comenzar a echar luz sobre su desenlace.
Sin embargo, corrió mucha agua desde entonces.
Por un lado, en torno a temas que el gobernador economista pudo haber calibrado mejor que la expresidenta, como el deterioro progresivo de las variables financieras, las presiones sobre el tipo de cambio, las dificultades de Los Picantes del Palacio de Hacienda para hacerles frente y el enfriamiento de la actividad, el consumo y el empleo.
Otros factores, sin embargo, constituyeron verdaderos cisnes negros que, aunque sea en el margen, podrían atenuar la crisis del peronismo, como el Karinagate, las revelaciones cotidianas sobre corruptelas en el PAMI y la ANSES, la aparición de audios al parecer de alto voltaje de Karina Milei y la temeraria decisión del Gobierno de conseguirse un juez presionable para censurar –por ahora– su difusión.
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Javier Milei tiene su destino atado al de su hermana Karina, eje de un grave escándalo de presunta corrupción.
El Gobierno coincidió con Cristina Kirchner, aunque por motivos opuestos. Para la Casa Rosada, la nacionalización de la agenda era un beneficio por sus logros en materia de desinflación, espejo de lo que pensaba la expresidenta por entender que ese distrito de impronta industrial es una víctima especialísima de la economía de Milei.
Es incierto el efecto que tendrá la reaparición del tema de la corrupción –en especial, en perjuicio directo de los más débiles, las personas con discapacidad–, pero lo real es que la imagen del jefe de Estado anarcocapitalista (sic) venía en caída antes del fatídico 20 de agosto, cuando se conocieron los audios de Diego Spagnuolo. Con todo, hablar de un impacto marginal puede resultar relevante cuando se habla de una disputa voto a voto.
Los Milei y el asesor Caputo tomaron un riesgo elevado al convertir una elección local en una suerte de plebiscito sobre su gestión. Una derrota, sobre todo si se produjera por una diferencia de más de cinco puntos, podría convertir el camino al 26-O en algo parecido a un vía crucis financiero.
Mientras el Tesoro parece –porque no informa– haberse desprendido de 500 millones de dólares en apenas una semana para mantener la ficción del dólar calmo, lo que dejaría apenas 1.200 millones más para bancar lo que viniera sin tener que tocar los 14.000 del FMI, el mercado espera ansioso el desenlace.
El rol del dólar en una transición acechante
Eric Paniagua, economista y analista financiero de la consultora EPyCA, le dijo a Letra P que "un triunfo del Gobierno provocaría euforia en el mercado, lo que revertiría el pesimismo de las últimas semanas. Ese resultado sería leído como una reafirmación de que Milei sigue pisando fuerte y de la cercanía de un regreso al mercado de deuda. El impacto en precios de los activos nacionales es difícil de estimar, pero podría ser del 10% en lo inmediato".
"El caso contrario, el de una derrota del oficialismo, probablemente tenga en una diferencia de cinco puntos porcentuales un límite para que el mercado extienda su escepticismo", añadió.
El analista financiero Christian Buteler coincidió con esa visión y añadió una mirada sobre posibles impactos menos inmediatos, sea cual sea el resultado bonaerense.
"La actitud del mercado en las últimas semanas no pasó solamente por lo electoral, sino por los cambios de reglas y las tasas por las nubes, que provocaron una pérdida de confianza en el Gobierno", explicó.
Más allá, entonces, de si un triunfo o una derrota causan una respuesta inmediata positiva o negativa –agregó Buteler–, con los mencionados cinco puntos en contra como el límite de lo que ya está incorporado a precios, "queda el problema real de la economía, que dejó de crecer en febrero y que se complicó más en agosto con la suba de la tasas. Y para octubre falta; hay que ver cómo llega el Gobierno a ese momento".
¿La búsqueda imposible de Javier Milei?
Si de tendencias de fondo se trata, hay que destacar que las maniobras cupulares que le permitieron a La Libertad Avanza (LLA) abducir al PRO y llevarse puesto a medio radicalismo requirieron de los estrategas del Gobierno el complemento de un cambio de piel. El antiperonismo, ausente en el ADN paleolibertario en 2023, se convirtió en el principal eje de su campaña. Sin embargo, como es muy improbable que desaparezca el peronismo, reducido por la narrativa de Santiago Caputo a un "kirchnerismo" supuestamente volcado al terrorismo y hasta al magnicidio, cabe preguntarse cómo se complementa la dependencia del modelo económico de la llegada de inversiones con una política planteada en tan términos bestiales.
El problema es que ese tercio posible –¿probable?– del Congreso posterior a diciembre podría no ser una garantía de gobernabilidad suficiente para el Círculo Rojo y el FMI, que exigen que el modelo se consolide con las reformas tributaria, laboral y jubilatoria.
Es un misterio total cómo pretende el Gobierno hacerse de las mayorías legislativas suficientes para esos fines con el método del insulto constante a opositores y hasta aliados.
¿El principio del fin de la crisis del peronismo?
En lo que hace al peronismo, la elección del domingo no resolverá todos los dramas conocidos: la salida de la cancha electoral de la condenada CFK, la disputa por el liderazgo que plantea Kicillof y la tarea pendiente de la renovación de cuadros e ideas.
Sin embargo, un buen resultado del principal grupo de la oposición –en principio, la victoria lisa y llana, con cualquier luz de ventaja apreciable como bonus track– fortalecería al gobernador y a los intendentes que lo sostienen en su puja renovadora.
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Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof.
Una derrota, claro, actualizaría las críticas cristinistas al desdoblamiento y atizaría una interna que, como se ha visto en los últimos meses, podría afectar la gobernabilidad de Kicillof.
Como el 7-S, se dijo en el peronismo, sería del gobernador y el 26-O, del PJ nacional comandado por Cristina, un éxito inicial se anotaría en la columna del mandatario y dejaría lo segundo en un terreno por ahora incierto. Más, cuando el camporismo se lanzó a la aventura de dejar a los intendentes fuera del reparto de las listas nacionales, privándose de un elemento significativo de tracción del voto.