LA PLATA (Corresponsalía Buenos Aires) La división entre kirchnerismo duro y albertismo neonato que amenaza con hacer volar por los aires al Frente de Todos (FdT) no se replica, como sucede en el gobierno de Alberto Fernández, en el Gabinete de Axel Kicillof. Sin embargo, cinco tribus se reparten los 20 ministerios bonaerenses, ocho de los cuales están en manos de funcionarios y funcionarias del riñón del gobernador; cuatro le pertenecen a La Cámpora; tres, al cristinismo; dos, a los intendentes y uno, al massismo. A excepción de este último y dos que podrían considerarse electrones sueltos, todos responden, en mayor o menor medida, al kirchnerismo al que el mandatario elegido por Cristina Fernández en 2019 para encabezar la madre de todas las batallas ratificó su pertenencia este jueves, durante la marcha del 24 de marzo.
Tampoco existe el albertismo en la Legislatura bonaerense, aunque esa ausencia no se replica en el esquema territorial ya que el Presidente tiene dirigentes con votos propios en el conurbano, como los ministros Juan Zabaleta (Hurlingham), Gabriel Katopodis (San Martín) y Jorge Ferraresi (Avellaneda).
Lo dicho: el gabinete de Kicillof está compuesto por cinco tribus. Menos el ministro de Transporte, Jorge D’Onofrio, único representante del Frente Renovador de Sergio Massa, el resto de la dirigencia que comanda ministerios reporta, en mayor o en menor medida, al kirchnerismo, aunque se dividen entre kicillofistas, cristinistas y camporistas.
“A nivel nacional estamos enmarcados en el kirchnerismo. En la provincia estamos con Axel y a él lo conduce CFK”, sentenció a Letra P un funcionario de confianza del gobernador para dejar claro el lugar que ocupa el mandamás bonaerense en medio de la crisis de Todos. El mismo dirigente destaca el buen vínculo de su jefe político con AF debido, fundamentalmente, a la “responsabilidad institucional” de gobernar el distrito más populoso del país, léase, necesidad de recursos de la Nación para evitar que se prenda fuego el conurbano.
La administración de Buenos Aires tiene veinte ministerios. Pese a las presiones por los cambios de gabinete a partir de la dura derrota en las primarias, Kicillof sigue siendo el socio mayoritario en la estructura que lidera y logró mantener, aunque moviendo piezas, a sus hombres y mujeres de confianza dentro del gabinete. La guardia kicillofista, de perfil más técnico que político, es la tribu que más ministerios tiene: ocho. Controla Jefatura de Asesores (Carlos Bianco), Comunicación Pública ( Jesica Rey), Hábitat y Desarrollo Urbano ( Agustín Simone), Hacienda y Finanzas (Pablo López), Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica ( Augusto Costa), Trabajo ( Mara Ruiz Malek), Secretaría General (Agustina Vila) y Desarrollo Agrario (Javier Rodríguez).
El único ministro del riñón de Kicillof que debió abandonar su silla sin obtener -por el momento- otra a cambio es Federico Thea, quien dejó la Secretaría General a Vila, quien a su vez dejó Educación, donde recaló Alberto Sileoni. Sin embargo, el gobernador tiene reservado para Thea un lugar clave, el Tribunal de Cuentas de la provincia de Buenos Aires. Aunque para ubicarlo allí deberán llegar a buen puerto las negociaciones con la oposición, ya que requiere el aval del Senado.
En el segundo escalón del podio ministerial va La Cámpora. Aunque con vaivenes, el gobernador mantiene su alianza con Máximo Kirchner. La agrupación que conduce el hijo de la vicepresidenta maneja el Ministerio de Desarrollo de la Comunidad desde el inicio de la gestión. Primero lo hizo a través de Fernanda Raverta, hasta que esta se mudó al gobierno nacional para dirigir la ANSES y le dejó el lugar a Andrés Larroque, uno de los principales escuderos del kirchnerismo duro en la pelea con el albertismo neonato. Tras la salida de Daniel Gollan, el camporismo se quedó con Salud, en manos de Nicolás Kreplak.
Tras la modificación de la Ley de Ministerios, La Cámpora sumó otras dos áreas: el Ministerio de Ambiente, en manos de la lomense Daniela Vilar, de estrecho vínculo con el jefe de Gabinete, Martín Insaurralde; y el Instituto Cultural, de rango ministerial, con la conducción de la exdiputada Florencia Saintout, de vínculo directo con Kirchner, quien la apoyó en su intento por gobernar la capital de la provincia, La Plata.
El tercer escalón del podio se lo queda el cristinismo. Julio Alak comanda el Ministerio de Justicia desde el arranque de la gestión Kicillof. El platense ocupó esa misma cartera, pero en la Nación, entre 2009 y 2015. A él se suma otro dirigente que formó parte del gabinete nacional durante la presidencia de CFK: Alberto Sileoni, director General de Cultura y Educación, un funcionario de vasta experiencia para un área de enorme dimensión. En el grupo puede incluirse, además, a la ministra de Gobierno, Cristina Álvarez Rodríguez, que -por decisión de la vicepresidenta- llegó para reemplazar a otra cristinista, Teresa García, quien regresó al Senado. Álvarez Rodríguez, de buena relación con la vicepresidenta, tiene AND peronista, proviene del PJ tradicional.
Tras el traspié en las elecciones, los intendentes se quedaron con dos sillas clave. La Jefatura de Gabinete, con Martín Insaurralde, e Infraestructura, con Leonardo Nardini. Sumaron, además, otros jefes comunales en las segundas líneas de gobierno. La incorporación de jefes territoriales al Ejecutivo bonaerense fue un reclamo que comenzó incluso antes de la asunción de Kicillof, en diciembre de 2019. Con el aval de CFK, los jefes comunales lograron romper la burbuja ministerial kicillofista.
En otro plano queda la titular del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidades, Estela Díaz. La funcionaria, que forma parte del gabinete desde el inicio de la gestión, viene del sindicalismo, de la CTA, alineada con el kirchnerismo. Mantiene muy buen vínculo con el gobernador.
Capítulo aparte merece el ministro de Seguridad, el electrón suelto Sergio Berni. Meses atrás se lo hubiera podido ubicar en las filas del cristinismo. Siempre se definió como un soldado K, pero en los últimos tiempos terminó de desmarcarse al confesar ser un exkirchnerista y postularse a la presidencia para 2023. Como sea, la relación con el gobernador sigue intacta: Berni lo apoya sin fisuras y Kicillof le banca todos los exabruptos.
Si el Frente de Todos volara por los aires, el gobierno provincial no sufriría mayores alternaciones, pero no es algo que el gobernador vea con simpatía ni mucho menos. Kicillof, Massa y gran parte de los intendentes de la provincia trabajan, cada uno con sus armas, para que no se hunda el barco.