TODOS CONTRA TODOS

Las artes de Kicillof para blindarse en la interna y alambrar Buenos Aires

Fiel a CFK, pero cerca del Presidente por necesidad y urgencia. El acuerdo con el Fondo que nació muerto, los puentes incendiados con Guzmán y el abrazo de oso.

En la segunda semana de marzo, Axel Kicillof se reunió dos veces con Cristina Fernández. La primera fue el lunes, en su despacho del Senado, atacado a piedrazos días antes por militantes de izquierda que protestaban contra el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La segunda fue el jueves 10, el mismo día de la sesión en la Cámara alta. Hubo, además, conversaciones telefónicas casi a diario, cuyo contenido el gobernador bonaerense no confía ni a sus íntimos.

 

En el medio, el martes, compartió con Alberto Fernández la inauguración de la nueva estación de trenes de Tortuguitas, en Malvinas Argentinas. Eran las horas más críticas del Frente de Todos (FdT), que incluyeron discusiones telefónicas en tono elevado entre el Presidente y el ministro bonaerense y secretario general de La Cámpora, Andrés Larroque. Con Alberto, Kicillof apuesta a mantener, en medio de la tempestad, una relación lo más armoniosa posible, por lo que no evade ninguna invitación para participar de actividades en suelo bonaerense. Hace tres semanas, lo recibió en la residencia platense y charlaron largo. Después, se sacaron una foto en la Casa Rosada, junto a ministros, firmando un convenio por el que la Nación inyectará 75 mil millones de pesos para programas de sostén alimentario en los distritos más pobres del conurbano.

 

Esa agenda de Kicillof es una muestra práctica del sinuoso camino elegido por el gobernador de Buenos Aires para mantener su proyecto político a salvo en medio de la balacera en el interior de la coalición gobernante. Una difusa línea que se abre entre su convicción de que jamás romperá su lazo político con CFK y la necesidad de mantener un vínculo armonioso con AF, a quien necesita como garante del sostén financiero que le permita contener la crisis social que se agravará por las consecuencias de la guerra en Europa.

 

Por ahora, y al menos hasta estos días, Kicillof se mantendrá en modo silencio de radio para evitar volver a hablar sobre la cuestión más espinosa en el conflicto de fondo del oficialismo, el acuerdo con el Fondo y sus consecuencias en la economía argentina.

 

El gobernador está convencido de que el acuerdo nació muerto. Que es imposible de cumplir. Y mucho menos en un contexto de guerra internacional, con la disparada del precio de los commodities, los combustibles. Kicillof cree que este año el FMI va a dar todas las facilidades posibles a Argentina pero que el año próximo, electoral y de campaña, vendrá a apretar las clavijas todo lo posible para condicionar el escenario político.

 

Algunos de esos argumentos son los que compartió con Cristina en sus charlas. La vicepresidenta, furiosa, asegura que en el gobierno le ocultaron hasta último momento los términos del acuerdo en cuanto a metas fiscales y los mecanismos de monitoreo del organismo sobre la economía argentina.

 

Kicillof ya no intenta reconstruir lazos entre Cristina y Martín Guzmán. Los puentes con el ministro de Economía, reconocen cerca del gobernador, están prendidos fuego. “Nadie hizo más que Axel para que Martín esté donde está. Pero ya no hay diálogo, por lo menos en lo que hace al tema del FMI”, dicen fuera de micrófono en el Gabinete bonaerense.

 

El quiebre se produjo después del viaje a Rusia y China. Tras la gira, la crisis política interna estalló y Kicillof, por convicción personal y política, se plegó a la postura de la vicepresidenta. Si bien no cuestionó abiertamente el proyecto que envió el Ejecutivo al Congreso para refrendar el acuerdo de facilidades extendidas, no dejó de plantear la legitimidad de origen del préstamo otorgado al gobierno de Mauricio Macri. Equilibrismo al palo.

 

El día de la sesión en Diputados, cuando se plasmó la ruptura con el voto en contra de La Cámpora y la abstención de los cristinistas, en la gobernación algunos bromeaban con la “suerte” de que Kicillof no cuente con legisladores nacionales de su riñón político, como hubiera ocurrido si Carlos Bianco iba en la lista el año pasado.

 

“No hay margen para que se pudra nada”, explican cerca de Kicillof cuando describen el camino del equilibrista. “Jamás va a romper por Cristina, aunque le hagan mil operaciones. Y con Alberto es imperiosa la buena sintonía, porque se necesita que esos acuerdos de financiamiento social para la provincia sigan en pie”.

 

En medio de la balacera, Kicillof se aferra con cuerpo y alma a su proyecto de reelección. Según cree, el “6x6” es la herramienta que le permite enfrentar versiones y especulaciones que se instalan en los pasillos de la política bonaerense, como la del desdoblamiento electoral o su salida de la provincia para acompañar a Cristina a la boleta de senadores nacionales.

 

Kicillof, cuentan, fue a validar el plan de reelección con CFK. Y, de hecho, fue la propia Cristina la que -según algunas versiones- acuñó el concepto “6x6”, que a algunos en el entorno del gobernador no les gustaba nada, pero que ninguno se animó a cuestionar.

 

Por estos días, la versión instalada con más fuerza es la que indica que Kicillof deberá enfrentar una interna el año próximo, con una opción que empujen sus enemigos internos Máximo Kirchner y Martín Insaurralde. “Por supuesto que vamos a una interna si se plantea el escenario”, dicen cerca del mandatario.

 

Con respecto a la batalla interna, la decisión es jugar la estrategia del “abrazo de oso”. A Insaurralde lo sumarán a todas las actividades, lo tendrán lo más cerca posible. Si la decisión del exintendente de Lomas es jugar una interna contra Kicillof, deberá explicar entonces por qué lo acompañaba antes siendo gobernador y luego lo enfrenta en una interna, razonan.

 

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Osvaldo Fernández y Rogelio Frigerio.

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