SEGUNDO TIEMPO

Massa, un piloto a velocidad crucero en medio del temporal

El titular de Diputados rumia el golpe del Presupuesto, saborea la revancha de Bienes Personales y regula la marcha. Su rol en el FdT y los equilibrios de 2022.

Como su antecesor Emilio Monzó, también Sergio Massa se encomienda a la Virgen. La cadena que cuelga de su cuello es fina y de oro. Tiene cinco dijes en miniatura. Dos son figuras que representan a sus hijos, una pequeña cruz lisa y dos imágenes de María. Una la usaba su madre y la otra era de su abuela, sobreviviente de la guerra. En política no hay milagros ni alcanza con la fe para mover voluntades. "Una vez me podía pasar", respondía sin resignación el presidente de la Cámara baja, todavía molesto unos días después del rechazo al Presupuesto 2022. En un brindis por fin de año, en el bajo recinto, aseguró que el oficialismo seguirá con su agenda, sin forzar votaciones, para exponer a la oposición y que la sociedad evalúe si eso es lo que quería (como insistía María Eugenia Vidal) o si advertirán que Juntos por el Cambio (JxC) no deja gobernar al Frente de Todos (FdT). 

 

El mismo lunes por la noche, en la Quinta de Olivos, el presidente Alberto Fernández recibió a todos los diputados y las diputadas nacionales del Frente de Todos para calmar ansiedades. Solo faltaron diez de los 118, que no alcanzaron a viajar desde sus provincias. Puntual estuvo el jefe de gabinete, Juan Manzur, que, como Massa, viene tejiendo con los gobernadores y las dos gobernadoras. El Presidente llegó al brindis acompañado por Julio Vitobello. Agradeció el esfuerzo a la tropa legislativa, propuso hacer encuentros de manera periódica y, siempre optimista, los instó a que no se autoflagelen por estar en minoría en ambas cámaras a la vez. 

 

Unos 15 diputados y diputadas tomaron la palabra. Primero habló uno de los más veteranos, extitular del Consejo Nacional del PJ y hacedor de la reunificación del peronismo. José Luis Gioja instó a más unidad. Con la consigna "frentetodismo al palo" lo acompañó ahí mismo Eduardo Valdés, que llevó afiches con la frase y se los hizo autografiar al Presidente. También pidieron la palabra Hugo YaskyCarlos Heller, la entrerriana Carolina Gaillard, Mara Brawer y los jóvenes Itaí Hagman, Leonardo Grosso y Leandro Santoro. En todos los casos subrayaron la necesidad de reforzar la unidad en tiempos de minoría parlamentaria. Incluso se dijo que "hay que ser inteligentes" para poder avanzar. Santoro habló de unidad, pero "programática". Apuntó que se debe dar "contenido" al espacio. Le salió al cruce su exsuegro, el diputado Leopoldo Moreau, no tan de acuerdo.

 

A Massa se lo vio, como en el brindis del mediodía, molesto con su primera derrota en una votación. En los últimos dos años, el presidente de la Cámara de Diputados logró destrabar debates ajustados, siempre en equipo con Máximo Kirchner y gracias a alianzas con algunos bloques de la avenida del medio que el viernes les dieron la espalda. Los temas para los que no había margen de consenso, porque toda la oposición votaba unida y en contra, los evitó. "No voy al recinto sin los votos", repitió durante casi 700 días. La reforma judicial y del Ministerio Público Fiscal que llegaron con la aprobación del Senado son dos de esos ejemplos, pero la derrota electoral del 14 de noviembre empoderó a JxC, que sumó halcones a sus filas y, por lo menos hasta marzo, tiene una fuerte división en la UCR. El apuro de Economía, el pedido de Martín Guzmán  y la creencia de que las negociaciones y necesidades de las provincias garantizarían los votos para el Presupuesto, los hicieron errar. La oposición perdió los buenos modales de la mano de su ala dura.

 

Massa ahora ya no tiene interlocutores con poder sobre sus respectivos bloques. Se vio en el recinto, donde hubo gritos desaforados. De hecho, el radical Mario Negri no sabe si en marzo seguirá al frente de la bancada radical y del interbloque de JxC, mientras Rodrigo de Loredo, de Evolución UCR, compite con él más que con el oficialismo cada vez que pide la palabra. Con su amigo y jefe del bloque PRO Cristian Ritondo,Massa siempre habló a pesar de que no en todo se pusieron de acuerdo. Las presiones que ambos reciben les quitan margen para la rosca política que tanto reivindicó en su momento Monzó, pero el propio tejedorense pagó caro ese diálogo como presidente de Diputados durante la gestión de Mauricio Macri. Lo mismo le pasó a Rogelio Frigerio, que terminó congelado por Marcos Peña y mudándose a Entre Ríos para construir su propio poder.

 

El triunfo del 14N dejó en ventaja al sector más duro, alentado por Macri, la titular del PRO, Patricia Bullrich, Ricardo López Murphy y por los bloques libertarios, que alzan la voz desde la extrema derecha. "Para esto nos votaron", dijo Vidal al celebrar el "freno" al kirchnerismo la semana pasada. En ese escenario, Massa no encuentra eco frente a diez bloques de Juntos por el Cambio, más los del resto de la oposición. Los acuerdos se hacen y se caen, por lo menos en estos días de diciembre. 

 

Tras las PASO, Massa se puso a rumiar y ahora conduce con extremo cuidado, además de que algunos creen que no hará más esfuerzos que aquellos que hagan los demás. "Que cada cual asuma su trabajo y responsabilidad", podría ser un pensamiento que se le atribuya al jefe de la Cámara baja. Para evitar otro paso en falso, defendió la decisión del Gobierno de no enviar un nuevo proyecto de Presupuesto, lo que estaría habilitado recién para el periodo ordinario que arranca en marzo. "¿Para qué? ¿Para que pase lo mismo que el viernes?", se preguntaba antes de la sesión de este martes. Aunque niega que amenace a las autoridades provinciales con los números que deberán ajustar, responsabiliza a la oposición que "para no votar este presupuesto, habilitó la prórroga del anterior, que tiene cuatro puntos de déficit". Los califica de "irresponsables", aunque lo que más parece molestarle es que digan que no hubo instancias de diálogo cuando durante la semana pasada recibió varias veces a los jefes de los distintos bloques. Por lo menos siete, apuntaron desde su entorno. Citan un ejemplo: a la docena de Emiliano Yacobitti que comanda De Loredo les hizo la gestión para que se aumentara el presupuesto universitario en $1800 millones. A otros, los juntó con el ministro de Agroindustria, Julián Domínguez, y a todos se les prometió revisar el presupuesto, cláusula mediante, a mediados de año. 

 

Aunque Massa mantiene bajo secreto de sumario su estrategia, su objetivo es tener revancha con Bienes Personales y quitarle esa bandera a la oposición. Este martes cumplió su parte y ahora le toca al Senado. Tal vez apele al efecto sorpresa, como cuando este martes coló en el debate la actualización del mínimo no imponible de Ganancias, un tema que forma parte de su portfolio personal. Con Máximo Kirchner, que se defendió con un duro discurso en la quinta de San Vicente, ambos le dijeron al bloque que hay que seguir adelante, pero sabiendo que "la oposición está un poco más agresiva como resultado de las elecciones". "No vamos a dejar de trabajar para que a nuestro Gobierno le vaya bien", se oyó varias veces en el brindis de Olivos. 

 

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