El lunes 4, Máximo Kirchner reunió al bloque del Frente de Todos de la Cámara de Diputados. También se reunió con el jefe de gabinete, Juan Manzur, a quien visitó en la Casa Rosada. Hizo cuentas e informó: el cuórum para la sesión convocada por la Ley de Etiquetado y el nuevo régimen jubilatorio y laboral para el sector viñatero estaba muy ajustado. Los diputados de Tucumán venían marcando diferencias con un dictamen propio, pero al pedido del jefe de la bancada respondieron de inmediato que estarían en la sesión. La representación tucumana oficialista tuvo asistencia perfecta: las cinco bancas estuvieron ocupadas a tiempo. Pablo Yedlin fue el encargado de hablar con su amigo el ministro coordinador. De haberse tratado la ley, tal vez hubieran votado a favor en general y hubieran rechazado algunos artículos que cuestiona el sector azucarero con el que elaboraron el proyecto propio. Si Juntos por el Cambio hubiera dado cuórum, tal vez no hubieran acompañado. En el actual escenario primó el respaldo y la lealtad al Gobierno.
"El futuro de Juan Manzur es el 14 de noviembre", responde un integrante del equipo del jefe de Gabinete. La frase encierra una gran verdad: el futuro político de todo el Gobierno está atado a ese resultado electoral, el del tucumano inclusive. Su leiv motiv es sostener la gestión, respaldar al presidente Alberto Fernández, mantener firme el timón y garantizar la sustentabilidad hasta 2023.
En lo personal, varios escenarios aparecen para el hombre que quedó en el centro de la vidriera nacional y convoca por lo menos a dos gobernadores cada día y a decenas de funcionarios y fuincionarias; que tiene gestos como la visita que hizo a la Cancillería, donde charló con su antecesor, Santiago Cafiero, y que inaugura, corta cintas, hace anuncios y se sienta a la mesa de banqueros y empresarios en el lugar que podría ocupar el Presidente: lo hizo esta semana en la convención anual de la Cámara de la Construcción y en la cena aniversario del Banco Nación. Lo rodea siempre un séquito numeroso. Lo siguen varias cámaras (foto y video) y todo lo oficial se plasma visualmente en las redes sociales. No improvisa y hace más que coordinar.
El aporte de Manzur al gabinete albertista decanta en construcción individual. Dejó Tucumán en manos de su enemigo íntimo, el vicegobernador Osvaldo Jaldo, con quien, al compartir fórmula, había planeado un sistema de alternancia. Recelos y temores mediante, rompieron a principio de año y Jaldo dividió el bloque en la Legislatura. Las circunstancias nacionales los obligaron a volver a acordar. Garantiza ese pacto la necesidad mutua: si alguno vuelve a romper, tal vez empuje a ambos al precipicio. En los hechos, es una guerra fría: lo hablaron el mismo lunes en que el tucumano voló a Buenos Aires para incorporarse al gabinete. Hasta el mediodía de ese día, no tenía las espaldas cubiertas. Ensayó alquimias institucionales imposibles, como empujar a su vice a tomar licencia y asumir un cargo nacional. Contaron soldados y pactaron.
"Se llevan obligadamente bien", grafican en torno a ambos quienes conocen la dinámica diaria. El delicado equilibrio hizo que esta semana una diputada de Fuerza Republicana, Sandra Orquera, quedara al frente de la gobernación. Cuñada de Ricardo Bussi, la legisladora se instaló en el despacho de Manzur y temporariamente de Jaldo y reivindicó a Antonio Domingo Bussi, el exgobernador condenado por delitos de Lesa Humanidad. Incluso invitó al esposo de su hermana a tomarse una foto con ella en el mismo sillón que hasta hace días ocupaba el actual jefe de gabinete. Sucedió porque Jaldo viajó a Buenos Aires con todo su gabinete y el presidente y el vice de la Legislatura, uno jaldista y el otro, manzurista. Corrieron un riesgo que no se debe correr: viajaron en el mismo avión. Regresaron antes del final del día para que Jaldo reasumiera sus funciones. En la Rosada, Manzur y varios ministros prometieron obras y recursos para Tucumán. El viaje, la comitiva y la audiencia compartida entre parte del gabinete nacional y el provincial tuvieron como principal objetivo mostrarle a Jaldo quién tiene el poder, reflexionan en altos despachos. "Él manda", afirmó otro tucumano cercano a Manzur, el abrepuertas para su provincia. Sobre lo que no hay temor es respecto a Orquera. Su actitud fue tomada como un dato "de color", pero siempre la ven funcional al peronismo: compite en votos con Juntos por el Cambio, por lo cual su posicionamiento les resulta conveniente.
Manzur construye en un doble sentido. Su paso como ministro de Salud no alcanzó para convertirlo en figura nacional. Su respaldo en campaña hacia Alberto Fernández lo dejó en el círculo íntimo del ahora presidente. Desde la campaña venían consolidando el vínculo con gobernadores, sindicalistas y empresarios. En aquel entonces, que parece lejano, jugaba al silencio y al bajo perfil, actitud que lo preservó de denuncias y críticas. Todo lo contrario a este presente de omnipresencia en el despacho contiguo al del jefe de Estado.
La estrategia tiene una falla. Si la gestión del jefe de Gabinete es exitosa, podría aspirar a una fórmula presidencial, pero también podría beneficiar a Alberto Fernández para intentar una reelección. Hoy ese escenario parece imposible. Si Fernández no es nuevamente candidato, hay una lista de varios que podrían anotarse, desde Axel Kicillof a Sergio Massa. ¿Y si es Cristina Kirchner? No se sabe si ella quiere y si puede, pero ya hay quienes alientan CFK 2023. Hay una certeza: nadie cree que se jubile.
Quienes ven a Manzur lo describen no sólo activo sino lleno de entusiasmo. Sin reelección posible como gobernador, su futuro parece más ligado a la elección nacional, pero existe una posibilidad de que vuelva a su provincia: compartir una fórmula con su amigo Yedlin, hoy candidato a senador nacional. Tucumán es una de las pocas provincias donde el Frente de Todos ganó las PASO. Salir indemne de la crisis le suma más aún cuando integra un diezmado pelotón de ganadores.
El plan en Tucumán, cuando Manzur y Jaldo se llevaban bien, era sucederse uno a otro. Ese plan parece revivir. "En el peronismo todo se puede arreglar", clausuran el tiempo de enemistad varios dirigentes locales.
Sin embargo, si el también médico Yedlin gana cómodamente (ya derrotó en las primarias a la lista que llevaba a Jaldo para diputado nacional) podría aspirar a gobernador o a ir de vice: la fórmula podría ser Jaldo-Yedlin. Sin embargo, hay quien especula con que sea Yedlin-Manzur. La alquimia no es tan descabellada. Hasta Cristina Kirchner se bajó un peldaño para recuperar el poder y en Misiones el renovador Carlos Rovira lleva años poniendo muletos y mandando desde el sillón de presidente de la cámara de legisladores. En diciembre, Yedlin pasaria de Diputados al Senado, pero, si en 2023 vuelve a la provincia, su banca quedaría para su suplente y jefe político: Manzur. Quienes lo conocen lo descartan, porque parecería un retiro. En conclusión: ser candidato a presidente aparece como el puesto más atractivo.