Dos sesiones y un nuevo escenario político para Javier Milei
Las presiones a Villarruel. Lousteau, ¿árbitro? Carrió complica al Gobierno, protegido por gobernadores radicales. Ley ómnibus XS, en abril y sin jubilaciones.
Con el rechazo en el Senado del DNU emblema de su gestión, el Presidente se sumó, ahora oficialmente, a la lista de jefes de Estado enfrentados a su vice. Con un detalle: su tensión con Victoria Villarruel se inició en la campaña, cuando Karina Milei, responsable de sus encuentros y desencuentros, no toleró la agenda propia de la entonces compañera de fórmula de su hermano. La apartó para siempre.
Con la doble función en el Congreso toma forma el escenario que anhela Milei, con la polarización entre supuestos liberales y presuntos estatistas, aunque figuras como Martín Lousteau y -desde su casa- Elisa Carrió construyen una ruta por el centro en busca del republicanismo perdido.
El presidente de la UCR enfrenta a sus gobernadores, decididos a sostener a Milei, sin siquiera bosquejar una agenda opositora. Los demás mandatarios no peronistas hacen equilibrio. En el Parlamento se dirimen estas tensiones y por eso es tan difícil predecir el inicio y el final de una sesión.
El divorcio de Villarruel y Javier Milei
El viernes 8 de marzo Villarruel escribió una orden del día con temas de consenso para sesionar el jueves 14. Logró la firma de los jefes de los bloques de la UCR, Eduardo Vischi; y de Unidad Federal, Carlos Espínola, quien le aclaró que debía incorporar el DNU 70/23.
Milei las quería todas: evitar una sesión y que nadie de su gabinete diera la cara. Le exigía a Villarruel una mayoría en un Senado arbitrado por figuras autónomas, que no responden a gobernadores o que son sólo socios, como los casos de Santa Cruz y Neuquén.
Ese viernes Villarruel la pasó mal. A la advertencia de Espínola se sumaron llamados desde la Casa Rosada para que firmara una resolución conjunta que retrotrajera los aumentos de las dietas. La vice se negaba y le ordenó a su secretaria administrativa, María Iazzo, abandonar temprano su oficina. El sábado, el Gobierno filtró en los medios que el documento estaba escrito y faltaba la firma de la vice.
A las 19 recibió un mensaje de Milei en el que le pedía anular el dietazo. Villarruel es esquemática: entendía que ese documento la dejaba sin chances de negociar con la oposición dialoguista. Igual, cedió.
Su tensión con Karina Milei había crecido cuando se negó a no estar en el estrado en la apertura de sesiones y permitir que el Presidente se exhibiera solo. Como el evento lo organiza el Senado, la vice impuso el protocolo.
La reunión de labor parlamentaria en la que se definió la suerte de la sesión reflejó el momento de Villarruel: estuvo sola, pidiendo ayuda. Luis Juez, del PRO, no fue. Tenía compromisos en televisión. El radical Vischi no llevó una posición unívoca porque Lousteau, su compañero, quería votar en contra del DNU.
El jefe del bloque oficialista, Ezequiel Atauche, había estado en la Casa Rosada y pedía resistir. Tenía un plan B: exigir que el DNU requiriera dos tercios para rechazarlo, por no estar dictaminado. Hay antecedentes de esa interpretación, como también de que alcanzaba con mayoría simple.
Si el decreto se debate en Diputados, el presidente de esa Cámara, Martín Menem, exigirá una mayoría especial. Villarruel se negó a dar esa discusión. No se imaginaba en un escándalo de recinto.
La neuquina Lucila Crexell fue la más intransigente. Pedía tratar el DNU lo antes posible. Con mesura, compartían la misma postura Espínola y la rionegrina Mónica Silva. Sólo cedía la dupla misionera. No alcanzaba. El jefe de la bancada de UP, José Mayans, se regodeaba.
Sin negociar con nadie, Lousteau diseñó un plan para rechazar el DNU. El lunes difundió un comunicado del Comité nacional, crítico al Gobierno, que pedía “respetar la Constitución”. Lo respaldó el presidente de la Convención, Gastón Manes, hermano de Facundo. Referentes de la UCR se turnaron para despegarse.
Juan López y Maximiliano Ferraro, diputados de la Coalición Cívica.
El miércoles, Lousteau informó a su bloque que rechazaría el DNU y se cercioró con otros actores del Senado que hubiera número sobrado para el rechazo. La presión de los gobernadores Alfredo Cornejo (Mendoza) y Gustavo Valdés (Corrientes) fue intensa. Lo confesó en el recinto el fueguino Pablo Blanco, que igual votó en contra.
Sin hablar en los medios y con seis bancas, Carrió consiguió un hecho político en Diputados: separó el debate de movilidad jubilatoria del que se viene por la versión XS de la ley ómnibus, donde el tema fue incluido, según el borrador enviado a las autoridades de bloque.
Pragmática, Carrió enterró la vieja grieta y se asoció sin pruritos a Unión por la Patria, que tuvo casi asistencia perfecta, pese al temporal. Hubo peronistas que esperaron 10 horas en aeropuertos o arriesgaron sus vidas viajando por tierra a alta velocidad.
La escena podría repetirse: habrá sesiones especiales por financiamiento educativo (el martes hay una convocada por Margarita Stoblizer del bloque HCF) y alguna otra por jubilaciones. “Estamos mostrando una gobernanza alternativa”, se entusiasmó el lilito Maximiliano Ferraro. Algunos de sus compañeros no están tan cómodos.
La doble cara del Gobierno
La negociación de la ley ómnibus muestra, como nunca, la ambigüedad del Gobierno. En simultáneo, la oposición dialoguista lee agresiones del Presidente en redes sociales y participa de reuniones para corregir sus proyectos
“Estuvimos cuatro años sin hablar con nadie y ahora nos mandan borradores”, diferenciaba una autoridad opositora que el viernes estuvo en la Casa Rosada. Las reuniones las coordinó Francos, pero Milei manda como espías a Caputo y al vicejefe de Gabinete, José Rolandi.
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Rodrigo De Loredo, jefe del bloque UCR en Diputados.
El dilema de la Casa Rosada es cómo controlar la agenda: pretende que la ley ómnibus y el pacto fiscal se debatan en abril en Diputados y se sancionen en el Senado antes del Pacto de Mayo. No quieren debates en marzo, el peor mes económico que vaticinan.
El principal desafío es garantizar que el DNU no sea derogado y por eso querían aplazar 20 días el debate en el Senado. El comunicado de los gobernadores radicales confirmó que por ahora no hay una mayoría para rechazarlo en Diputados. El jefe del bloque de UP, Germán Martínez, lo reconoce y por ahora no pedirá una sesión especial.
Milei empezó a comprar esa idea, que blindaría parte del contenido del DNU. La idea tiene respaldo en el heterogéneo Hacemos Coalición Federal, presidido por Miguel Pichetto, con cita el lunes en la Casa Rodada.
Con esta maniobra quedaría resguardada la derogación de la ley de alquileres, la reforma laboral o los límites a las huelgas en los colegios. Otros temas del DNU no tienen consenso pleno, como la reforma de la ley de Warrants. Pueden derogarse en cualquier momento.