El primer día hábil del año 2018 comenzó con un dato clave para la pelea por la Ciudad de Buenos Aires que se dará en 2019. El jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, le entregó a Matías Tombolini, candidato de Sergio Massa en las últimas elecciones, estructura y recursos por 75 millones de pesos al año para eclipsar a Martín Lousteau y sus deseos de gobernar la Ciudad de Buenos Aires, según consta en el Presupuesto 2018 del Gobierno porteño.
La decisión de poner a Tombolini al frente del Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires (CESBA), adelantada por Letra P en noviembre de 2017, se plasmó este martes 2 de enero con la publicación del decreto N°499 en el Boletín Oficial porteño. Se trata del organismo encargado de formular informes sobre la gestión porteña que, hasta fines de octubre, tenía al frente a Federico Saravia, hombre de Lousteau y del ex presidente de la UCR porteña Emiliano Yacobitti. El sector del ex embajador se quedó con ese espacio en 2015, tras un acuerdo pos electoral para bajar la tensión luego del ballotage por la Jefatura de Gobierno.
Saravia y Lousteau, su jefe político.
El candidato de 1País rozó el 5% de los votos en los comicios de octubre. No pudo ingresar a la Cámara de Diputados pero, según confiesan en el oficialismo porteño, su performance alcanzó para esmerilar al candidato de Evolución, que quedó en tercer lugar. Ambos quedaron lejos de Carrió, inalcanzable con casi 51 puntos. La estrategia del PRO porteño dio sus frutos y ahora trabajarán para mantener la “llama viva” de Tombolini, que contará con 75 millones de presupuesto en 2018 y un espacio de contacto directo y constante con gremialistas y empresarios. Una herramienta de fuste para engrosar su perfil de dirigente político.
Rodríguez Larreta confía en que Tombolini logrará potenciar su figura y cuajará en su estrategia política para complicarle el escenario electoral a Lousteau, recién afiliado a la UCR e ingresado al Congreso. El alcalde porteño dedicó todo el año pasado a complicar los pasos políticos del ex ministro de Economía: le quitó sus aliados, convenció al PRO de no sumarlo a una hipotética primaria oficialista en 2017, lo ignoró e hizo caso omiso a los cuestionamientos del ex embajador y hasta se inmiscuyó en la interna radical capitalina. Todo bajo un axioma que reza que para el 2019 y la pelea por la Jefatura de Gobierno falta muy poco.
La estrategia de Rodríguez Larreta para encarar la elección ejecutiva es bifronte. En público insiste con la gestión y controla semana a semana el avance de las obras públicas, mientras en privado diseñó y aplica un armado político para complicar el crecimiento del ex embajador. En paralelo, busca consolidar su alianza con Elisa Carrió y Graciela Ocaña. En los últimos comicios, la coalición adoptó el nombre Vamos Juntos ante la imposibilidad de utilizar la denominación Cambiemos, otro factor del conflicto con Lousteau, que comenzó duramente cuando decidió renunciar a la embajada argentina en Estados Unidos y enfrentar al PRO en la Ciudad.
La posibilidad de formalizar Cambiemos se debatirá durante buena parte del año que recién comienza. La interna por la UCR, que empezó como una riña personal de Larreta para con el ex embajador en Estados Unidos, terminó abriendo una tibia negociación para la unificación del PRO, radicalismo y la Coalición Cívica, como en el resto de los 23 distritos del país. En esa negociación se involucraron pesos pesados de la política como Daniel Angelici y Enrique “Coti” Nosiglia, que pusieron paños fríos a una disputa que amenazaba y logró enturbiar la química entre Carrió y el presidente Mauricio Macri, que para desgracia de la diputada, laudó en favor del histórico operador radical.
Detrás de la interna radical y el trabajo fino de Larreta para neutralizar a Lousteau hay dos discusiones, que el conjunto de Cambiemos deberá saldar en los próximos meses. En primer lugar, cómo encontrar un camino común para sellar la marca Cambiemos en el distrito en que nació el PRO. En segundo orden, si se logra un acuerdo, se baja la tensión y avanza la conformación de la coalición, ¿con qué argumento el oficialismo porteño puede volver a vetar una interna en la Ciudad de Buenos Aires como hizo en 2017? El alcalde sabe que todo indica que en 2019 habrá PASO oficialista en la Ciudad y hacia allí direcciona su estrategia política. Son pocos los que aún siguen festejando el tercer puesto de Lousteau en los comicios de medio término. Buena parte del gabinete lo sabe y entendieron el mensaje, que se bajó la misma noche del 22 de octubre en el búnker de Costa Salguero, cuando se inició el operativo reelección. A propósito: ¿qué pasará con el proyecto de reforma política para la Ciudad? ¿Sigue vigente la idea de Larreta de suspender las primarias? La Ciudad espera órdenes de Casa Rosada para avanzar con el Código Electoral, que podría contemplar la supresión de las PASO, si Nación determina que es lo mejor para encarar el 2019.
La otra fase del plan de Rodríguez Larreta consiste en apostar a que crezcan figuras que puedan hacerle sombra a Lousteau y garantizar que el oficialismo mantenga el caudal de votos. Se intentó previamente con Matías Lammens y la idea naufragó. Ahora, el presidente de San Lorenzo se transformó en una luz hacia el final del túnel para el peronismo porteño, que volvió al segundo lugar en la Ciudad y sueña con mantenerlo.
La palabra “apostar” podría definirse en un extraño punto en el que confluyen la política y fútbol y honran el término “incentivar”. Durante la campaña, el ex embajador fue más allá y acusó a su rival de “financiar” listas opositoras. La disputa Larreta versus Lousteau se volvió un clásico para la riña política porteña, que incluyó acuerdos borrados con el codo y caza de brujas de funcionarios. Sin ir más lejos, Tombolini asume en un cargo que hasta los comicios legislativos pertenecía a Lousteau y sus aliados radicales.