DETRÁS DE ESCENA. INTERNA 2017

Por qué Larreta quiere un boina amarilla en la UCR porteña

El jefe de Gobierno está obsesionado con construir Cambiemos en la Ciudad y, para eso, necesita un negociador amigable en el radicalismo. Carrió y la sombra del Coti Nosiglia, las principales trabas.

La interna por el control de la UCR porteña, que tendrá elecciones el 10 de diciembre, empezó hace un año para Horacio Rodríguez Larreta. El jefe de Gobierno atravesaba el segundo semestre de su primer año de mandato y recibió en su despacho de la Jefatura de Gobierno, ubicada en Uspallata 3160, a los radicales  Ernesto Sanz y Jesús Rodríguez.

 

De ese encuentro también participaron los funcionarios porteños Diego Santilli(vicejefe de Gobierno), Fernando Straface (Secretario General) y Felipe Miguel(jefe de Gabinete). Tiempo antes, el alcalde ya había dialogado con Facundo Suárez Lastra, a quien conoce hace años producto de lazos familiares y políticos que los anteceden. Las cartas estaban echadas y el radicalismo cercano al PRO fue claro: para avanzar con Cambiemos en la Ciudad, reclamo recurrente de Mauricio Macri a Larreta, había que destrabar lugares en las listas, en el Gobierno y, por sobre todo, dar la batalla por la conducción del partido, hoy en manos de Emiliano Yacobitti y Enrique “Coti” Nosiglia.

 

En su afán por mellar las posibilidades de Martín Lousteau  en la Ciudad, Larreta prestó atención al último punto del acuerdo implícito. Sin embargo, no estuvo convencido desde el primer momento. Debieron mediar insistentemente Straface y Santilli para orquestar la embestida sobre el radicalismo porteño, que enfrenta con duras críticas al PRO en la Ciudad desde 2013. El trabajo fino comenzó a mitad de 2017.

 

Una vez lanzado el operativo, el jefe de Gobierno fue en busca de Daniel Angelici, alejado desde hace años de las diatribas del partido que fundó Leandro N. Alem. El "Tano" puso su estructura en juego y uno de sus hombres de confianza, el ministro porteño Martín Ocampo, colaboró con la estrategia, furioso con la expulsión de radicales PRO del partido, autorizada por Yacobitti. Mientras tanto, Suárez Lastra y el auditor Rodríguez avanzaron con la conformación de Radicales en Cambiemos y con la doble campaña: con la boleta de Vamos Juntos en la Ciudad y alertando sobre una posible interna radical a fin de año.

 

Ante el avance, Rodríguez Larreta se topó con un pedido de Macri. Claro y contundente, el Presidente respaldó su decisión de pelearle al sector “rebelde” del radicalismo el control del partido pero puso como condición que en esa puja de poder no complique su aceitada relación con Enrique “Coti” Nosiglia, el histórico operador que no sólo le abre al presidente la puerta de la Convención Nacional radical sino algunas de sus otras zonas de influencia, desde el mundillo de los negocios al de la Justicia federal.

 

Ese mensaje devino en un acuerdo entre Angelici y Nosiglia por los cargos nacionales y un “vía libre” en las comunas. Los candidatos de los barrios se eligen el 10 de diciembre y días después esos mismos dirimirán al próximo presidente de la UCR, el interés de Larreta.

 

 

El objetivo de Larreta no se agota en quitarle el principal colchón electoral a Lousteau. Sin nombrarlo, durante todo el 2017 trabajó para neutralizarlo. Le quitó aliados, convenció a la cúpula del PRO de privarlo de una interna y abrió la temporada de expulsión de todo aquel funcionario porteño ligado al economista.

 

Inmiscuirse en las entrañas del radicalismo es ir por Lousteau y darle un golpe simbólico y político de cara al objetivo mayor que se planteó el ex embajador: la lucha por la Jefatura de Gobierno en 2019. Pero también hay otros factores en juego.

 

Quien más feliz está con la jugada de Rodríguez Larreta es Elisa Carrió, figura clave de Cambiemos y estrella de la última elección porteña, con más de 50 puntos en su haber. La chaqueña cuestiona públicamente a Yacobitti y la UCR porteña. A su vez, cuentan quienes la frecuentan, en los últimos meses desarrolló un encono inusitado con Lousteau. Por otra parte, suele disparar contra Nosiglia, como cuando lo mezcló con el banquero Jorge Brito, en horas en que el titular (en licencia) del Macro era llamado a indagatoria por el juez  Ariel Lijo.

 

 

 

Tras la elección legislativa, el mapa del reparto de poder en la Ciudad cambió drásticamente, en especial hacia adentro de la alianza Vamos Juntos (Cambiemos porteño). El PRO pasó de ganar elecciones en soledad a sumar a la mesa de negociaciones a Carrió (Coalición Cívica) y a Graciela Ocaña (Confianza Pública), como quedó demostrado en la Legislatura porteña.

 

Para Larreta sigue vigente la intención de formalizar la coalición Cambiemos en la Ciudad y contar con una conducción “amigable” de la UCR allanaría ese camino, creen en la Jefatura de Gobierno. Si el pronóstico falla y los radicales vinculados al PRO pierden la interna, deberán negociar la construcción de Cambiemos con el sector de Yacobitti y Nosiglia, que los enfrentó en la última elección.

 

 

 

Esa situación, vaticinan en el larretismo, podría abrir un mar de inquietudes: ¿Cómo negociar con Carrió, Ocaña y este sector del radicalismo a la vez? Para algunos operadores PRO, imposible. Otros confían en la habilidad de Larreta para administrar egos y celos.

 

Esta última y compleja posibilidad pone en un apriete a Rodríguez Larreta, quizás el único que tiene en meses, luego de la histórica elección que cosechó en la Ciudad y la consolidación de su figura, puertas adentro y fuera del PRO. La discusión pasa ahora por cuestiones de carácter endógeno.

 

La libido estará puesta en contener a los propios, principalmente a los nuevos aliados que debutan en la extendida mesa de negociación. El problema ya llegó. El sábado al mediodía Carrió salió a dinamitar la estrategia macrista con la UCR.

 

 

 

“Si Cambiemos termina siendo un acuerdo entre Enrique Nosiglia y Daniel Angelici, la Coalición Cívica ARI confirma que no formará parte de este tipo de arreglos del que nos veremos obligados a tomar distancia”, rugió la chaqueña por medio de un comunicado que firmaron sus principales espadas políticas.

 

Larreta fue quien inició el camino para inmiscuirse en la interna radical de la Ciudad. En Cambiemos se reparten responsabilidades. ¿Fue Larreta quien metió a Macri en esta tertulia? El larretismo rechaza esta hipótesis y saca a relucir el pedido personal del Presidente para con su sucesor: la decisión de forjar un acuerdo y no complicar al Coti emanó de la Casa Rosada. Ese capítulo de la larga historia de la interna porteña del radicalismo hizo estallar a Carrió, que cuestiona duramente a Nosiglia y Angelici.

 

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