Las declaraciones on the record de algunos referentes oficiales dan cuenta de una escasa capacidad de comprensión de lo que ocurre y de una voluntad de aferrarse a lo que aún arrojan algunas encuestas y, sobre todo, al confuso ruido de la cámara de eco de la trolera oficial.
Sin embargo, no hay que tomarse demasiado en serio esas manifestaciones porque abundan los indicios de que el Gobierno registra que ya tocó nervios que harían de difícil retorno su relación con capas amplias de la sociedad.
En el plano de las conductas concretas, la primera fue el desconcertante ida y vuelta con las empresas de medicina prepaga, a las que primero les desreguló totalmente la capacidad de imponer aumentos abusivos y luego les hizo chas chas con una limitación más dolorosa en lo simbólico que en el lucro.
Las prepagas le están declarando la guerra a la clase media. Nosotros desde el gobierno, vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para defender a la clase media.
El Club de la Energía y el alineamiento con Estados Unidos
Entre las empresas perjudicadas se cuentan capitales nacionales y extranjeros, los que amenazan con resistir en tribunales internacionales. El descalce entre la vocación proempresa de Milei, que no se detiene ante la frontera del monopolio, y esta realidad es enorme.
Para su mayor inquietud, al menos una de las firmas mencionadas, la estadounidense AES, elevó su queja al gobierno de su país y al Fondo Monetario Internacional (FMI), que no ignora la contabilidad creativa que ha llevado a la Casa Rosada a festejar un superávit financiero en el primer trimestre. En el Fondo, con el que habría que renegociar para evitar la realización de pagos netos fuertes a partir del año próximo, crece el debate sobre la tolerancia ante esa mentirita blanca.
Milei deliró en la campaña con un levantamiento inmediato del cepo cambiario. Luego, confrontado desde la silla eléctrica del poder con las consecuencias de semejante aventura, imaginó abril.
Sin los 15.000 millones de dólares que se necesitarían para encarar esa tarea con garantías mínimas contra una corrida cambiaria, los que Milei y Caputo prometieron que llegarían de fondos de inversión, del FMI o hasta de democracias del mundo libre como las monarquías sunitas de la península Arábiga, cunde la desesperación. ¿Qué pueden esperar del complejo sojero, su último recurso?
Captura de pantalla 2024-05-10 a la(s) 1.32.04p. m..png
La temporada alta de las exportaciones de soja arrimará divisas fundamentales al Banco Central, pero insuficientes por sí mismas para permitir la liberación del cepo cambiario.
En este punto vuelve a hacer ruido la relación del Gobierno con un segmento clave del Círculo Rojo. Ese ruido está hecho de retenciones que no se pueden bajar porque la carga del Caputazo sobre las capas medias y bajas de la sociedad no da para más. También, de un persistente atraso del dólar frente a la inflación, destinado a anclar los precios aunque sea de modo precario para mantener la escalerita descendente del IPC –elemento nodal de la narrativa oficial– y no deteriorar más el poder de compra.
El exceso de lluvias está demorando la cosecha de la soja de segunda, aunque eso no debería impedir que se llegara a los 50 millones de toneladas esperados.
En materia de exportaciones, las inundaciones que se registran en Brasil las están estimulando por generar mejoras de precio, pero crece la insatisfacción del sector con el tipo de cambio que, cepo y retenciones mediante, impone el Gobierno.
Tras la megadevaluación de diciembre, que incrementó la cotización oficial del dólar en 118%, esa paridad se ha actualizado en algo más del 9% y la del CCL, menos del 12%, mientras que la inflación acumulada a fines de abril rozaría el 65%. Parte de los costos de los productores son en dólares –que se han abaratado–, pero otros son en pesos.
Captura de pantalla 2024-05-10 a la(s) 10.20.42a. m..png
Así las cosas, analistas esperan que, más allá de la alta necesidad de pesos, la especulación sobre un blend más favorable o directamente una segunda devaluación limitará la liquidación al 50 o el 60% de la cosecha, en línea con el promedio histórico, o incluso algo menos. En plata, eso equivale a no más de 11.000 millones de dólares, los que, en función de las divisas que se necesitarán para importar y realizar pagos de deuda, impiden soñar con que una cosecha salvadora ponga fin a las restricciones cambiarias.
Poco a poco, conforme avanza el calendario, se van descubriendo los límites del plan de Caputo y, dicen algunas lenguas interesadas, de su propia relación con el Presidente.
El hiperajuste es la razón de ser del mileísmo. El año próximo hay vencimientos por 12.000 millones de dólares, cifra que podría crecer si se consumara la ruptura con China, a la que se le deben 4.900 millones por los tramos activados del swap cambiario y a la que funcionarios como Diana Mondino no dejan de provocar.
¿Se sostendrá el acuerdo con el Fondo? ¿Podrá Argentina seguir bajando el riesgo país para acceder al mercado y refinanciar esos vencimientos o se encaminará a otra renegociación/default? Ese indicador ha bajado fuerte en la era Milei, pero ahora se ha estabilizado por encima de los 1.200 puntos básicos, algo que mantiene al Tesoro fuera del mercado voluntario porque supondría el imposible de tomar deuda en divisas duras a más del 16% anual.
Captura de pantalla 2024-05-10 a la(s) 10.19.30a. m..png
Los límites sociales a la mileinomía
El problema es que el ajuste ya explica hasta choques de trenes y está tocando el hueso de la sociedad y, en especial, de los sectores medios, que fueron fundamentales para que esta aventura política tuviera lugar. Para Milei, la elección legislativa del año que viene es mucho más que la chance de engrosar sus magras bancadas en el Congreso; también será una señal sobre si la segunda mitad de su mandato transcurrirá con luna en cuarto creciente o menguante.
Vinculado con el apretón del gasto está el problema de la inflación, que se pretende demoler a hachazos. La depresión económica que genera esa estrategia tampoco da para más, algo que se nota en la insistencia con la que el jefe de Estado imagina brotes verdes en cada entrevista que concede.
Para que la inflación no tenga una segunda vuelta destructiva del modelo, es imprescindible que el ancla del dólar resista, otro desafío en el que se juega la suerte de salarios y jubilaciones sometidos a una tensión extrema.
Un dato interesante: la última colocación de 1.900 millones de dólares en Bopreal, inédita deuda en dólares del Banco Central, fue presentada por el organismo como un éxito, pero supuso un precio implícito del billete verde de 1.350 pesos que prefirieron asumir las empresas necesitadas de girar utilidades.