“La mitad de los que hoy son ministros conmigo no lo serían”. La frase del candidato presidencial oficialista, Sergio Massa,resonó a principios de mes entre las paredes del peronismo con despacho oficial. La confianza de entrar a un ballotage y la esperanza de darla vuelta en noviembre pueden más que los índices económicos alarmantes en Unión por la Patria y más de un integrante del funcionariado empezó a hacer cuentas para el caso de que el ministro de Economía se transforme en jefe de Estado el 10 de diciembre.
La sentencia de Massa se repitió este martes por la noche durante una entrevista en la señal C5N, pero esta vez añadió ejemplos que aportaron algunas pistas sobre cuáles son las figuras apuntadas del gabinete de Alberto Fernández.
Hasta ahora, el ministro había señalado que la necesidad de dejar en el camino a buena parte del staff del extinto Frente de Todos se trataba de “un problema de orden, de funcionamiento y de velocidad de respuesta pública”, pero no había dado nombres. Sólo se limitó a pegarles un nuevo palazo al tándem que componían el exjefe del Palacio de Hacienda Martín Guzmán y su par de Producción Matías Kulfas cuando dijo que “la gente tiene razón en estar enojada” y que “varias veces” pidió disculpas “en el pedacito que me toca”, pero“hay muchos que la sacaron barata porque son responsables; se fueron y ni siquiera pidieron perdón”. Ambos exministros manejaban la botonera económica de la primera parte de la administración todista.
Sin embargo, este martes Massa fue un poco más allá y dejó algunas pistas. En primer lugar, se cuidó de condenar a quienes andan “repartiendo cargos”. “Es una muestra de debilidad que un candidato ande repartiendo cargos, porque lo que los argentinos eligen es quién lidera”, argumentó antes de entrar de lleno en la cuestión.
Primero, aclaró: “Si hay gente trabajando en una tarea y es parte de mi fuerza política, merece que yo le tenga respeto hasta el momento en que termina su tarea”. A continuación, volvió al libreto. “Hay que hacer cambios, tengo la decisión de hacer cambios respecto del rumbo, respecto del funcionamiento del Estado”, añadió y empezó a repartir: “Creo en un Estado presente pero eficiente. De nada sirve comprar patrulleros si el patrullero está durmiendo en la estación de servicio; de nada sirve defender la educación pública si no tenemos al docente y al alumno dentro del aula; de nada sirve decir que queremos una mayor presencia del Estado en materia de defensa del medio ambiente si no tenemos un código penal que sancione a aquellos que hacen estragos en lo que son bosques, en lo que son los humedales o, peor aun, que contaminan los ríos”.
Dieciocho indiecites
El gabinete presidencial consta actualmente de 18 ministerios y algunas carteras aparecerían despejadas si Massa ganara las elecciones y quisiera cumplir su sentencia de cambiar a la mitad del equipo. Santiago Cafiero (Cancillería), Eduardo de Pedro (Interior) y Victoria Tolosa Paz (Desarrollo Social) compiten el 22-O en lugares principales de las listas legislativas de UP y tienen aseguradas sus bancas en el Congreso por la provincia de Buenos Aires. Lo mismo ocurre con Martín Soria (Justicia), quien pelea en la cornisa por obtener una banca por Río Negro.
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Otros dos ministros están alcanzados por la ley de las candidaturas, pero se encuentran en una posición diferente. Matías Lammens (Turismo) encabeza la lista para la Legislatura porteña y tiene un escaño asegurado, pero es la cara del PreViaje, una política pública que Massa valoró e incorporó a la campaña. Otro caso es Diego Giuliano (Transporte), quien ocupa el tercer lugar en la boleta de Santa Fe. No tiene un lugar garantizado en la Cámara baja, pero es parte del massismo que gerenció esa cartera desde 2019.
Obviamente, el líder del Frente Renovador dejaría vacante el Palacio de Hacienda, silla para la que dice tener in pectore el nombre para sucederlo.
Mal ambiente
¿Quiénes están en la mira? Las palabras de Massa en materia de defensa del medio ambiente no dejaron muchas dudas acerca de la mirada sobre la gestión de Juan Cabandié, cuestionada por la falta de prevención en los múltiples casos de incendios forestales que azotaron distintas regiones del país en los últimos años. Con un desempeño opaco, logró atravesar toda la gestión todista. Es uno de los cinco ministros fernandistas que acumula esa marca. Su falta de relieve en la gestión sólo fue superada por su ausencia casi total de la liza electoral: no ha participado de la campaña en ningún tramo.
Más matizada fue la referencia a Educación, a cargo de Jaime Perczyk. Como viene repitiendo en sus discursos, el candidato de UP no aludió en su ejemplo televisivo a una falla de gestión, sino que puso el acento en que “de nada sirve defender la educación pública si no tenemos al docente y al alumno dentro del aula”, en lo que pareció un nuevo llamado a los gremios. Massa ya se refirió de manera crítica a los paros repetidos en las escuelas.
Otro de los ejemplos de Massa apuntó a la cartera de Seguridad, donde Aníbal Fernández está a cargo desde que el oficialismo perdió las elecciones de 2021. En dos años, las anibaladas en la gestión se acumularon. En septiembre de 2022, el atentado a Cristina Fernández de Kirchner puso en el tapete a las fuerzas de seguridad y semanas después el operativo para desalojar a la comunidad mapuche de Mascardi provocó reacciones de los pueblos originarios y la renuncia de la entonces ministra de las Mujeres y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta.
A comienzos de 2023, tras la amenaza a la familia Messi en Rosario, se rindió dos veces en una semana. Primero declaró la victoria de los narcos y días después capituló ante el gobernador Omar Perotti, quien había reclamado mayor presencia estatal en la provincia. Meses después, en plena rosca por el cierre de listas, se embarcó en la defensa solitaria del albertismo nonato y la emprendió contra La Cámpora y su referente, Máximo Kirchner, socio político de Massa.
Albertistas en fuga
El albertismo furioso del quilmeño no alcanzó las mismas dosis de virulencia en otras figuras del gabinete que se identificaron con el Presidente. Sin embargo, Daniel Filmus (Ciencia), Santiago Maggiotti (Vivienda) y Kelly Olmos (Trabajo) llevan marcada en el orillo su ligazón con el mandatario y corren de atrás a la hora de pensar en seguir en sus despachos si el oficialismo rompe todos los pronósticos y se mantiene en la Casa Rosada. Lo mismo ocurre con Ayelén Mazzina (Mujeres), quien llegó al cargo por un acuerdo del Presidente con Alberto Rodríguez Saá, gobernador saliente de San Luis y protagonista de la derrota de la dinastía puntana luego de 40 años en el poder.
Carla Vizzotti (Salud) tampoco recibió buenas señales. Massa se mostró el viernes último con el multilegislador tucumano Pablo Yedlin en un encuentro organizado en la UBA por el sector de la Salud que apoya la candidatura del ministro de Economía. Los gestos hacia el otro yo de Juan Manzur fueron elocuentes y lo pusieron en carrera como candidato a la cartera sanitaria. En la platea, pegado al exjefe de Gabinete y gobernador saliente de Tucumán, aplaudía un aliado de fierro de Massa, Héctor Daer, cotitular de la CGT y líder del gremio de la Sanidad.
Dos dirigentes referenciados en CFK ocupan carteras. Son Jorge Taiana (Defensa) y Tristán Bauer (Cultura). El rol de ambos fue marginal en la gestión de Fernández. Ahora, su eventual continuidad estaría atada a un acuerdo entre Massa y la expresidenta.
Por último, aparece Gabriel Katopodis (Obras Públicas). Como CFK, no fue candidato a nada, pero no pudo alegar una persecución: el garrochazo no alcanzó. Su zigzagueo entre el albertismo y el kirchnerismo en medio de las internas del Gobierno y su prédica sobre una unidad imposible lo fueron dejando solo en el universo oficialista. Sus paros activos para concientizar sobre el Riesgo Milei a quienes trabajan en las obras en construcción le dieron notoriedad. Los resultados en su pago chico, San Martín, pueden ser decisivos para, tal vez, tener chance de sentarse a alguna mesa futura.