Monteoliva se juega su revancha en Córdoba y Llaryora valida la continuidad del método Bullrich
El gobernador celebra el cambio de posta en Seguridad. La exfuncionaria de De la Sota tiene la chance de revertir el pesado recuerdo del motín policial de 2013.
También adivinan que la flamante ministra contará con una oportunidad para redimirse en una provincia en la que predomina un recuerdo negativo de su breve gestión como titular de la misma cartera a nivel provincial. Los recuerdos del acuartelamiento policial y los saqueos la preceden.
Aunque se trate de una dirigente de perfil técnico, descuentan que su continuidad en el proyecto libertario no está exenta de deseo político.
Considerada como una especialista en la materia, con abundante certificación que la respalda, es la principal asesora de “Pato” en el diseño de políticas de seguridad a las que Córdoba ha adherido con entusiasmo.
En corrillos mediterráneos destacan que desde diciembre de 2023, Bullrich impulsó un programa de seguridad integral, con articulación de las distintas fuerzas de seguridad y una extendida invitación a la participación de todas las provincias. “Es el primer plan federal desde la vuelta de la democracia”, aseveran.
Ese plan, apuntan, tiene a Córdoba como el mejor alumno. “Nuestra tasa de homicidios es de 2,08 cada mil habitantes. A nivel nacional esa referencia se ubica por encima de 3,05. Y hemos esclarecido la gran mayoría de los casos por muertes violentas en la provincia”, refieren.
En ese marco, destacan también la creación de una Policía Migratoria. Aunque los límites provinciales no coincidan con países vecinos, en Córdoba ya ha habido sonados operativos contra bandas, generalmente vinculadas al narco, integradas por personas de otras nacionalidades.
La preocupación de Martín Llaryora
“En materia de seguridad estamos en el mejor momento histórico en la relación entre Nación y Provincia”, sintetizan fuentes calificadas.
La descripción opera en múltiples dimensiones. Por un lado, refleja la fluida relación entre carteras homólogas. Nadie duda, en materia de seguridad se han producido intercambios formales y diálogos políticos que escasearon en otras áreas. También, cómo no, una ventanilla que nunca cerró a los pedidos.
La correspondencia no sólo es coloquial. La inseguridad es uno de los principales problemas que reconocen ambas administraciones. Para la nacional, incluso, la exhibición de números en el combate al delito operó como carta brava en aquel juego electoral.
Pero la misma frase encierra otra significancia. La coincidencia en instalar la seguridad como concepto de gestión permite a Llaryora y Bullrich tender puentes sobre el rechazo al kirchnerismo, condición indispensable para la cosecha de votos en Córdoba.
Cordobesistas y libertarios no sólo apuntan un desdén en el abordaje de la inseguridad en los gobiernos K, presentados como excesivamente garantistas. También recuerdan que fue durante ese período que la provincia central vivió una de sus noches más negras.
Sedición en Córdoba
El acuartelamiento de la Policía, en diciembre de 2013, constituye una herida de difícil cicatrización para los cordobeses. La inacción del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner supera, aún, en el ranking de culpabilidades a la errada gestión del conflicto por parte de la gobernación de José Manuel de la Sota.
Aquel fue también el fin de la aventura de Monteoliva como funcionaria provincial. Asumida tres meses antes, tras la purga por el denominado Narcoescándalo (vínculos entre la división Drogas Peligrosas y traficantes), la sedición de los azules la sorprendió sin reacción y, sobre todo, sin interlocutores de peso ante tal situación.
En Córdoba tenemos una convicción innegociable: sin orden no hay libertad, sin autoridad no hay paz social y sin un Estado firme no hay futuro para los argentinos.
Estos espacios de coordinación federal son esenciales para blindar el orden público y enfrentar, con decisión… https://t.co/WCc6rFtvSi
Doce años después, voces cordobesistas ensayan una explicación más indulgente. No niegan impericia política a la misma funcionaria de la que destacan su cualidad técnica; sí inclinan la carga sobre sus pares de la Nación. “Si Cristina quería en minutos lo resolvía. No quiso”, remarcan.
Esos mismos intérpretes destacan que a Monteoliva no la mueve un ánimo de revancha. Ya como directora nacional de Operaciones de Seguridad en el gobierno de Macri, ya como viceministra de Seguridad hasta diciembre, la exdirectora del Observatorio del Delito y la Violencia de la Provincia, nunca negó asesoramiento a sus pares provinciales.
Al interés por el terruño, añaden un dato clave: la confianza que ha depositado Bullrich en ella. La misma referente que nunca dejó de construir políticamente en Córdoba, ya con tropa propia, ya con nombres que han orbitado en el peronismo cordobesista. En esa edificación, no hay dudas que “Ale” es una pieza relevante.
Además de números de propia cosecha, el equipo del ministro pide considerar la continuidad de una conducción política para la Policía de Córdoba, una fuerza con marcada tendencia al autogobierno.
Juan Pablo Quinteros, el ministro de Seguridad de Martín Llaryora, abraza a Patricia Bullrich
Juan Pablo Quinteros, el ministro de Seguridad de Martín Llaryora, abraza a Patricia Bullrich
El propio funcionario desbarata versiones que lo ubican en el gabinete municipal. Asegura, como réplica, que su compromiso es total con la gestión de Llaryora. Recuerda que hace dos años él mismo se ofreció para asumir una cartera que pocos, si alguien, quería para sí.