Repetir ese triunfo requiere ajustar con pinzas el reparto de poder no peronista, que incluye a la UCR, el PRO a partidos provinciales y a outsiders sin jefaturas visibles, como el entrerriano Edgardo Kueider y el correntino Carlos Espínola, quienes comparten el bloque Unidad Federal junto a la cordobesa Alejandra Vigo.
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En los últimos meses, el Gobierno se enfrentó a figuras y sectores del Senado que en diciembre se aliaron a La Libertad Avanza, como el bloque de Santa Cruz y el radical Martín Lousteau. La única manera que tenía Milei de evitar que esas tensiones alteraran la negociación de las leyes que pide era lograr el respaldo explícito de algún sector UP. Francos lo intentó, pero no consiguió que ningún miembro del interbloque conducido por José Mayans anticipara su voto a favor. Las promesas de los gobernadores que lo visitan no se plasman en los hechos. Todos saben que, en definitiva, no hay plata. Aún así, el ministro cree que para la ley ómnibus XS colaborarán en el recinto Guillermo Andrada (Catamarca), Sandra Mendoza (Tucumán) y -aunque con menos expectativas- el exgobernador tucumano Juan Manzur. Mientras ninguno lo diga públicamente, no puede jugar con esas cartas para arrear al resto del recinto. Cuánto más tiempo pase, más difícil será que las tenga alguna vez en sus manos.
Rolandi entendió que Kueider es decisivo. Lo llamó y recibió de él un bodoque de propuestas. El entrerriano tiene demandas locales, como el sostenimiento de la Represa Salto Grande. Nadie le preguntó por ese tema, pero es lo que más le importa en su vida. Su socio, Espínola, no cuenta con firma en comisiones y también podría tener alguna inquietud particular. Esta semana, el correntino no se asomó fuera de su despacho. Los partidos patagónicos piden modificar la reversión de Ganancias, el capítulo V de la reforma fiscal, pero hasta hace 20 días coincidían en avalar la ley ómnibus XS, interesados en el Registro de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI).
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Guillermo Andrada, Sandra Mendoza y Juan Manzur, los votos de UP en el Senado que busca el Gobierno.
Ante el río revuelto, los mandatarios australes salieron a pescar y el Gobierno ya no los puede dar por cerrados. El gobernador Claudio Vidal se desentendió del binomio de Santa Cruz en el Senado, integrado por José María Carambia y NataliaGadano. Le explicó a Francos que no los maneja y no lo ayudarán si resultan decisivos. Así están todos. Su colega rionegrino Alberto Weretilneck empezó a pedir: quiere borrar Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino de las privatizaciones. Si suma unos votos más, el capítulo debería darse por caído.
Además, el exsenador reclama por el mantenimiento de rutas y obras paralizadas en su región. Hace causa común con su vecino, el gobernador neuquino Rolando Figueroa, quien estuvo en Buenos Aires y no llamó a su reciente socia, la senadora Lucila Crexell.
El jueves, Weretilneck, que aportó un voto clave para que los proyectos se aprobaran en Diputados, envió un mensaje a la Casa Rosada: le ordenó a su senadora, Mónica Silva, que se fuera del Senado para evitar el cuórum en la comisión de Presupuesto. Obligó a suspenderla.
El rol de Victoria Villarruel
Desde el jueves, las tareas en el Gobierno quedaron divididas, aunque sin la organicidad y fluidez necesarias para salir del pantano. Rolandi y Francos continúan a cargo de negociar el contenido de los proyectos con la oposición dialoguista.
Ajustan modificaciones al RIGI, al blanqueo y a la reversión del impuesto a las Ganancias. La UCR quiere corregir el capítulo de reforma de Estado, que permite disolver organismos. No acepta que quede desprotegido el Banco Nacional de Datos Genéticos. Fue otro triunfo de Lousteau. Como la votación en el recinto, si se llega, será por artículos y no por capítulos, el oficialismo deberá atender cada reclamo de la oposición dialoguista para evitar que le reescriban los proyectos.
El escenario está abierto y, por decisión de Milei, Villarruel fue empoderada como mediadora. La vice no discute el contenido de las iniciativas, sino que se dedica a acercar posiciones. En su entorno explican que la idea es destrabar la negociación cuando se dilate por egos o problemas de comunicación entre la Casa Rosada y los dialoguistas. Pasa seguido.
Hasta el jueves, la vice sólo participaba de las gestiones de forma implícita, a través del secretario parlamentario, Agustín Giustinian, quien oficiaba de testigo y facilitador.
Instruidos por Milei, Francos y Rolandi le pidieron a Villarruel tomar cartas en el asunto y a las pocas horas la vice recibió a Lousteau y Abad, quien en una entrevista convirtió en meme la frase “no hay gestión de la ley”.
Llamen a la vice
A Lousteau y Abad no les quedó la impresión de que Villarruel fuera a definir la letra chica de los proyectos, pero sí que está dispuesta a escuchar sus reclamos. El principal: empoderar a emisarios y evitar las agresiones públicas de Milei o alguno de sus trolls en las redes sociales.
Tagliaferri, la rebelde PRO, fue a la oficina presidencial del Senado con los funcionarios de sobremesa. Por si hacía falta, dejó claro que no será aliada del Gobierno, como sí ocurre con buena parte de su partido. El viernes, la vicepresidenta fue visitada por el gobernador de Chubut, Nacho Torres, enfrentado a Milei y con dos votos decisivos en el Senado.
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Carlos Espínola y Edgardo Kueider.
Aún sin leyes en su haber, Villarruel logró una buena convivencia con la oposición no peronista que le reconoce no usar el dietazo para atacarlos, con gestos como evitar que su bloque abriera el debate en el recinto cuando se votó. Agregan fuentes de este espacio que ese día la vice cerró rápido la sesión para evitar que el jefe de LLA, Ezequiel Atauche, pidiera la palabra para insultar a la casta. Tenía un discurso preparado. Kueider y Espínola hablan por teléfono con la vicepresidenta con frecuencia. Este fin de semana se prometieron tener alguna llamada. Vischi visita su despacho casi a diario. Ahora tendrán más de qué conversar.
Esta semana, la cámara baja sólo dejó malas noticias para el Gobierno. La oposición citó a sesión el 4 de junio para aumentar las jubilaciones y cambiar la fórmula de movilidad. Estas variables están acordadas por todos los bloques y si bien la intervención de Martín Llaryora impidió un dictamen único, de una u otra manera, en el recinto se aprobará alguna versión final que obligará al Gobierno a poner plata.
El escenario anticipa ser un remake del Grupo A, aquella alianza opositora que dominó el recinto de Diputados durante el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Tal vez no exhiba la misma coordinación, pero puede que la consiga en el recinto para dar golpes certeros a la administración libertaria.
Este viernes, en el bloque UCR destilaron furia contra el aumento del 270% del presupuesto a la UBA dictaminado por el mileísmo, que no tuvo una equivalencia con el resto de las universidades. Quien haya tomado esa decisión en el Gobierno debería pagar el costo de haber acelerado la aprobación de un proyecto que obligará a Milei a actualizar las partidas de las casas de estudios superiores todos los meses.
En el Congreso acusan al asesor presidencial Santiago Caputo, quien luego de la marcha universitaria entabló un diálogo con el vicerrector de la UBA, el radical Emiliano Yacobitti, quien aportó votos para aprobar la ley ómnibus y la reforma fiscal en Diputados. La ayuda a la universidad porteña puede complicar el trámite de estos proyectos en el Senado. No alcanzó para ablandar a Lousteau -que se maneja con autonomía- y molestó al radical Flavio Fama, quien reclama fondos para la Universidad de Catamarca, dónde fue rector.
Con complicidad de un sector de la UCR, Alejandro Finocchiaro, del PRO, presidente de la comisión de Educación, buscó patear la discusión al segundo semestre. El conflicto por la UBA no lo permitió.