Sólo Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner conocen los detalles de lo que hablaron durante tres horas en la residencia de Olivos. La eyección de Alejandro Vanoli de la ANSES y su reemplazo por Fernanda Raverta, la discusión por las prisiones domiciliarias en la provincia de Buenos Aires y el mensaje de la vicepresidenta contra Juan Bautista Mahiques mostraron a los dos socios principales de la alianza de gobierno -y a los funcionarios que les responden- en posiciones distintas. Sin embargo, en los trazos gruesos, según insisten a uno y a otro lado, el acuerdo es profundo. La vicepresidenta aprueba la gestión sanitaria de Fernández para enfrentar la pandemia y comparte la preocupación por los efectos de la paralisis económica. Pero considera que no hay recetas fáciles en un mundo que está cambiando de manera radical y sugiere sellar alianzas lo más amplias posibles para lograr que hagan un esfuerzo los que más ganan. Además, acompaña la reestructuración de la deuda y respalda la gestión de Martín Guzmán, aunque está lejos de haber sido su promotora, como se dice. La presión permanente para que Fernández tome distancia de CFK resulta inviable, más cuando en el horizonte aparecen mayores dificultades y el liderazgo de unidad nacional que ejerce el Presidente entra a resentirse con la salida de la pandemia y el regeso de la polarización. Se necesitan.
LOS TUYOS, LOS MÍOS Y LOS OTROS. Los ruidos que afectan a la cúpula del Gobierno surgen muchas veces de las segundas líneas, que están en un estado deliberativo sorprendente para el nivel de disciplina que el viejo kirchnerismo solía exhibir. Es el ancho y diverso Frente de Todos el que parece permitirlo. El caso Vanoli es mencionado como una muestra de que los problemas del Ejecutivo trascienden los bandos, aunque los bandos existan. Dirigentes del oficialismo que mantienen dialogo directo tanto con Fernández como con CFK afirman que, mientras el Presidente pensaba que Vanoli respondía a la vice, Cristina suponía que era Alberto el que lo sostenía pese al enfrentamiento que libró con La Cámpora desde el minuto uno. Prueba de esa orfandad y contra lo que se publicó la semana pasada, fuentes calificadas le dijeron a Letra P que hoy el ex titular de la ANSES no tiene funciones asignadas dentro del organigrama oficial y tampoco está claro si las tendrá en el futuro. Hoy no ejerce el cargo de director de Edenor y de su eventual lugar en la Superintendencia de Riesgos de Trabajo no hay datos ciertos.
Cristina está convencida de que hay sectores del ancho frente peronista que disparan de manera recurrente sobre su campamento cuando quedan expuestos algunos de sus leales, como el viceministro de Justicia, Juan Martín Mena, o cuando mencionan al juez Victor Violini como cristinista y omiten que ascendió gracias a otros vinculos en el peronismo.
Cuando llegan esas quejas, cerca de Fernández le enseñan la revelación de Letra P sobre la citación al Presidente por parte de la CNV en el expediente Papel Prensa: prueba del desatino general en un Estado de bordes irregulares, que enfrenta la coronacrisis, la inexperiencia de algunos funcionarios y la permanencia del macrismo residual.
En el tema de los presos, Axel Kicillof y el kirchnerismo dicen haber sido víctimas de una maniobra del procurador general, Julio Conte Grand, que tiró la piedra el 16 de marzo con su pedido para que los defensores oficiales evalúen otorgar las prisiones domiciliarias por cuestiones sanitarias. Por eso, reclaman su renuncia, como hizo la ministra Teresa García en la entrevista con este portal, esta semana.
El caso de Mahiques es otro ejemplo de que hay grises en cada tema. Después de escuchar la entrevista que la jueza Ana María Figueroa le dio la semana pasada al programa “Toma y Daca”, de AM 750, la expresidenta salió a cuestionar a Horacio Rodríguez Larreta por haber conchabado a un miembro de la familia de operadores judiciales que tiene vinculo con Daniel Angelici. Sin embargo, Cristina y su circulo de incondicionales saben que Mahiques cuenta con relaciones que exceden al macrismo. El ministro del Interior, Eduardo De Pedro; la ministra de Justicia, Marcela Losardo, y el jefe de asesores del Presidente, Juan Manuel Olmos, se sentaron en primera fila, el 29 de octubre pasado, cuando Mahiques asumió como nuevo fiscal general de la Ciudad. Fernández también lo recuerda porque ese día asumía su amigo Juan Manzur en Tucumán y fue con menos gente de la que hubiera querido.
TUS AMIGUITOS. CFK tiene una tropa que le responde y ocupa lugares importantes en distintos casilleros. Pero eso no quiere decir, afirman a su lado, que apruebe cada una de las decisiones que toma. El sistema hipercentralizado de información que construyó Néstor Kirchner es dificil de igualar y su viuda no tiene ni forma ni voluntad de replicarlo. Es tan cierto que Kicillof es su principal heredero como que no todas sus decisiones agradan ni se conocen de antemano en el departamento de Recoleta. Tampoco, el vínculo de la exsenadora con Sergio Massa es tan fluido ni aceitado como el que tiene con su hijo Máximo. Abundan los matices.
Ya Cristina no tiene necesidad de decirle a Fernández que sus “amiguitos” del Grupo Clarín disparan con munición gruesa. También al lado del Presidente observan que la pierna fuerte de las espadas de Hector Magnetto empieza a rozarlos más de lo que quisieran en la fricción cotidiana. “Ellos tienen buena relación con vos, en la medida en que estés enfrentado con Cristina. Si no, no”, argumentan. En el peronismo, algunos no dejan de sorprenderse por la fortaleza de la estructura de poder que colaboró con el ascenso del macrismo, lo sostuvo hasta el final y casi no se alteró con la llegada de Fernández.
Frente a las crónicas que muestran una Cristina recargada que avanza sobre el territorio de Fernández, el mensaje de los colaboradores de la vicepresidenta es ambiguo. Mientras insisten en que ella no se mete, consideran que Alberto necesita funcionarios de mayor peso especifico a su lado. Se añoran los tiempos de gladiadores como Aníbal Fernández pero parece dificil que el Presidente convalide un ingreso de ese tipo en la primera línea.
SÍ SE METE. Sólo en un punto reconocen que CFK tiene injerencia y acaba de quedar a la vista con la designación de Sergio Affronti como ceo de YPF. El mendocino que vivió durante una década en el exterior y volvió para sumarse a la petrolera estatal a partir de 2012 fue recomendado directamente por Miguel Galuccio a Cristina. Después, le fue presentado al Presidente, que había nombrado en la cuspide de la empresa a Guillermo Nielsen. Para la vicepresidenta y para el CEO de Vista Oil, con la llegada de Affronti empieza una nueva etapa en la que el nuevo ejecutivo tomará las riendas de la compañía.
La preocupación de la expresidenta es la misma que la de Guzmán: cómo financiar el gasto de los próximos meses. Puede resultar inverosimil, pero ahora al lado de Cristina hablan de que no se puede seguir con la maquinita. Piensan que es necesario hacer un “scrum”, comprometer a toda la clase política y a los sectores empresarios más abiertos con la necesidad de una contribución extraodinaria de las grandes fortunas. La diferencia con el libreto perimido del cristinismo de la confrontación es que consideran que también lo pueden hacer los gobernadores en sus provincias. Cerca de la vicepresidenta mencionan el ejemplo del intendente de la localidad de Castelli, Francisco Echarren, que creo un fondo de emergencia en su municipio con un ajuste en el gasto público que incluyó el de su propio sueldo y el aporte por única vez de los grandes propietarios de tierra de su distrito. Falta innovar para pasar el largo invierno que se avecina. En algún momento, piensan junto a Fernández, el virus habrá quedado atrás. Quedará un tendal de heridos pero, si los costos humanos son menores, vendrá, suponen, una recuperación inevitable de la economía. Será otro mundo y coincidirá con el regreso del calendario electoral.