Horacio Rodríguez Larreta lo entendió. Sabe que lo que pasó en 2017 no se puede repetir: el experimento Vamos Juntos cumplió su meta electoral y afianzó su relación con Elisa Carrió, pero es momento de iniciar la retrasada negociación para conformar Cambiemos en la Ciudad de Buenos Aires, el único distrito en el que aún no existe la alianza que Mauricio Macri quiere ver consolidada para las elecciones de 2019.
El reclamo genera una leve tensión entre Parque Patricios y la Casa Rosada, pero, confían en el PRO, la búsqueda por ampliar la base de sustentación de la coalición que derrotó al kirchnerismo en 2015 debe superar cualquier grieta, inquina o diferencia. Los cortocircuitos con Martín Lousteau y la intromisión en la interna de la Unión Cívica Radical que enfureció a Enrique Coti Nosiglia deben quedar atrás. Para Macri, es tiempo de hacer borrón y cuenta nueva.
Tras reiterados diálogos, un mano a mano en Villa La Angostura y el viaje conjunto a Davos, su sucesor en la Ciudad aceptó la situación y comprendió el análisis del escenario electoral 2019. El Presidente y el jefe de Gobierno podrán tener diferencias, “matices”, como gustan calificar en Balcarce 50 y Uspallata 3160, pero la relación es óptima. “Hace más de 15 años que trabajan juntos”, advierte un funcionario que dialoga con ambos para disipar cualquier controversia entre los gobernantes.
Sin embargo, la confluencia entre el PRO, la Coalición Cívica, Confianza Pública y el radicalismo no llegará de la noche a la mañana. La Casa Rosada prefería avanzar de una vez, mientras el radicalismo tantea el terreno para cerrar un acuerdo lo más rápido posible. Para los boina blanca, ese acercamiento debería ser cuanto antes y contemplar “reglas claras” para los comicios de 2019. Léase: posibilidad de interna por la Jefatura, reparo de espacios en las listas de legisladores y comuneros y la posibilidad de desembarco de radicales en el gabinete porteño.
La velocidad que le imprime la UCR local, en acuerdo con Nosiglia, a la conformación de Cambiemos es directamente proporcional al empeño que el larretismo pone para retrasar esta discusión. “Para llegar a 2019, primero hay que transitar el 2018 y tenemos mucho trabajo con la gestión”, explican en el PRO.
Rodríguez Larreta le prometió a Macri que Cambiemos existirá como tal en 2019 en la Ciudad de Buenos Aires. Pero eso será “paso a paso”. Todavía no hubo ni llamados ni encuentros con la UCR. El larretismo se escuda en la gestión, pero también existe una explicación política al objetivo de negociar la constitución de Cambiemos y la amalgama con los radicales sin apresurarse.
“No entendemos el apuro”, esgrimen en el PRO para clarificar la postura. El esquema de poder y negociación en la Ciudad se modificó con la última elección. El PRO pasó de gobernar en soledad a sentar en la propia mesa de toma de decisiones a sus aliados de la Coalición Cívica y Confianza Pública. El primer ensayo de ese esquema se ve en la Legislatura porteña con el debut del póker de diputados que conducen Vamos Juntos y que aglutina a estos tres espacios con los ediles Francisco Quintana (PRO), Agustín Forchieri(PRO), Maximiliano Ferraro (CC) y Diego García Vilas(CP).
“Vamos a conformar Cambiemos, pero sin descuidar Vamos Juntos”, define un operador macrista. Rodríguez Larreta no avanzará en una alianza con la UCR, Nosiglia y Lousteau sin antes dialogar con Carrió, con quien cultivó una estrecha relación, alimentada por la campaña pero también por la interna en la UCR que, paradójicamente, enfrío el vínculo de la chaqueña con el Presidente.
Rodríguez Larreta y Carrió se vieron, cenaron y hablaron durante el verano. Lo mismo que Diego César Santilli y Ferraro, jefes de campaña de Vamos Juntos y los encargados de mantener el vínculo y la conexión entre el alcalde y la diputada nacional. Misma tarea tuvieron durante la campaña las legisladores nacionales Carmen Polledo y Paula Oliveto.
“Deberías sonreír y hacer chistes en público como haces en privado”, le dijo Carrió al ex jefe de Gabinete de Macri en uno de sus tantos encuentros en Exaltación De la Cruz. Esa y otras frases decoran el vínculo entre ambos, pero el terreno en que mejor se entienden es en el político. Se puede corroborar por los movimientos en la Legislatura y la estrategia desarrollada en la campaña de las elecciones de 2017.
La UCR busca “convencer” al PRO de “integrar un espacio progresista” dentro de la alianza Cambiemos porteña. La misma oferta se hizo durante 2017, pero el larretismo ignoró a Lousteau y al radicalismo, incluso trabajando para quitarle aliados al ex embajador argentino en Estados Unidos y, tras el contundente resultado electoral, inició una caza de brujas que hizo caer designaciones acordadas en 2015, cuando el diputado nacional aceptó el cargo de embajador.
En 2017, el entonces titular de la UCR, Emiliano Yacobitti, y Rodríguez Larreta se encontraron en varias oportunidades. El oficialismo político bloqueó cualquier posibilidad de acuerdo. La máxima oferta fue “dos nombres” para la lista conjunta, pero con Lousteau fuera de la cancha. Después, sucedió lo conocido: el reciente afiliado al radicalismo renunció a la embajada, se anotó para competir y presentó el frente Evolución para enfrentar a Rodríguez Larreta.
La Casa Rosada sólo piensa en ampliar la base electoral de cara a 2019. Esta encrucijada también presenta un aspecto simbólico para Macri: en el distrito en el que nació su recorrido político y que gobernó durante ocho años aún no existe Cambiemos, la alianza que gestó con la Coalición Cívica y la UCR en 2015.
El larretismo esperará hasta último minuto para acordar la constitución de Cambiemos y una eventual candidatura de Lousteau. Rodríguez Larreta sabe que posiblemente haya PASO en la Ciudad dentro de Cambiemos y está dispuesto a jugar, pero no cerrará un acuerdo a más de un año de la elección. El jefe de Gobierno, merced al nivel de aprobación de su gestión y la PASO frente a Gabriela Michetti, no le teme a una primaria “sea con quien sea”.
La decisión se discutirá puertas adentro del bloque Larreta – Carrió, en acuerdo con Macri. Sucede que, tras el 51% cosechado en los comicios de octubre, el alcalde porteño no tiene pensado abrir las puertas gratuitamente de su gobierno y su estrategia política de cara a 2019. Esperará, buscará bajar el apuro de los otros espacios y tejerá para alcanzar el mejor acuerdo posible, para él y sus aliadas Carrió y Graciela Ocaña.
Con “La Hormiguita” hizo una recorrida por Boedo el jueves por la tarde. En las próximas semanas, hará lo propio con Carrió, foto incluida. La imagen de Larreta y Carrió juntos será la primera aparición de la líder de la Coalición Cívica tras el receso estival, que incluyó un enojo por el aval de Macri al acuerdo entre Coti Nosiglia y Daniel “El Tano” Angelici en la interna de la UCR y una amenaza de juicio político al ministro Germán Garavano(Justicia) por la decisión de la querella dependiente del Ministerio de Justicia de pedir las absoluciones de los ex fiscales del caso por el encubrimiento del atentado a la AMIA Eamon Müllen y José Barbaccia y del ex jefe de la Metropolitana Jorge “El Fino” Palacios por el cambio . El marco de la reaparición de Carrió no es casual: se mostrará con Larreta, el dirigente de Cambiemos con quien mejor se lleva en la actualidad.