Recién reintegrado a la actividad administrativa tras su viaje al exterior y un fin de semana en familia, Martín Llaryora afronta una cargada agenda en la que se entremezclan tareas de “la diaria” como (aún) intendente, definiciones como gobernador nominado, presiones para tomar partido por uno de los participantes del ballotage del domingo y consecuentes especulaciones sobre el escenario que se abrirá a partir del próximo lunes con nuevo presidente electo.
Especial atención merecen dos apartados en su esquema. Por un lado, la definición del gabinete que lo acompañará en la gobernación provincial a partir del 10 de diciembre. Por otro lado, la gestión de contactos con los postulantes que definirán un nuevo gobierno nacional. Para la resolución de ambos intríngulis el intendente que será gobernador baraja una carta de valor en el paño cordobés, a quien imagina, cual comodín, en distintos roles que serán clave: el aún intendente de Villa María, Martín Gill.
A su nombre permanecen reservados, por el momento, dos ministerios de gran importancia para una gobernación que espera proyectarse con gestión propia: el de Industria, icónico para las administraciones de Juan Schiaretti; el de Cooperativas, una apuesta innovadora con la que espera ganar terreno, a través de un ambicioso plan de obras domiciliarias en el interior provincial, donde el radicalismo luce envalentonado tras los resultados de las elecciones de junio.
Pero, precisamente por las mismas virtudes que él mismo reconoce, Llaryora sabe que otro destino puede marcar las coordenadas de su tocayo. Como ya contara Letra P, Gill suena también como integrante de un gobierno nacional en caso que Sergio Massa triunfe el próximo domingo, posibilidad que condiciona el cierre del fichero provincial.
Gratitud
El gobernador electo no ha expresado favoritismo por uno u otro de postulantes a la presidencia que debatieran el pasado domingo. Tampoco se espera que lo haga, fiel a la consigna de neutralidad que bajara el líder cordobesista.
Congruente, el exdiputado ha tenido contactos con enviados de uno y otro sector. Indudablemente, han sido más los llamados y guiños enviados por los compañeros, muchos de ellos viejos conocidos ya. Algunos han sido correspondidos por dirigentes cercanos y segundas líneas, quienes sí se han expresado públicamente con el cuidado del caso.
Razones numéricas son esgrimidas para justificar la neutralidad. Aunque el ADN peronista suba de temperatura, Llaryora deberá administrar la provincia más anti-K del país. Según estudios recientes, 7 de cada 10 cordobeses se definen opositores al actual gobierno del Frente de Todos.
Sin embargo, el sanfrancisqueño sabe que no puede mostrarse tajante como lo hace Schiaretti. Amén de contactos por afinidad, debe evaluar la posibilidad de un triunfo de Massa, algo que algunas encuestas avalan.
En tal caso, necesitará al menos un interlocutor de primera mano en la órbita de Casa Rosada. Alguien de confianza para limar algunas asperezas derivadas de la neutralidad y con relevancia para facilitar gestiones. Quién mejor entonces que Gill, a quien conoce y con quien comparte la idea de una renovación vía ampliación del peronismo cordobés.
Potencial rival hace meses, el villamariense trabajó decididamente para el triunfo de su par capitalino en su zona de influencia, el sudeste provincial, que recorriera en su completitud como secretario de Obras Públicas de la Nación.
Nexo
Llaryora no sólo profesa gratitud hacia el exrector de la Universidad de Villa María. También pondera su armado en el departamento San Martín, uno de los más ricos y más poblados, y el citado recorrido como funcionario nacional.
Tales credenciales probarían idoneidad para confiarle el estratégico ministerio de Cooperativas. Allí debería enlazar con cientos de referentes de cooperativas de servicios públicos y mutuales que, además de dinero, manejan cuotas de poder muchas veces análogas a las de los intendentes. Las más importantes están ubicadas, justamente, al este de la provincia.
Potenciales partícipes de un plan de provisión domiciliaria de beneficios como cloacas, internet o gas natural, podrían armar una segunda malla de articulación sobre la que Llaryora podría cimentar su proyección nacional.
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Aunque para tal cartera se había pensado en nombres como Manuel Calvo y Julián López, internas y replanteos estratégicos, basados esencialmente en su expertise, ubicaron a Gill en la pole position para inaugurar la dependencia. Contaría con una segunda línea en la que se ubican Gabriel Frizza, dirigente del PRO y exdiputado nacional, junto a los presidentes de las dos Federaciones de Cooperativas y su par de la Asociación de Mutuales.
Si el docente universitario declinase la oferta, podría asumir como ministro de Obras Públicas, rubro que conoce de su mencionado paso por Nación y por el que ya ha gestionado con decenas de intendentes de todos los espacios políticos presentes en Córdoba.
Sería, dicen en vocerías cercanas al palacio municipal, un simple cambio de dirección para un mismo objetivo: visibilizar con acciones la gestión de un partido cordobés que ya se proyecta como fuerza nacional.
Concentrado
Desde el entorno del exdiputado por Córdoba prefieren evitar referirse a lo que definen como “especulaciones”. Según afirman a Letra P, Gill está concentrado en un intenso trabajo para la campaña presidencial de Massa.
Remarcando que cualquier proyección sobre función nacional es apresurada, considerando lo dicho por el propio ministro de Economía, también niegan propuestas ya formalmente cursadas desde el electo gobierno provincial. “Todos los esfuerzos están centrados en que Sergio haga la mejor elección en Córdoba”, sentencian.