El gobernador electo de Córdoba ya tiene varios integrantes de su nuevo equipo confirmados y uno de ellos es el próximo titular del Ministerio de Salud de la provincia. Si bien todos los nombres están anotados con lápiz, en el entorno directo de Martín Llaryora dan por cerrado que Ricardo Pieckenstainer reemplazará a Gabriela Barbás desde el 10 de diciembre. El director médico del Hospital Privado, de perfil técnico, asumirá en una cartera que integra el terceto de áreas definidas por el sucesor de Juan Schiaretti como “prioritarias”, junto con educación y seguridad.
Especializado en geriatría en Toronto, el médico que también se destacó en tiro con arco de manera profesional tiene, además, un perfil tech, por el que Llaryora siente debilidad. Como hizo en la Municipalidad de Córdoba, el todavía intendente apuntó a la modernización de los procesos administrativos e impulsó la historia clínica digital. Precisamente, Pieckenstainer estuvo involucrado de lleno en la unidad de servicios informáticos del centro de salud de formación universitaria que dirige. No concibe la medicina moderna sin atarla al avance digital.
Lo cierto es que este perfil desentona con la preferencia que dominó (con excepciones) el manejo de la cartera durante el cuarto de siglo del cordobesismo. Por citar los ejemplos más conocidos, Carlos Simon, Oscar González, Francisco Fortuna o Diego Cardozo fueron médicos y políticos -más lo segundo, que lo primero- que marcaron el pulso sanitario.
Schiaretti sostuvo la preferencia por esa pericia política hasta donde pudo. Barbás, profesional de fuerte perfil técnico, debió tomar las riendas de una cartera que quedó en el centro de la atención pública durante la pandemia, donde también existieron contrapuntos por vacunaciones de privilegio y el sistema evidenció falencias. No obstante, el corolario que terminó con la salida de Cardozo del ministerio fue el asesinato de bebés recién nacidos en el Hospital Neonatal de la Provincia que el funcionario conocía y no informó en su debido tiempo.
Los desafíos
Pieckenstainer asumirá el ministerio con el objetivo de llevar adelante la articulación pública y privada que prometió Llaryora en campaña. Sin embargo, la realidad del sistema sanitario en la provincia impondrá su propia agenda.
El surgimiento de las agrupaciones de profesionales autoconvocados -que lograron negociar por mejores condiciones laborales por fuera de las estructuras gremiales tradicionales- será el primer foco a resolver. En La Legislatura provincial se tratará un proyecto para ordenar los agrupamientos del personal de salud que, como efecto directo, le imprimirá una mayor previsibilidad a las negociaciones paritarias y ordenará los interlocutores. Sin embargo, se necesitará muñeca política.
El schairettismo echó mano a estas conversaciones paralelas para jugar en las internas sindicales del universo de agrupaciones que se reparten las representaciones de los trabajadores y las trabajadoras de la salud. Desarmar la bola de nieve llevará tiempo y no será un proceso sencillo por el descontento marcado por la inflación que impacta en los salarios o las condiciones de algunos hospitales públicos.
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El entonces candidato de Juntos por el Cambio a la gobernación, Luis Juez, hizo del reclamo del sector salud una de sus principales ejes de campaña. Participó activamente de reuniones de autoconvocados u organismos médicos. Su diagnóstico no admitía concesiones: “En estos 24 años han abandonado la salud pública casi al límite de dejarla tirada al costado de la banquina. Va a costar enormemente poner en funcionamiento toda una estructura donde la salud, la educación, la seguridad y la justicia son temas fundamentales”.
Llaryora, imposibilitado de hacer una campaña opositora por su condición de oficialista, eligió una estrategia propositiva, aunque no se las dejó pasar. “Este modelo de gestión va a continuar, porque como me dijo una vecina de la Capital, el progreso no cansa. Es difícil que los peores del pasado vayan a resolver los problemas. Seremos nosotros los que afrontaremos el desafío de mejorar educación, la salud y de resolver los problemas de inseguridad”, repetía Llaryora en cada parada de campaña.
La responsabilidad será, en menos de un mes, toda suya.