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LA LIBERTAD, PARA ATRÁS

La violencia desatada de Javier Milei: ¿qué hace la política de la democracia para frenarla?

El Presidente y sus patotas atacan con ferocidad a periodistas y dirigentes. Las oposiciones aplican la ley del siga siga y la sociedad elige no creer más.

Javier Milei está sacado. En los últimos días, el Presidente produjo una nueva escalada de violencia contra periodistas y figuras de la oposición, sobre quienes descerrajó una ráfaga iracunda de insultos y descalificaciones ("mierdas", "soretes mal cagados", "mandriles") que su corte de inquisidores se encargó de celebrar, ampliar y multiplicar.

No sorprende del Presidente ni de su patota de sicarios verbales. No sorprende, tampoco, la coincidencia temporal de la nueva escalada con la emergencia de tensiones en el plano económico y financiero, con el dólar tomando temperatura y el J.P. Morgan bajándose de la bicicleta de Toto Caputo ante la sospecha de que una devaluación podría estar más acá que más allá de las urnas. Es el clásico Operativo Distracción. Con todo, no conviene dejar de señalarlo para evitar el riesgo de la naturalización.

La pregunta es qué hace el resto de la dirigencia política, que reivindica la democracia como sistema de gobierno y marco de convivencia pacífica y plural, para plantarse y decirle basta a un gobierno que se desliza cada vez más peligrosamente por el barranco del autoritarismo.

¿Qué iniciativas concretas impulsa, tanto en el ámbito partidario como en el plano institucional, a través de sus representantes en el Congreso y en las legislaturas?

¿Qué hace para llamar la atención sobre el riesgo que supone que una personalidad así de volcánica, con tan evidentes problemas para administrar la ira, tome a diario decisiones de alto impacto en la vida de más de una generación?

¿Qué hace la política, más allá de algún pronunciamiento solitario en la hidrovía de las redes sociales, la alcantarilla pestilente por la que el Gobierno escurre la conversación pública?

Periodistas mujeres, bajo ataque

¿Qué hace la política para defender a la periodista María O'Donnell, llamada "Mandrila Omonell" por Milei y sus inquisidores?

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¿Qué hace para defender a Julia Mengolini, blanco de una campaña brutal de las fuerzas tuiteras del Gobierno y a quien el Presidente volvió a denigrar jugando como un chico despiadado con el apellido de la periodista ("Mierdolini", "Esupidolini", Pautolini").

¿Qué hace para defender a Romina Manguel, a quien el jefe del Estado redujo a la categoría de "menos que un primate"?

Embed - El editorial de Ernesto Tenembaum sobre los insultos de Milei a Mengolini y Manguel.

¿Qué hace para defender a Gabriela Pepe? Nuestra compañera de Letra P fue víctima de una campaña brutal de acoso y hostigamiento en las redes sociales por haber viajado a Miami a ver a Boca en el Mundial de Clubes, lo que ella misma había contado públicamente, después de haber señalado las dificultades económicas que sufren las personas que viven de un salario promedio, en una reflexión que no hacía referencia a su situación personal. Rastrillaron su cuenta hasta que rescataron un tuit que había escrito el año pasado, la acusaron de hipócrita y le hicieron llover insultos que da vergüenza ajena reproducir, aunque vale la pena hacerlo para comprender la dimensión del sinsentido: en una catarata de interacciones, le dijeron “sucia”, “mugrienta”, “kuka sarnosa”, “moga”, “negra villera”, “zorra”, “puta”... El fusilamiento digital tuvo premio: fue validado y potenciado al infinito por un tuit del presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, que retuiteó el propio Milei.

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No es ocioso señalar que Milei se ensaña principalmente, aunque no exclusivamente, con periodistas mujeres. El Presidente y sus inquisidores son personas profundamente machistas y misóginas (un solo botón sobra como muestra: el mandatario se refiere a su hermana como "El jefe") y no lo disimulan: hacen del antifeminismo una de las banderas centrales de su batalla cultural.

(Un paréntesis justo y necesario para los interlocutores del mandatario, que operan como cebadores de la furia presidencial y ponen sus espacios al servicio de la violencia desatada. El pirómano del momento es Sergio Figliuolo, alias "Tronco", el ladero histórico de Alejandro Fantino, que este fin de semana recibió al mandatario en el espacio de mascotas que conduce en el canal de streaming Neura, donde el invitado presentó a su perro clonado y, según contabilizó La Nación, "lanzó al menos 70 insultos y 44 de esos ataques estuvieron dirigidos a periodistas". El anfitrión no es cómplice del Presidente sólo por omisión: más mileísta que Milei, apoya cada insulto con argumentaciones ad hoc y le pide más y más sangre al entrevistado. Este domingo, a cada insulto incitaba: "Hay más, ¿no? Hay más"; "hay una categoría inferior al mandril, ¿no?".)

La democracia, abandonada por la política

¿Qué hace el Partido Justicialista, la principal fuerza de la oposición, destinataria del 44% de los votos en el último ballotage presidencial y conducida desde diciembre del año pasado por Cristina Fernández de Kirchner, acaso la única personalidad política que todavía es capaz de reunir multitudes en la calle, un poder en extinción en la era de la digitalización de la realidad?

¿Qué ha hecho la expresidenta sino convalidar la conversación basura que propone el Gobierno chapoteando en el mismo lodo con su Che Milei y su jerga de cancha sobreactuada para tratar de encajar en este tiempo que la tomó a contrapie?

Javier Milei - Cristina Kirchner
Javier Milei y Cristina Fernández de Kirchner.

Javier Milei y Cristina Fernández de Kirchner.

¿Qué hace Sergio Massa, el dueño enjabonado de aquel 44%, desertor de la gran responsabilidad que conllevaba ese gran poder, más que contorsionarse en la interna del peronismo para blindar sus reservas parlamentarias?

¿Qué hace Axel Kicillof, el villano favorito desginado por Milei, destinatario de una catarata de insultos proferidos por el Presidente en un acto que encabezó el jueves pasado en La Plata (le dijo "burro eunuco", entre otras barbaridades) y protagonista de una campaña lanzada por el Gordo Dan, alias Daniel Parisini, el jefe de la patota libertaria, que convocó en las redes sociales a convertir en tendencia el hashtag #KicillofPelotudo?

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La UCR y el PRO, de reservas morales a socios de la deriva autoritaria

¿Qué hace la Unión Cívica Radical (UCR), el partido de la democracia, además de darle al Gobierno la potencia parlamentaria que no consiguió en las urnas bajo el falso argumento republicanista del deber de brindarle las herramientas que necesita para desarrollar su plan de gobierno?

Embed - Diputado De Loredo, Rodrigo - UCR - Sesión 29-04-2024

¿Qué hace el agitador de constituciones Facundo Manes, que arma una avenida de la moderación tan amplia que admite un carril de ultraderecha cuando suma al cruzado ultracatólico Joaquín de la Torre, expresión de la más radical de las derechas argentinas?

¿Qué hace el PRO, que construyó su perfil institucionalista en el juego de contrastes con el presunto autoritarismo antidemocrático del kirchnerismo, sino legitimar el autoritarismo antidemocrático de Milei cuando se asume furgón de cola parlamentario del Gobierno y ahora negocia con LLA, directamente, una alianza electoral que lo deglutirá?

¿Qué ha hecho Mauricio Macri, el supuesto opuesto de la autoritaria CFK, desde que se convirtió en el mecenas electoral de Milei tras sabotear las dos candidaturas surgidas de su partido?

¿Qué hace María Eugenia Vidal, la segunda estrella más brillante y la vocera más eficaz de aquella gesta de depuración política e institucional; la exgobernadora orgullosamente bonaerense que asiste impávida a la abducción del PRO por parte de La Libertad Avanza, el partido de la violencia sistematizada?

Una democracia de baja intensidad

MIentras la política aplica la ley del siga siga, la sociedad se expresa con el silencio, dándole la espalda: elige no creer y decide no votar.

Como señaló Adrián D'Amore en una nota tenebrosa publicada este lunes, las elecciones celebradas este domingo en las provincias de Santa Fe y Formosa "confirmaron que la baja participación de la ciudadanía es una tendencia". "En las nueve citas a las urnas de este año -precisó- el presentismo promedió el 58%", lo que significa que "dos de cada cinco personas no votaron en 2025".

O sea, digamos: la sociedad se refugia en el escepticismo y en la indiferencia y va transformando a la democacia en un sistema cada vez más marginal, más ajeno. En un consenso menguante. En un acto reflejo que pierde vitalidad. En un residuo.

A esta altura, ya es lícito traer a la política, al plano institucional, la advertencia sobre la economía que hiciera en tiempos de Macri el juglar del liberalismo Carlos Melconian: guarda, que se puede ir todo a la mierda.

Fernando Gray y Julio Zamora, junto a De La Torre, Zabaleta y Britos 
Javier Milei en un tanque de guerra durante un desfile militar en Buenos Aires.

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