Javier Milei, en su hora crítica: las claves de la gobernabilidad perdida
Calle sublevada, Congreso y gobernadores rebelados, mercados de punta, derrota en la batalla cultural y urnas al acecho: un presidente atrapado y ¿sin salida?
El miércoles 17 de septiembre de 2025 será recordado como el día en que Javier Milei extravió la gobernabilidad. Con el rechazo a sus vetos a la emergencia en pediatría y al financiamiento universitario, el Congreso terminó de liquidar la idea de que podía rigorear indefinidamente a todo un país, la ficción de una mayoría proajuste desmentida en la paliza del 7-S bonaerense.
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Al jefe de Estado se le achica el menú de opciones, pero dependerá de él asumir el agotamiento de una manera de gobernar, soltar lastre –tanto lastre–, dejar de herir y ofender a sus gobernados y, sobre todo, convocar a sectores hasta ahora ninguneados que podrían sostener, sobre bases algo más realistas, su idea del equilibrio fiscal. En ese tránsito, debería ceder parte del poder que creía tener.
Las promesas contenidas en el proyecto de Presupuesto 2026, presuntamente destinadas a asegurar una recuperación de las partidas en jubilaciones, salud y educación, ya se probaron fantasías, cuando no mentiras lisas y llanas, producto del jugueteo con la nominalidad y la proyección de una inflación imposible del 10,1% para el año que viene.
Lo votado este miércoles se suma a la emergencia en discapacidad ya ratificada por el Congreso y a la insistencia, prevista para hoy en el Senado, en la ley que establece el reparto automático de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN).
El daño a la tosca gobernabilidad estrenada el 10 de diciembre de 2023, hecha de decretazos simples, decretos de necesidad y urgencia y vetos caros en todos los sentidos, se haría total si la cámara baja también convirtiera en ley la reforma del régimen de los DNU, que pondría fin a la abusiva reglamentación kirchnerista de 2006 y sólo daría a esas normas vigencia tras su paso exitoso por las dos casas del Congreso en un plazo máximo de 90 días.
Con eso, sí: chau, gobernabilidad.
Javier Milei, frente al límite de la calle
Lo ocurrido este miércoles corona un proceso que tiene como precedente la primera marcha universitaria del 23 de abril del año pasado, demostración inicial de rebeldía ciudadana contra un ajuste sin pies ni cabeza. Diecisiete meses son un plazo brevísimo en la historia de un país, pero no tanto cuando se trata de un gobierno. Ese fue el gran mojón.
Aquella manifestación se reeditó ahora en varias ciudades, con epicentro en un amplio radio del centro porteño, esa alianza social de clase media, heterogénea, negada a la resignación de que la Argentina se parezca, con el debido respeto, al Paraguay que ensalzó Milei o al Perú de los sueños de Toto Caputo.
Marcha Universidades y Garrahan 09
"El futuro esta en la UBA". La universidad pública y la clase media argentina, la alianza que Javier Milei no quiso ver.
Plantear las bases de un ordenamiento macroeconómico en oposición a los pilares de ese ideal –salud y educación públicas y de calidad, ciencia y técnica, cultura, infraestructura y progreso– es una zoncera peligrosa a la que, alguna vez, debería dejar de aferrarse el Círculo Rojo.
El necesario ordenamiento macro no puede dejar a media Argentina afuera. En una sociedad que a la corta o a la larga –acaso porque conoció el peronismo– mostrará rebeldía, el "ajuste" –si así se lo quiere llamar– será progresista o, cuanto menos, humano o no será.
La derrota de la "batalla cultural" de Javier Milei
Es opinable, pero también muy factible que este momento de pronóstico reservado que el gobierno de extrema derecha ha construido para sí mismo tenga mucho que ver con su ceguera frente a los intereses que estragó. Médicos y pacientes, pequeños con enfermedades oncológicas, docentes, personas con discapacidad… ¿Qué genio pergeñó semejante estrategia? Áreas, aparte, en las que abundan indicios de corrupción como los que en estos días acorralan a Karina Milei.
Que la secretaria general de la Presidencia sea llamada "Señora 3", que el Alta coimera suene por todos lados, que deba apelar a censura previa para impedir que la sociedad conozca lo que dice a puertas cerradas y que comunicadores se pongan a llorar al aire hablando de las personas con discapacidad, como le pasó al conducor Andy Kusnetzoff, es evidencia de que la "batalla cultural" de extremistas como Agustín Laje, Nahuel Sotelo, Santiago Caputo, sus subordinados en el Ministerio de Odio digital y, claro, el propio Milei no era sonido real, sino apenas un eco de sí mismos.
Si un respaldo no podía perder el gobierno de Milei para conservar la gobernabilidad tal como la ha concebido era el del mercado financiero. Eso también terminó de estallar este miércoles.
La supuesta acogida positiva del mercado a la cadena nacional del lunes no fue tal, sino un piquito –limitado a algunos activos no centrales– en un proceso de caída libre.
De acuerdo con lo establecido en ese entendimiento, que ya provoca una nueva tormenta de reproches en el organismo, el Banco Central salió por primera vez a vender reservas para sostener ese límite.
Ya es oficial: por segunda vez, al igual que en el fatídico 2018, Toto Caputo comenzó a ventear –¿baratos?– los billetes verdes que llegaron del Fondo en forma de una deuda que pagarán varias generaciones, si es que alguna termina de hacerlo.
Fueron "solamente" 53 millones de dólares, pero quedan casi 30 ruedas hasta las elecciones legislativas, lo que amenaza con una sangría mayor.
Gracias a todos los que salieron de sus cuevas estas últimas semanas porque hacen más revelador aún lo que están intentando. No tengo dudas que la gente tomará nota y actuará en consecuencia.
¿Para qué? ¿Para llegar solamente mal a las legislativas del mes que viene? ¿Para darles salida a quienes apostaron una vez más, jugando con cartas marcadas, a la bicicleta caputista de tasas altas y tipo de cambio pisado?
¿Para qué vendió el Tesoro cientos de millones de dólares a 1200 y pico de pesos, un negocio que se probó ruinoso cuando la cotización hoy orilla los 1500 y aún parece tener recorrido?
Eso, por no hablar de la fortuna de pesos –diferencia entre el valor de los contratos y la cotización real– que habrá que cubrir, con cargo a la sociedad, por las apuestas perdidosas en el mercado de futuros. ¿"No-hay-plata"?
Ni el tiro del final le salió a Javier Milei
Pírrica victoria, el Gobierno se ufanaba del escaso pase a precios de las tensiones cambiarias recientes, fenómeno conocido como pass through. Pírrica, porque eso sólo es posible debido a la recesión en la que la economía mileísta ha hundido a la Argentina, con costos imposibles de trasladar a precios debido a la era de hielo del consumo.
Ni esa bandera queda ya como carta narrativa de cara al 26-O: la inflación mayorista medida por el INDEC arrojó 3,1% en agosto.
Eso constituye una promesa de inflación futura ni bien la demanda dé alguna señal de vida. Por ahora, el comercio minorista deprimido absorbe esa diferencia, pero ese estado de cosas no durará para siempre, con dos agravantes: los precios de los productos nacionales aumentaron más velozmente que los de los importados y falta que el dólar "sincere" su valor después de las legislativas. ¿Después?
Después de haberse sumado a las canchereadas y a las promesas de barrer al kirchnerismo, el ministro de Economía salió a minimizar el impacto de la derrota que pasó y de la que se presiente. Dijo que se "sobreestimó" el valor de la elección bonaerense –¿quién lo habrá hecho, no?– y que ni siquiera un triunfo amplio de La Libertad Avanza (LLA) el 26 del mes que viene le daría al oficialismo control del Congreso, por lo que ese trámite sería irrelevante para la gobernabilidad que se busca. Para el funcionario, la clave pasa por la relación con los gobernadores, que no son otros que los que este miércoles le dieron la espalda a Milei en la Cámara de Diputados y este jueves volverán a hacerlo en el Senado. ¿Habrá retorno con ellos?
[POLÍTICA] "Se sobredimensionó mucho el tema de las elecciones provinciales": para "Toto" Caputo, aunque les "encantaría ganar" en octubre, la prioridad es tener "gobernabilidad", y eso no está asegurado ni con un triunfo "por 14 puntos, por 8 o por 2".