NOVENA SECCIÓN

Plan Veto

Santilli y Manes tachan el apellido Vidal en sus campañas. El lastre de la vuelta al útero porteño en modo fuga. Argumentos a un lado y otro de la interna.

Candidata al muere. Heidi. La revelación. La primera gobernadora de la provincia de Buenos Aires. Le Leona. La desilusión. La estrella fugaz. La jefa de la oposición. La fugada. La vetada.

 

María Eugenia Vidal es -junto a Mauricio Macri- el ejemplo más palmario del subibaja que puede padecer la dirigencia política argentina. De retadora -mujer- sin chances, a doblegar a los barones del conurbano y terminar con 28 años de hegemonía peronista en el principal distrito electoral del país. De ser la estrella más taquillera en las mieles del macrismo, al regreso al útero porteño para esquivar otra derrota. Y, lo último, la condena a la ausencia, el veto.

 

Como un nuevo inquilino que pasa la escoba y saca a la vereda los trastos que dejó el habitante anterior, los elencos de precandidatos y precandidatas de cada vertiente de la oposición eliminan todo rastro de la orgullosamente exbonaerense. Diego Santilli y Facundo Manes evitan mencionar a Vidal; el apellido no está en los carteles, claro, porque ella eligió competir en tierra porteña, pero tampoco está en boca de la dirigencia que, sin embargo, defiende -en parte- el legado de sus cuatro años de gobierno en la provincia.

 

En ambos campamentos rechazan el término veto, pero reconocen lo innegable, que esquivan el apellido, aunque exponen diversa argumentación. Toman distancia de la mudanza, que en el electorado cicatriza en clave de fuga, debido a la exposición permanente del oficialismo combinada con la dificultad que ella tiene -reconocen en el PRO- para explicarla. Vidal no está en los discursos de Santilli ni de Manes, Vidal no está en las redes de los intendentes PRO, Vidal no está. Vidal solo está en la campaña del Frente de Todos. 

 

En el entorno del Colorado aseguran que no es parte de un plan evitar nombrarla, sino consecuencia de una estrategia que pretende “barajar y dar de nuevo”, mostrar al precandidato como el “nuevo opositor”, “dueño de su propio camino” y alguien que va “en busca de su propio yo”, sin quedar “solapado” a “la sombra” de Vidal.

 

En esa búsqueda se inscribe el ajuste en la campaña proyectado para esta próxima semana, bajando algo la exposición en los medios e incrementando las visitas a territorio. En lo que queda de campaña, Santilli repetirá visitas a la Primera y la Tercera sección, y desembarcará una vez en las cabeceras del interior (Mar del Plata, Olavarría, La Plata, Junín, entre los distritos comandado por el PRO). Aspira a completar la visita a 40 municipios. El operativo incluye también el desembarco en el conurbano profundo. Esta semana, su usina de campaña lo llevó a un barrio bien popular de Lanús, para ver “como se sentía caminando un pasillo, visitando un merendero”.

 

Radicalismo

Con el Plan Veto, Manes le abre la puerta al sector de votantes desencantados con el macrismo pero que jamás se inclinarían por candidatos del denominado campo nacional y popular. Entre dirigentes que rodean al neurólogo hay quienes se tientan con una estrategia más osada, despegarse explícitamente y endosarle al Colorado la figura de una gobernadora derrotada y mudada en fuga. Sin embargo, ese camino parece poco probable: parte de la cúpula bonaerense de un radicalismo que hoy juega a la emancipación apoyó hasta el seguidismo las decisiones de la Vidal comandante. Eso pasó durante un mandato entero y hasta hace menos de dos años; en política, ayer nomás.

 

Es demasiado alto el riesgo de pegarse un tiro en el pie señalando a quien hasta ayer les marcaba el paso. Pero, además, en ambos campamentos transitan la campaña sin perder de vista que a partir del 13 de septiembre saldrán juntos en la foto, deberán ponerse espalda con espalda para librar la verdadera batalla, contra el oficialismo. Después de un comienzo de campaña furibundo, esta semana que termina las partes acordaron bajar el nivel de virulencia para evitar malherir al compañero en el combate de mañana.

 

En el PRO evitan triunfalismos, pero confían en el pulso que recogen en la calle y las encuestas que -afirman- dan ganador al enviado de Larreta doblando en cantidad de votos a su adversario. En el corazón de la usina de campaña larretista reconocen que la pelea es desigual; por fierros, plata, estructura y por el éxito -al menos, en términos electorales- en la Ciudad de Buenos Aires, que el macrismo intenta trasplantar a territorio bonaerense, de mínima a las adyacencias de la capital federal, es decir, al conurbano de la montaña de votos, apuntalado por la maquinaria mediática con base porteña y penetración en los grandes conglomerados.

 

En el campamento de Goropo desvela su bajo nivel de conocimiento en la población. Por eso, a las horas TV, las visitas a territorio y los spots en redes sociales destinados a públicos diversos insisten con sumar un debate con Santilli. No va a pasar. “Que debata el que gane la interna”, patea la pelota el ex vicejefe de gobierno y mata dos pájaros de un tiro: evita el empujón que a Manes le daría el evento y responde al desafío de Victoria Tolosa Paz sin negarse, pero gambeteándolo.

 

Números

Vayamos a las cifras, al fin y al cabo, son las que definen la cuestión. Cuando se les pregunta lo niegan, lógico, pero el radicalismo empuja para alcanzar los 40 puntos. Si lo logra, la derrota será un éxito rotundo, pues la lista definitiva de aspirantes a la Cámara de Diputados nacional de Juntos quedaría conformada casi en partes iguales.

 

Según el reparto acordado entre las fuerzas, el piso para meter candidatos es 20% del total de sufragios que sumen ambos. Es decir, si una de las dos no alcanza ese número, la otra se queda con todo. Sobre la base de una UCR derrotada, pero habiendo alcanzado el piso, las posibles ecuaciones son las siguientes: si saca entre el 20 y el 30 por ciento, se queda con los lugares 3, 8, 13, 18, etc. Si saca entre el 30 y el 40 por ciento, se queda con los lugares 3, 6, 9, 12, 15… (Manes, Danya Tavela, Emilio Monzó y Margarita Stolbizer…). Si el neurocirujano supera el 40%, se queda con los lugares 3, 4, 7, 8, 11, 12, 15, 16… En este último caso, la lista definitiva de Juntos para las generales de noviembre arrancaría así: Santilli, Graciela Ocaña, Manes, Tavela, Juan López, Marcela Campagnoli, Monzó, Stolbizer… El reparto es de dos en dos porque ambas listas están encabezadas por hombres.

 

Heridos

La guerra en el PRO entre porteños y bonaerenses en el amanecer de 2021 dejó heridos, pese al trabajo de orfebrería encabezado por el intendente Néstor Grindetti que evitó que la sangre llegara al río.

 

Si bien entre los intendentes macristas el sueño de la gobernación no es potestad de Jorge Macri -en esa carrera hay que anotar a Diego Valenzuela y a Julio Garro, entre otros-, el de Vicente López jamás lo ocultó y fue el más férreo defensor del bonaerensismo; terminó en soledad la pelea contra Larreta, que imponía, con la anuencia del resto de los integrantes del Grupo Dorrego, a Santilli.

 

Finalmente, como hizo Patricia Bullrich en la Ciudad, también víctima del Plan Canje, el jorgemacrismo bajó las armas y firmó la rendición tras una negociación que algunos consideran fructífera a la luz de los acontecimientos. Pero un sector del porteñismo que transpira la camiseta del Colorado entiende que la bandera blanca no se tradujo en apoyo explícito; es el que afirma que Jorge “está haciendo la plancha”, aunque, al mismo tiempo, festeja que “no esté poniendo palos en la rueda”. En sucursales del campamento amarillo ubicadas a un lado y otro de la General Paz destacan la diferencia con Bullrich, que -se entusiasman al decirlo- se puso la campaña al hombro.

 

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