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Entre la Ciudad y la Provincia: el plan de Larreta para revivir a Vidal

La ex gobernadora se acomodó en las sombras del gobierno porteño, para no poner en riesgo su perfil bonaerense. El jefe de Gobierno la suma a su cruzada intestina contra el ala dura en la interna PRO.

La invitación de Horacio Rodríguez Larreta a María Eugenia Vidal para que se sume a su mesa de crisis por el coronavirus se enmarca tanto en una decisión política como gestual. El jefe de Gobierno le abre las puertas de su gobierno a la exgobernadora para rescatarla de la tragedia electoral de 2019. A su vez, pone todos sus recursos para posicionarla, con voz y voto, en la incipiente reconfiguración del PRO y de Juntos por el Cambio que, en tiempos del peronismo en la Casa Rosada, vuelve a exacerbar la dicotomía entre duros y moderados.

 

 

Vidal decidió romper el mutismo luego de una conversación con su mentor, Rodríguez Larreta, quien le recomendó volver a la primera plana lentamente y le pidió que sea su compañera en la batalla intestina del PRO. Acordaron la incorporación al comité de crisis porteño que toma las decisiones políticas en torno a la pandemia, donde también tienen lugar el vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, el jefe de Gabinete, Felipe Miguel, y el  ministro de Salud, Fernán Quirós.

 

En paralelo, Vidal empezó a orbitar el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño, que ya visitó dos veces. Se puso a disposición de la ministra, María Migliore, que la consulta con mayor frecuencia y valora su palabra en este contexto de crisis sanitaria. 

 

 

 

Sin embargo, la jugada está cubierta por un manto de invisibilidad porque Vidal no participa del día a día de la gestión. Está pero no se la ve. Un juego de sombras con el que Rodríguez Larreta aprovecha el gobierno porteño para darle aire y cancha a su principal socia política a bordo del barco de dialoguistas que timonea en las aguas revueltas de la mesa grande del PRO.

 

La estrategia es, justamente, evitar que se muestre. Ni en la Ciudad ni en la provincia de Buenos Aires. Una recorrida de Vidal por un comedor escolar porteño alimentaría rumores sobre un virtual desembarco en la Ciudad con miras a 2023, que muchos larretistas están dispuestos a fogonear para ponerle un coto de expectativas a Martín Lousteau y la Unión Cívica Radical (UCR).

 

 

 

Pero la exgobernadora tiene planes bonaerenses para las elecciones de 2021 y sigue al pie de la letra el consejo de Larreta, que le recomendó, por ahora, no pisar Buenos Aires para evitar cortocircuitos con Kicillof, con quien el jefe de Gobierno no quiere estropear la coordinación coyuntural para combatir el avance del coronavirus sobre el Área Metropolitana.

 

El empuje de Larreta para que Vidal entre a una fase de hiperactividad se complementa con su raid de videoconferencias con legisladores bonaerenses de Juntos por el Cambio, como detalló Letra P. De todas formas, la buena voluntad que profesa Larreta con Kicillof será pasajera porque, en su charla con Vidal, volvió a marcarle que la necesita en territorio bonaerense para apuntalar su proyección nacional y personal.

 

 

 

A pesar de que Vidal preserva su relación con Mauricio Macri, su vínculo con Marcos Peña está roto. Sonríe Larreta, que durante cuatro años vio los esfuerzos del expresidente por forzar una alianza entre su jefe de Gabinete y la exgobernadora para restarle al jefe de Gobierno poder interno dentro del póker PRO, una apuesta política que jamás prosperó.

 

Una relación que Macri buscó resquebrajar todo lo que pudo pero que, con el correr de los años, comprobó que enfrente tenía una sociedad político-afectiva que, desde los cimientos del Grupo Sophia, se transformó en una sociedad con un accionista mayoritario, Larreta. O, expuesto de otro modo, de un mentor y una discípula.

 

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