Arrancó como un asesor, sin rango y en una pequeña oficina. Abogado y con trayectoria en el sector privado, Felipe Miguel desembarcó en el Gobierno de la Ciudad silbando bajito. Corría 2011, Mauricio Macri iniciaba su segundo mandato como jefe de Gobierno y refrendaba a Horacio Rodríguez Larreta como jefe de Gabinete, que lo incorporaba como ladero para la tarea que se proponía encarar: hacerse cargo del día a día de la gestión, mientras Macri diseñaba su proyección nacional. La historia parece cíclica en el PRO porteño y ahora Rodríguez Larreta replica un esquema de poder similar y reposa en Miguel el cuidado de la gestión, al tiempo que le dio volumen político para armar, desarmar y remendar el gabinete que lo acompañará en su segundo mandato.
"Felipe", como lo llaman sus compañeros del gobierno, no estuvo solo en esa faena. El vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, también forma parte de la mesa de tres patas, junto a Larreta, que definió caras y funciones del nuevo equipo de ministros y aún hace lo propio con las secretarías, subsecretarías y direcciones generales. Pero Miguel se encargó de llamar de a uno a los funcionarios para confirmarlos, reacomodarlos o adelantarles que su futuro estaría lejos del Ejecutivo porteño. Muchos lo tomaron como una afrenta y otros llamaron directamente a Larreta, entonces de viaje en Italia junto su esposa, la wedding planner Bárbara Diez. En una agenda que mezcló reuniones con el papa Francisco y descanso, el alcalde tuvo que atender reclamos de ministros, preocupados por su futuro político y el de sus equipos. “Lo siguen con Felipe”, respondió para cancelar los reclamos. Antes de partir hacia Roma, Larreta le dio la lapicera del diseño de la estructura de su segundo mandato a su jefe de Gabinete, el Larreta de Larreta.
Esa potestad vino acompañada de un ascenso meteórico hacia adentro del larretismo, que no condice con los malos vínculos que arrastra con sus compañeros del gabinete y la falta de "tacto político" que le imputan sus detractores. Crecimiento que incluye más peso en el reparto de cargos y una gravitación total sobre la marcha de la gestión, con eje en la viga maestra con la que se controla el accionar de las áreas gubernamentales: el presupuesto porteño, que este jueves se aprobará en la Legislatura y que asciende a 480 mil millones de pesos.
Ante este contexto, el jefe de Gabinete arrastra cuestionamientos internos, incluso de quienes saben que detrás de cada mensaje de Miguel está Larreta. Cualquier semejanza con las imputaciones que pesaron estos años sobre Marcos Peña para no confrontar con Macri es pura coincidencia. En rigor, la situación del pararrayos presidencial difiere porque Peña también acaparó la política. Por ahora, Rodríguez Larreta no le abre al juego -al menos por ahora- a Felipe y concentra él mismo la conducción política.
A pesar de las quejas de los propios y de la UCR, al plantearle un incremento del poder sobre la gestión a Miguel, Rodríguez Larreta toma una decisión estratégica. Una apuesta que se cristalizará conforme avancen los meses. Mientras Larreta trabajará en su proyección federal y su aspiración presidencial, Miguel tomará la llave del gobierno. Bajo esa lógica, se instala como un sucesor en el pago chico PRO. Una aventura que le agrada y para la que trabaja desde hace meses, incluso con aval y estructura del propio jefe de Gobierno. Promediando 2018 levantó el perfil y la intensidad: incrementó su presencia mediática y sumó recorridas a obras de infraestructura los sábados. Todo durante un año sin campaña electoral.
El “siga siga” de Larreta hacia Felipe abre distintas interpretaciones. Para la UCR, es una señal del jefe de Gobierno para Martín Lousteau, empujado por el radicalismo para dar la disputa en 2023. En la otra vereda, el larretismo anti felipista descree de esa versión y retruca: “Falta un montón”. La historia de un avance de un técnico con amplio conocimiento de los resortes de la administración que se abre paso dentro del gobierno ya es harto conocida en el PRO.
El gabinete de Larreta se edificó en base a dos criterios centrales: fortalecer cuadros propios y ampliarse hacia el radicalismo de Lousteau, Emiliano Yacobitti y Daniel “el Tano” Angelici. Hay una tercera definición que pasa por la proyección nacional de Rodríguez Larreta, sobre la que trabajarán Santilli, Bruno Screnci Silva (ministro de Gobierno), Fernando Straface (secretario General y de Relaciones Internacionales) y Eduardo Macchiavelli, futuro secretario General del PRO.
Pero hay también una cuarta dimensión para explicar el diseño del organigrama de funcionarios. Hay ascensos de cuadros propios, premiaciones a larretistas paladar negro y acuerdos políticos. A prima facie, no hay “felipistas” en el elenco de ministros, pero ese grupo de funcionarios florecerán entre las segundas y terceras líneas de los organigramas de los ministerios. Un esquema de controllers que Miguel desarrolló durante estos cuatro años con el aval de Larreta. Andy Freire, ex ministro, puede dar fe de eso: conoció la furia de Miguel cuando echó a Sebastián Perdomo del entonces Ministerio de Modernización.
MOVIMIENTOS INTERNOS. Por abajo del equipo de ministros hay mudanzas y reacomodamientos. Miguel conservará a su jefe de Gabinete, Juan Pablo Graña, a Patricio Avellaneda como secretario de Planificación y Coordinación de Gestión y Fernando Benegas tendrá bajo su órbita las áreas de Innovación y Ciudades Inteligentes, dentro de la Jefatura de Gabinete.
Felipe avanzó sobre varios ministerios y, en las últimas horas, busca hacer pie en el área de Justicia, una fibra sensible para el radicalismo que, como contó Letra P, está en plena tensión con el PRO y acaba de confirmar un bloque propio en la Legislatura porteña. El ministro coordinador quiere a Jorge Djivaris, actual Procurador adjunto, en la Subsecretaría de Justicia. Ese lugar lo pretende Angelici, que busca que Larreta renueva la confianza en Hernán Najenson. Otra pelea con final abierto. Estos cortocircuitos son los que impiden terminar de cerrar el organigrama y ralentizan la confirmación de puestos, como el propio jefe de Gobierno reconoció la semana pasada.
En este raid de traslados, Genoveva Ferraro irá al Ministerio de Desarrollo Económico, que conducirá el radical José Luis Giusti. Con respecto al diseño de esta cartera, Larreta intercedió y tomó una decisión: ordenó el traslado y la conservación de los equipos de Ezequiel Jarvis (subsecretario de Trabajo) y Juan Manuel Franchi (subsecretario de Administración de Bienes Inmuebles).
Por otra parte, Santilli tiene el visto bueno de Larreta para que Matías Lanusse asuma en la Agencia Gubernamental de Control (AGC). A su vez, Screnci Silva incorporará a Karina Spalla a su ministerio y el ministro de Economía, Martín Mura, acordó directamente con Rodríguez Larreta el pase de Javier Salas Bulacio (jefe de Gabinete) al Ministerio de Desarrollo Humano y de Juan Fassanella (subsecretario de Administración Económica) a AUSA.