Un alto empresario azucarero cuenta que el domingo último le preguntó al cura de la parroquia a la que asiste todas las semanas cómo veía el país y qué creía que se podía hacer para aportar a una mejora. El religioso le recomendó apoyar, “porque es un momento difícil, sobre todo para los más desprotegidos”. Los CEOs son, en general, ultra-católicos y más bien conservadores en materia social. Pero este tipo de visiones los preocupan y los depositan en un escenario que no padecen en carne propia: la crisis que está más allá de los vaivenes del dólar, las tasas y la competitividad; una sensación que perciben en televisión y en la calle, pero que los hace reflexionar out of the box y los pone a concluir que el problema político que tiene el Gobierno es serio y precisa gestos de concordia y mucha cautela.
El azucarero compartió la interconsulta parroquial con uno de los vicepresidentes de la Unión Industrial Argentina (UIA) mientras esperaban en primera fila la llegada del ministro de la Producción, Dante Sica, para inaugurar la 24° Conferencia anual de la central fabril. Quien lo escuchó le devolvió que “es lo mismo que me dijo el papa Francisco” en una de las últimas visitas que uno de los cinco empresarios más ricos de la Argentina hizo junto a su familia a tierra vaticana.
Todos estos condimentos, más la visión que se llevaron de las últimas reuniones con funcionarios y en la lectura de los hechos recientes, llevó al Círculo Rojo a replantear su postura ante la realidad. “Tenemos que tener cuidado, es momento de apoyar porque el problema es político”, señalaba el titular de la Unión Industrial Bonaerense (UIPBA), Martín Rappallini, cerca del final del evento fabril en Parque Norte.
Esa visión es la que llevó a varios dirigentes de la UIA a moderar el tono de los discursos mientras las chimeneas se hunden trabajando al 60% de capacidad instalada y con caídas en la actividad cercanas al 7%. Alberto Álvarez Saavedra, el vice que es propietario de Laboratorios Gador, mencionó dos o tres temas que inquietan en volumen bajo y se guardó para sí la bronca que el rubro tiene con Elisa Carrió por haberlos acusado de conspirar y tumbar al ex vicejefe de Gabinete Mario Quintana.
Lo propio hizo el jefe de la UIA, el aceitero Miguel Acevedo, que discurseó ante el propio presidente Mauricio Macri. La ponencia del gerente de Aceitera General Deheza (AGD) fue un termómetro para medir malestares. Lo aplaudieron a rabiar cada vez que hizo hincapié en la falta de industrialización, mostrando que la bronca con lo que consideran una política equivocada para el sector abre rendijas en medio de la corrección política. Cuando culminó Macri, muchos se enojaron por la escasa referencia a la crisis industrial, la falta de medidas y un pedido público y polémico: que los industriales ayuden, intermediando con los gobernadores del Interior, para que se apruebe cuanto antes el Presupuesto del año próximo.
Para el Ejecutivo, según confiesan incluso en la Casa Rosada, la Ley de Leyes es más importante para garantizar la continuidad y el orden que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). “Quieren que pongamos el hombro, pero no le sacaron un peso a la patria financiera, no pusieron un tipo de cambio diferencial para los viajes y no pusieron impuestos a las importaciones. ¿No te parece que ya ponemos mucho el hombro bancando a los empleados y pagando los sueldos”, dijo a Letra P un vehemente industrial de una de las provincias grandes, que pidió preservar su nombre.
Casi todos los sectores coinciden en que el Gobierno atraviesa un proceso de debilidad estructural que, más que hipotecar sus posibilidades como frente Cambiemos, pone en riesgo la continuidad de un modelo M, una forma de hacer política que va más allá de las personas y consiste en un capitalismo libremercadista de modos amables, un escenario que podrían garantizar otros candidatos extra oficialismo.
Hace dos semanas, un selecto grupo de CEOs cenó en la casa de un empresario con el líder del Frente Renovador, Sergio Massa. Estuvo en el convite, entre otros, el jefe de la cámara alimenticia Copal, Daniel Funes de Rioja, un banquero y colegas del comercio. Se juntaron a escuchar propuestas y a llevarse la respuesta que buscan: si no es Macri 2019, que la sucesión sea en la misma línea.
No fue el único que compartió una mesa con hombres de negocios. Otro de los comensales activos es el referente de lo que muchos llaman peronismo light no K, el senador rionegrino Miguel Ángel Pichetto. “Como estas comidas hay muchas; en general el dueño de casa no quiere que se sepan, pero pasan todo el tiempo”, relató uno de los que asiduamente convoca.
¿Dónde ven los sectores de poder corporativos las debilidades del Gobierno? Primero, en un presidente que en la privada aparece “golpeado”. Es lo que observaron en la última reunión de la mesa de comercio llevada a cabo en la sede de Mercado Libre. Fue hace unos días, justo cuando recrudecía el súper dólar. El segundo evento, más reciente, fue el martes último en la reunión con la federación de Madereros de FAIMA.
A esta altura, lo gestual es relevante y el desgaste de la gestión se palpa en el físico y en el rictus. Pero quizás lo que más confunde son las desprolijidades políticas, como las mega filtraciones, las operaciones y la danza de nombres de posibles ministros que se dieron el último fin de semana. Todo, mientras en la Quinta de Olivos el eje del Ejecutivo, la mesa chica, evaluaba cómo capear la crisis.
Carlos Melconian es amigo de muchos empresarios que le colapsaron el teléfono preguntándole si volvía a la gestión pública. “Olvidate, pidió todo para no ir”, comentó un jefe de automotrices a un par de los servicios. Era el único cuadro que querían en serio, como una especie de justiciero que los representara y terminara con la influencia del invencible jefe de Gabinete, Marcos Peña.
Macri en Mercado Libre. Los CEOs lo percibieron "golpeado".
Para el Círculo Rojo, las idas y vueltas de ese fin de semana en la residencia de la calle Villate terminaron jaqueando todo menos lo que consideran un problema: la decisión central de la política que se hace desde el peñismo.
Antes de eso, se habían quejado de la exposición estéril del presidente en el video de un minuto en Vaca Muerta y, unos días después, de la promiscuidad en los modos de algunos funcionarios, que se dedicaron al ocio y la distensión mientras el billete verde le sacaba varios cuerpos de ventaja al peso. El primer hito, la presencia del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, en el Monumental en el partido River-Racing, por Copa Libertadores. La misma situación de desconcierto generó el “picadito” del último miércoles en Olivos, información que reflejó en detalle la periodista Analía Argento en Infobae. Otro periodista, Jairo Straccia, de Perfil, contó también el domingo último que el titular del Banco Central (BCRA), Luis Caputo, se pasó el último fin de semana largo, ya con la nueva corrida en progreso, en las playas de Río de Janeiro. Ni los banqueros cercanos al poder, como Gabriel Martino, del HSBC, se quedaron conformes con esa decisión. Naturalmente, los ejecutivos de grandes entidades, como los ex JP Morgan, están habituados al riesgo y a moverse con cierta impunidad. Al igual que Alfonso Prat Gay, otro ex Morgan, Caputo y la raza se resisten, por naturaleza, a responder a estándares políticos. Ni en la función pública sienten la responsabilidad de ser y parecer, pero para sus pares, así y todo, nada de eso justifica acciones cuestionables en una situación delicada como la actual.
Perfil mostró a Caputo en Ipanema. Excentricidades comunes en los banqueros que molestaron.
También inquietó a los retailers y a grandes supermercados nucleados en ASU la lectura que hizo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, sobre los saqueos express que se copiaron de una metodología utilizada en Chile. La funciona aseguró que hay referentes del kirchnerismo detrás de esos ilícitos. Para los popes del supermercadismo, hay que aplacar el foquismo para evitar una masificación. Y la mayoría ubica a los K atrás de los robos, con un ejemplo: en la mayor parte de los distritos donde se dieron estos hechos había intendentes del Frente Para la Victoria. En Comodoro Rivadavia, de hecho, el jefe comunal es descripto “casi como un Néstor”. Carlos Linares no sólo es un ultra K, sino que mantiene una amistad de años con la ex presidenta Cristina Fernández.
En el marco de estrategia no consensuada de sostener a Macri en el medio del vendaval, la mayor parte de los CEOs confiesa que, además de garantizar continuidad moderada, se busca borrar del mapa al fantasma de CFK. Por esto, buena parte de los que manejan poder le recomiendan al Gobierno dejar de ensanchar la grieta y abandonar la polarización con Unidad Ciudadana. Creen que no es negocio para nadie, ni para los CEOs ni para el peronismo amable.