“Yo interpreto la voz del presidente”, avisó Elisa Carrió casi al inicio de su discurso. Se galvanizó así ante las críticas y cuestionamientos que pudiesen surgir de un público que banca a la líder de la Coalición Cívica por un tema netamente estratégico. La diputada nacional volvió a erigirse ante la cúpula de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) como su representante política dentro del Gobierno. Lo hizo en el marco de la celebración del Día de la Industria, en una comida que reunió a 100 invitados, un número moderado y cuidado por una razón: en la última aparición de un funcionario en un evento así el (¿ex?) ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, se llevó críticas y cuestionamientos fuertes que obligaron a depurar la plantilla de convidados.
El paraguas del co-gobierno con Mauricio Macri, del que hace gala Carrió más allá de cualquier venia oficial, tiene algunos peligros. Sobre todo cuando se dispone a abordar una agenda amplia de temas que complican y molestan al Ejecutivo: en este caso, una especie de teoría del caos que tiene responsables variados y que culmina con una alegoría compleja, con dedicatoria para los “golpistas”. “Yo me divierto en el riesgo, las crisis me generan adrenalina. A los golpistas les digo: no hay helicóptero, acá nos sacan como en la Casa de la Moneda en Chile. Yo viva no salgo, y Macri tampoco", disparó, tocando el nervio más sensible de Cambiemos, las apuestas de algunos sectores de la oposición por instalar una visión inestable del Gobierno.
El auditorio se quedó mudo al escuchar la comparación con un hecho simbólico en la historia de los golpes de Estado en América Latina: el bombardeo al palacio de gobierno chileno el 11 de septiembre de 1973, encabezado por Augusto Pinochet en contra de Salvador Allende.
A esa altura, los comensales ya habían devorado el cóctel de camarones y se habían instalado en el primer plato. Es que Carrió llegó una hora tarde al evento y consumió 50 minutos en un discurso que también incluyó otro de los temas que le piden en el Gobierno que no mencione. “Yo le avisé a (Fernando) De La Rúa que venían por él. Y no es que yo sepa economía, los cartoneros me dicen que cuando no hay propina no hay moneda. Este año a la clase media le va a ir mal, pero hay que hacer un sacrificio por cien años de prosperidad”, explicitó sobre el 2001, en una comparación que se llevó puestos en el camino a “Eduardo Duhalde, Fernando De La Rúa” y hasta a José Ignacio De Mendiguren, un industrial enemistado con Carrió desde hace décadas.
Destacó Lilita que “Macri tiene más decisión de lo que parece" y agregó que “el Presidente guarda sus sentimientos, por eso no puede explicar el dolor que tiene. Confíen en este presidente”. Asimismo, pidió que “sostengamos a este gobierno en la adversidad, se los pido”.
El discurso siguió caótico y confuso, a punto tal que volvió Carrió a especular sobre conflictos sociales a fin de año, algo que el Gobierno apunta a diario a correr de la agenda, sobre todo con la intervención de la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley. "¿Vamos a tener conflicto social en diciembre? Si. ¿Va a ganar Cristina (Fernández)? No. Estar con el hijo de Macri padre es el mayor sacrificio de mi vida. La decisión que tiene Macri no se la vi a nadie".
Gerardo Díaz Beltrán, presidente de CAME, había escuchado un discurso parecido un rato antes, en el primer piso del edificio del Bajo porteño, donde se reunieron con Carrió. “Ella es transparente, es así”, explicó a Letra P. En la ponencia de Carrió se lo vio incómodo por la falta definiciones de la dirigente sobre las preocupaciones de la industria pyme. “Para que exportemos, necesitamos que se baje la tasa”, expresó cuando Lilita avisó que “no va a bajar la tasa”. Lo dijo, según ella, luego de varias charlas con Luis “Toto” Caputo, el presidente del Banco Central con el que tiene diálogo.
La teoría del caos según el evangelio Carrió siguió el camino de apuntar responsables de la crisis actual. Defendió a su amigo y ex vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, y volvió a afirmar que “lo quisieron tumbar los laboratorios nacionales”. La apelación fue casi la única que consiguió respaldo de aplausos. Hoy en día, casi todos los sectores empresarios consideran que el lobby de los remedios fue y es peligroso. Para Carrió, en este escenario, la crisis responde a una traición de los CEOs y de una oposición vinculada al peronismo no sólo K, sino al de los gobernadores dialoguistas. "Los gobernadores están abusando con Ingresos Brutos. Esto no es lo que se acordó con Nación. Están juntando plata para las elecciones", dijo, antes de tejer la teoría de “los dueños que antes no se tocaban”.
Carrió dejó definiciones y teorías sobre la crisis. Poco de lo que querían escuchar las pymes.
Juan Manuel López, el diputado lilito que la acompañó al evento, sonreía desde una de las mesas, cerca de Mariano Mayer, el secretario pyme que asistió enviado por el jefe de Producción, Dante Sica. La explicación de los CEOs de la crisis fue dura y con nombres propios: "Este país tuvo dueños durante 90 años. Y los dueños no se tocaban, todos tenían la vaca atada. Carlos Pedro (Blaquier) con el azúcar, Paolo (Rocca) con el acero. Los Madanes (Quintanilla, de Aluar). Tenemos ciclos pero no avanzamos. Se terminó la Argentina de los dueños, empieza la Argentina de la prosperidad”, explicó Carrió haciendo foco en los enemigos íntimos que encontró en las corporaciones.
También puso en el tren de los desestabilizadores a Eduardo Eurnekian y a algunos de los que están en las causas de los cuadernos de la corrupción K, entre ellos “Aldo Roggio, a quien denuncié hace mucho”. Consideró que “hay muchos que fugan capitales y trabajan contra Argentina, y son capitales locales. Ese modelo se está cayendo. Yo interpretó la voz del presidente de la república. Todo lo que hice desde la chacra este fin de semana fue una melodía".
Carrió no asistió a las negociaciones febriles en la Quinta de Olivos, donde se deliberó sobre los cambios en el gabinete y nuevas medidas. Ella estuvo en contacto telefónico con Macri. “Me llamó desde su quinta, Los Abrojos”. Cerró esa parte del discurso sumando al primer mandatario a su cruzada contra el Círculo Rojo. “El Presidente no va a cambiar. El entendió que quiere ser otra cosa que Franco (Macri, su padre) y que la Argentina sea distinta. No le tiene miedo a los dueños del poder".
Carrió apuesta por CAME en el marco de una disputa que tiene con los bancos y los industriales de la Unión Industrial Argentina (UIA), a los que apunta como responsables de las últimas corridas cambiarias. Es imposible leer esta teoría conspirativa sin esos elementos previos.
Entrelazado en un mar de palabras desordenadas, Lilita sostuvo que Macri está a favor de barrer con los CEOs corruptos “porque hasta dejó que vayan contra su primo más querido”, el ex dueño de IECSA, Ángelo Calcaterra. Y se tomó una línea para pedir que vaya preso el operador PRO y presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici.
En el marco de una construcción selectiva sobre las razones de la crisis, Carrió dejó algunas definiciones de política económica. A su estilo, confesó haberle dicho a Dante Sica, ministro de Producción, que “si se corre de la alianza con las pymes, me lo bajo”. Y afirmó que “no esperen la reforma laboral hasta fines del año que viene. Hoy no hay número. El PJ que responde a los sindicatos lo va a trabar".
Lo último fue un sinceramiento radical, pero lo más lógico en toda su presentación. “Hoy no se tocó el programa de baja de retenciones. Los cuatro pesos por dólar que pusieron te los devalúa la inflación", concluyó.