Plano corto. juan schiaretti

El último socio

El cordobés lidera la liga blanda. Ista de todos los ismos del PJ, es el mejor aliado de Macri para cuidar la fortaleza mediterránea anti K en 2019. De Franco a Mauricio, retrato del camaleón.

Es el último socio de peso, territorial y político, que le queda a Mauricio Macri en el peronismo. Único exponente del viejo PJ que se dispone a atravesar el desierto del déficit cero con el primer empresario que llegó a la Casa Rosada, Juan Schiaretti es el aliado más importante para el Presidente. Por ser el gobernador de Córdoba, la provincia más grande que queda en manos de la oposición y la que le dio la victoria a Cambiemos. Y por la confianza que le tiene, hija de décadas de proyectos en común, con la industria automotriz y el menemismo como sólidos antecedentes.

 

Schiaretti vivió varias vidas y supo, en todas, sobrevivir o amoldarse a la corriente. Difícil de encasillar, zigzagueante y camaleónico, “El Gringo” lidera hoy el pelotón de los gobernadores del PJ que no quieren poner palos en la rueda y apoyan el ajuste que se acordó con el Fondo.

 

 

El gobernador de Córdoba participa de manera elocuente en los días más difíciles del Presidente. La semana pasada, torció el rumbo de las reuniones del Consejo Federal de Inversiones, que venían nucleando al peronismo que se aleja de Macri con Miguel Ángel Pichetto, Sergio Massa y la cúpula de la CGT moderada. }

 

Convocó a una cita sin diletantes ni espectadores en la que fijó como condición que sólo fueran de la partida los mandatarios provinciales, con responsabilidad de gobierno. En nombre del “peronismo republicano” que dice representar y aliado con Juan Manuel Urtubey, cambió el tono y el criterio de la convocatoria, que mutó de mesa amplia peronista a cónclave de gobernadores de toda la oposición, incluidos el socialista Miguel Lifschitz y los provinciales como Hugo Passalacqua y Alberto Weretilneck. “Ni CGT ni Massa ni nada de eso que se vio en la última reunión”, avisó.

 

 

 

El giro fue tan pronunciado que -como reveló Letra P- obligó a un llamado de Juan Manzur, el tucumano que se endurece en el último tiempo de cara a una eventual candidatura presidencial. La guerra de reuniones se saldó a favor de Schiaretti y contó incluso con Rogelio Frigerio, el enviado de Macri para garantizar la foto que en Washington esperaba Christine Lagarde. Lejos de cualquier conspiración destituyente, un plato servido de la política hacia los mercados.

 

EL NUEVO PERONISMO. Con cada etapa de la vida de Schiaretti podría escribirse un libro. De padre ferroviario, estudio en el Liceo Militar General Paz y participó del Cordobazo con apenas 20 años, cuando era un estudiante de Ciencias Económicas. Se enroló en el peronismo revolucionario, se exilió en Brasil, fue cavallista fervoroso, funcionario menemista y designado interventor en Santiago del Estero. Se adaptó al kirchnerismo desde la provincia que más lo aborrecía y se abraza hoy a Macri con el argumento de la responsabilidad.

 

La semana última, Schiaretti salió como el vocero del encuentro a favor de un entendimiento. Su rol protagónico no deja de ser curioso. Es la figura de mayor peso en un lote de gobernadores jóvenes que sintonizan con el norte que traza Cambiemos y toman distancia del kirchnerismo. Urtubey, Domingo Peppo, Gustavo Bordet, Sergio Uñac y otros provinciales como Passalacqua y Omar Gutierrez. Son los gobernadores opositores que actúan al límite del oficialismo y, moldeados por la tijera de una modernización que remite a los años noventa, no sacan los pies del plato.

 

 

 

Son el archipiélago aliado al Gobierno que se aleja del grupo de los veteranos que no digieren a Macri -Carlos Verna, Gildo Insfrán, Alberto Rodríguez Saá, Alicia Kirchner- y suma a la generación de Manzur, Lucía Corpacci, Rosana Bertone, Mariano Arcioni, Sergio Casas y hasta Gerardo Zamora, que se mueve entre el pragmatismo y la autopreservación.

 

La fractura entre lo nuevo y lo viejo, tal como la definen en la Casa Rosada, quedó expuesta en la reunión del CFI. A ojos del Presidente, Schiaretti está -a los 69 años y con cuatro décadas de política encima- a la cabeza de lo nuevo. En línea con el pensamiento de Macri.

 

La semana tuvo su broche de oro con la decimocuarta visita del Presidente a Córdoba y la confirmación de la sintonía fina con El Gringo. Pero la alianza no se agota. A través de sus mensajes, gestos y legisladores, el gobernador será decisivo en la discusión del Presupuesto en el Congreso que exigen el Fondo y los mercados. Frigerio espera a Schiaretti en los próximos días en Buenos Aires para firmar la addenda al Pacto Fiscal.

 

 

 

ALIANZA PARA EL CAMBIO. A Schiaretti le sobran las razones para abrazarse a Macri. Gobierna la provincia más oficialista del país, territorio blindado e irreductible del antikirchnerismo. El ex Frente para la Victoria jamás ganó una elección ahí y los cordobeses apostaron siempre a cualquier otra cosa: desde Carlos Menem hasta Roberto Lavagna y el actual presidente. Marcos Juárez acaba de confirmar que aún el peor Macri, con retenciones pesificadas incluidas, aparece como lo menos malo para una porción nada desdeñable de los cordobeses.

 

No es lo único. El hijo de Franco no lo dice, pero prefiere al Gringo como gobernador en Córdoba, con un escenario doméstico colmado de contradicciones internas. A Cambiemos le sobran candidatos con altas pretensiones, demasiado marketing y votos insuficientes. Ramón Mestre, Héctor Baldassi, Luis Juez, Mario Negri, el subalterno Oscar Aguad, todos, por distintas razones, están lejos de brindar las garantías que ofrece el peronista Schiaretti. 

 

Curtido en el arte de la negociación, de envidiable línea directa con Macri y Frigerio, la pulseada de los gobernadores con la Casa Rosada por el ajuste 2019 incluyó una serie de sus pedidos concretos. El recorte de subsidios al transporte afecta sobre todo a María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, tal como reclamaba el cordobés. “Estoy cansado de que hagan obras en Morón con lo que me sacan a mí en Salsipuedes”, repitió el gobernador en más de una oportunidad. El hachazo también afecta a Mestre, su rival directo en la provincia y su eventual competidor en 2019.

 

 

 

Hasta en el radicalismo nacional que integra la alianza gobernante lo ven con claridad. “Al final del camino, El Gringo va a ser el que más sume y menos reste en la pelea del ajuste”, le dijo a Letra P un dirigente que sufre a Schiaretti cuando está en Córdoba, pero lo considera oro en polvo cuando viaja a Buenos Aires.

 

Para el Presidente, Schiaretti representa una cantidad de votos importantes en el Congreso a la hora de votar el Presupuesto. Pero, además, es el líder del peronismo que pretende Cambiemos. 

 

En las adyacencias del ex secretario de Industria de Menem y Cavallo, también repasan ganancias en un escenario en el que casi todos pierden. No confrontar con Macri y pararse desde el bastión del anticristinismo le permite ceder muchos menos recursos que Vidal y lograr dos extras: que le financien el desquicio de la caja de jubilaciones y que Mestre tenga que subir el boleto de bus a precios escandinavos. Eso, sin contar con lo que Córdoba recuperó de coparticipación con la llegada del ex presidente de Boca a la Casa Rosada y después de sufrir como nadie durante la era kirchnerista.

 

 

 

 

UN FUTURO A MEDIDA. A nivel nacional, Schiaretti sintoniza con la prédica de Pichetto más que con la de Massa. Parado sobre la fortaleza del macrismo, observa la absoluta inconveniencia de ir a cualquier tipo de confluencia nacional con el kirchnerismo. Juntos se mostrarán en poco tiempo con el agregado de Urtubey, en lo que puede ser la plataforma de un PJ sin kirchneristas.

 

Una encuesta de Managment & Fit que encargó Schiaretti arrojó resultados sorprendentes. De acuerdo a ese sondeo, realizado entre el 28 de agosto y el 4 de setiembre, el 57% de los cordobeses considera que el país va a estar peor en los próximos meses y sólo el 23% se ilusiona con una mejora. El 68,5% está en desacuerdo con la manera en que el gobierno de Macri “conduce la política económica del país” -sólo el 17,3% se declara de acuerdo- y el 57,8% desaprueba la forma en que el Presidente “conduce al gobierno nacional”, mientras que el 34,9 % de los consultados lo aprueba. Se trata de una caída muy pronunciada en una provincia donde Macri arrasó en dos oportunidades, pero demuestra que, aún en un escenario de crisis, devaluación y ajuste, preserva un piso de aprobación.

 

 

 

El mismo trabajo indica que el 61,9% de los cordobeses apoya la forma en que Schiaretti conduce la provincia, en tenue oposición a Macri, y arroja un nivel elevado de desaprobación para Mestre (58%) en la ciudad de Córdoba.

 

 

 

El trabajo es un insumo fundamental por más de una razón. Por un lado, confirma que el gobernador peronista se mueve bien, de acuerdo a los números que maneja. Por el otro, aporta un elemento fundamental para entender a Schiaretti. Management & Fit pertenece a Guillermo Seita, un operador especial que conoce al gobernador desde tiempos inmemoriales, es su consultor de extrema confianza y trabó con él una relación de lo más estrecha en la década del noventa.

 

También con un pasado -difuso- de militancia setentista, Seita era la mano derecha de Cavallo cuando Schiaretti era su secretario de Industria y se conocen de memoria. Ese puente despierta comentarios de los más suspicaces en los círculos de poder mediterráneo. Cerca de José Manuel De la Sota, sostienen que ese nexo es el que acerca a los ex funcionarios de Menem al Grupo Clarín, gigantesco detractor de cualquier alianza peronista que incluya al cristinismo.

 

La discrepancia que puede advertirse entre Schiaretti y De la Sota también es materia de especulaciones. Mientras el gobernador se muestra dispuesto al diálogo y al ajuste, su antecesor y socio político está ausente de la discusión pública desde que Macri se convirtió en presidente. De la Sota no habla, pero mira el escenario nacional, tiende puentes con Cristina Kirchner y alienta una gran PASO con el kirchnerismo, como lo confirmó hace más de un mes la ex senadora Haidé Giri. El (¿ex?) aliado de Sergio Massa preserva su perfil bajo y, según dicen en el PJ cordobés, sólo su hija Natalia expresa con fidelidad su pensamiento y sus próximos movimientos.

 

 

 

Consultados por Letra P, a un lado y al otro del cordobesismo, coinciden en que no existe posibilidad de una ruptura entre El Gringo y El Gallego, dos aliados de hierro que tienen perfiles y orígenes distintos en el PJ pero pertenecen a la misma generación y se alternan el poder en la provincia desde hace casi dos décadas. “Estos le hacen el uno dos a Umtiti y Varane juntos”, le dijo a este portal un dirigente que dialoga con los dos. En senderos que hoy se bifurcan, habrá que ver si refrendan, como siempre, la hermandad en defensa del territorio. ¿El PJ de Córdoba se desentiende de la pelea presidencial y prescinde de los votos de Cristina en una apuesta a cualquier candidato no kirchnerista?

 

Como Felipe Solá, otro sobreviviente que se acerca a Unidad Ciudadana, De la Sota cree que todas las vertientes del PJ deben confluir en una gran PASO y que lo ideal es que CFK no se presente como candidata y designe un delegado. En caso de que la ex presidenta quiera competir, El Gallego, dice, está dispuesto a enfrentarla. Sería una “interna de resurrección” de todo el peronismo contra Cambiemos, a la manera de la que enfrentó hace tres décadas a Menem con Antonio Cafiero.

 

El ex gobernador deja correr una diferencia de fondo que marca con cal la cancha hacia el futuro: dice que el peronismo rubio -llamado hoy “racional”- no existe ni tiene chances de prosperar en Argentina, todavía menos con el hijo de Franco en la presidencia.

 

 

 

Mientras De la Sota fue un acérrimo opositor al kirchnerismo y hoy cuestiona duramente -por lo bajo- el rumbo del macrismo, Schiaretti tuvo la costumbre de mimetizarse con el poder de turno. Ex funcionario de Menem, no le faltaron puentes con el cristinismo a partir de su vínculo con Carlos Zannini

 

En el peronismo republicano, del que ahora habla Schiaretti, cuestionan a De la Sota. Dicen que se acerca al kirchnerismo porque apuesta por lo viejo y lo presentan enredado en cuestiones judiciales y personales que le impiden salir a hacer política.

 

 

 

LA CONFIANZA. Al peronismo que se debate entre el macrismo y el kirchnerismo se suma un último componente del que se sabe poco. La extrema confianza entre Macri y Schiaretti, forjada hace más de dos décadas. Cuando el ahora gobernador de Córdoba se exilió en Brasil y comenzó a trabajar en la industria automotriz, trabó una relación personal con Franco Macri. La cercanía era tanta que en la provincia ubican a Schiaretti como antiguo empleado del padre del Presidente, algo que niegan en su entorno.

 

El nexo se activó en la década del noventa, cuando El Gringo se convirtió en secretario de Industria de Menem. Schiaretti como funcionario y Franco Macri como empresario aliado al menemismo fueron artífices del acuerdo automotriz con Brasil, que todavía hoy está vigente y que el Presidente y el gobernador defienden con uñas y dientes.

 

Hoy Schiaretti es el principal aliado de Mauricio. Están on line, se tienen confianza y trabajan juntos por el sueño de la Argentina poskirchnerista. Cuando la tensión con los gobernadores crece, el cordobés suele cortarse solo con visitas individuales a la residencia de Olivos. Llegó incluso a grabar un mensaje de apoyo al rumbo del gobierno desde la quinta presidencial a favor de la rebaja de Ingresos Brutos.

 

El argumento final es el que repiten sus voceros por estas horas: si no hay Presupuesto, la crisis se va a agravar y la va a sufrir todo el pueblo argentino, como ya padece hoy una mayoría en crecimiento el rumbo de la economía de Macri que convalida desde hace tres años, pese a todo, el gobernador de Córdoba.

 

* Esta nota fue escrita y publicada horas antes de la muerte del ex gobernador cordobés José Manuel De la Sota.

 

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