ROBERTO DELLAMÓNICA

Santa Fe: quién es el soldado de la corporación judicial que pone el cuerpo para enfrentar a Pullaro

Preside el Colegio de Magistrados tras años de carrera en la Justicia. La lealtad con su gremio y el desinterés por integrar la Corte. Cruces con el gobierno.

A Roberto Dellamónica no le fascinan los micrófonos ni las cámaras. El hombre de la Justicia de Santa Fe entiende que son parte de su rol gremial, más aún en momentos de alta exposición mediática, como los de la pelea que mantiene el Colegio de Magistrados -que preside- con Maximiliano Pullaro, pero no se encandila.

Al juez de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Santa Fe le tocó ser el encargado de encabezar el reclamo de los jueces contra la Casa Gris casi por azar: la presidencia del Colegio de Magistrados se rota periódicamente entre Rosario y Santa Fe. El conflicto estalló cuando a Dellamónica le tocaba estar al frente de la organización, secundado por el rosarino, y también camarista, Ivan Kvasina. Fueron los encargados de ponerle cara y vocería a las protestas de la Justicia de Santa Fe.

Dellamónica, Kvasina, Ariel Ariza y Gustavo Salvador son nombres que se repiten cuando están involucrados intereses sectoriales del colectivo de jueces y juezas. Son caras que aparecieron al frente del Colegio de Magistrados en los últimos años, fruto de una renovación que no alteró la matriz discursiva. Desde la saga de balaceras contra magistrados rosarinos encargados de juzgar a bandas narcocriminales hasta la preocupación por un “avance sobre la independencia judicial”, siempre salieron a defender a sus colegas, sin medir si la opinión pública estaba o no de su lado.

Un producto de la Justicia de Santa Fe

Egresado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral en 1993, Dellamónica es un producto moldeado en la lógica de la corporación judicial. Siempre dedicado al área civil y comercial, empezó su carrera como auxiliar en un juzgado santafesino el mismo año en el que se graduó. “No empezó poniendo sellos en mesa de entradas, pero casi”, cuenta una fuente judicial que lo conoce.

Fue en la facultad donde se enroló como discípulo de Enrique Muller, un destacado jurista santafesino, de cuya cátedra en la materia Obligaciones fue adscripto Dellamónica. Además de camarista civil -cargo del que ya se jubiló-, Muller es aún un destacado socio del Club del Orden, una asociación que orilla los 170 años de historia en la que se reúnen asiduamente los apellidos patricios que marcan el pulso de la vida política y social de la capital provincial.

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Roberto Dellamónica e Ivan Kvasina acompañan a la presidenta de la Federación Argentina de Magistrados, Marcela Ruiz.

Roberto Dellamónica e Ivan Kvasina acompañan a la presidenta de la Federación Argentina de Magistrados, Marcela Ruiz.

De la mano de Muller, Dellamónica creció en ámbitos académicos. Concursó y ganó los cargos de profesor adjunto en la cátedra de Obligaciones y de jefe de trabajos prácticos de la materia Derechos Reales. Quienes conocen su trayectoria destacan su inteligencia, aunque su nombre no figure en el panteón de los grandes pensadores del derecho santafesino del que sí forma parte su mentor. La relación con Muller es tal que fue Dellamónica quien motorizó un homenaje en el Patio de la Reforma de la facultad que los alberga. Ese día, hasta fue el encargado de dar uno de los discursos.

Paralelamente a su desarrollo académico, Dellamónica no se salteó ni un peldaño de la carrera judicial. Demostró su voluntad de formar parte de la corporación cuando, por ejemplo, aceptó un traslado a Tostado -en el norte santafesino- que significaba un ascenso a secretario de un juzgado. Volvió a su Santa Fe natal cuando lo volvieron a ascender, esta vez a prosecretario administrativo de la Corte Suprema. Corría el año 1998 y se estaba a las puertas de la última gran renovación de supremos en el tribunal cimero.

Embed - Homenaje al Profesor Enrique Müller

El paso siguiente para Dellamónica era obtener juzgado propio. No tenía grandes vínculos con Franja Morada de la UNL, sector que siempre se destacó por darle un plus a figuras propias que buscaban lugares en el Poder Judicial. Dellamónica lo intentó cuatro veces: en tres de ellas obtuvo el primer lugar en el orden de mérito, mientras que en otra quedó segundo. En diciembre de 2006 asumió como magistrado subrogante en uno de los juzgados civiles y comerciales de Santa Fe, esos mismos en donde empezó como auxiliar. Un año después lo confirmaron en el cargo.

Los memoriosos dicen que el padrinazgo de Muller talló en el proceso que lo encumbró, algo siempre difícil de comprobar. Lo cierto es que la jubilación del mentor, unos años después, abrió una vacante en la Cámara de Apelaciones. Dellamónica vio una oportunidad, ya que el reglamento del concurso ponderaba especialmente la experiencia en los juzgados, algo que a él le sobraba. Era, en el fondo, una decisión política: se buscaban perfiles más cercanos a la corporación judicial. El entonces juez de primera instancia concursó y ganó una silla en el influyente tribunal.

Roberto Dellamónica c/ Maximiliano Pullaro s/ conflicto de poderes

Moderado, accesible, querido en el Círculo Rojo santafesino, siempre amable en la atención a la prensa -hasta ganó un premio por una monografía en el marco de una capacitación sobre periodismo judicial-, el presidente del Colegio de Magistrados no se muestra interesado en seguir escalando: más de un periodista lo escuchó decir que para la Corte se necesita un “perfil político” que él no tiene. En ámbitos judiciales le destacan, por ejemplo, que nunca fue protagonista en las noticias por polémicas con sus fallos.

Su único rol público es el de referente gremial de los jueces. “Es un judicial hecho y derecho”, cuentan quienes lo conocen; “siempre va defender los intereses de los magistrados porque es un tipo leal a la gente del Colegio”, amplían. Esa vocación corporativista es la que lo llevó hace unos días a enfrentarse públicamente con el gobierno de Maximiliano Pullaro. Una foto con más de doscientos jueces y juezas en las escalinatas de los Tribunales Provinciales de Rosario fue el mensaje de que la magistratura santafesina estaba decidida a plantarle resistencia al gobernador.

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La foto de los magistrados de la Justicia de Santa Fe, en pie de guerra contra Maximiliano Pullaro.

La foto de los magistrados de la Justicia de Santa Fe, en pie de guerra contra Maximiliano Pullaro.

La Casa Gris viene desplegando hace meses un operativo desgaste al Poder Judicial, en el marco de su intención de remover a cinco de los seis miembros de la Corte Suprema y con la convicción de que la Justicia de Santa Fe es “cara e ineficiente”. Allí se inscriben no sólo la cobertura de vacantes a cuentagotas, el retaceo de fondos para completar obras o los más de trescientos decretos de ascensos y designaciones pisados, sino también la reforma previsional que forzó un éxodo masivo de jueces en condiciones de jubilarse que no querían perder los beneficios del viejo sistema.

Justamente, el presidente del Colegio de Magistrados ya había intentado defender los intereses de los jueces y las juezas en la comisión legislativa que discutió la reforma. “Vino y desplegó un discurso duro, ortodoxo”, contó un legislador. “Cualquier cosa significaba tocar la independencia judicial o afectar la intangibilidad”, recordó. El camarista hasta defendió a sus colegas que tenían el trámite judicial terminado pero aún no habían dejado de trabajar. “Es un beneficio que otorga la ley a todos los empleados públicos, no un privilegio”, sostuvo públicamente.

La movilización de jueces y juezas que encabezó Dellamónica fue un mecanismo de defensa que se activó cuando los magistrados sintieron que la situación había llegado a un límite, aunque tuvo aroma a contraataque: no solo buscaron rebatir la idea de que prestan un servicio caro e ineficiente, sino que se animaron a pegarle al gobierno provincial por los cambios en el método de selección de jueces y hasta por los ruidos en el proceso mediante el cual se conformó la estratégica Cámara de Ejecución Penal. Pullaro no se quedó atrás y avisó que terminaría “con los privilegios”.

Las esquirlas de la pelea entre la Corte Suprema y Maximiliano Pullaro

En su etapa de alta exposición mediática, hubo una declaración de Dellamónica que no pasó desapercibida. Fue cuando sostuvo que consideraba que el control de la caja del Poder Judicial debía seguir en manos de la Corte Suprema y no pasar a la órbita de un Consejo de la Magistratura cuyo rango constitucional se quiere lograr en la próxima reforma. Fue justo después de señalar una supuesta “intencionalidad política” derivada de “la tensión entre el gobierno y la Corte”.

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Maximiliano Pullaro y tres de sus ministros, en su encuentro con la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe.

Maximiliano Pullaro y tres de sus ministros, en su encuentro con la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe.

Los cortesanos apuntados por la Casa Gris se cuidan de mostrarse con el Colegio de Magistrados. No quieren que su situación personal le reste legitimidad a los reclamos de la corporación judicial, pero no lo logran: en el gobierno están convencidos de que detrás de las movidas está la mano de algunos supremos. No es un secreto la ascendencia de Rafael Gutiérrez en los ámbitos judiciales capitalinos o la de Roberto Falistocco en el fuero civil y comercial rosarino, cuya estructura diseñó en su etapa de subsecretario de Asuntos Legislativos y Justicia del gobierno de Víctor Reviglio.

El pullarismo juega fuerte. Una figura de primera línea del gobierno se refiere de manera peyorativa a la cúpula del Colegio de Magistrados. Dice que son “empleados de Gutiérrez”. El entorno del gobernador se jacta de no ser corporativista y traza diferencias con los primeros vientos renovadores que trajo Hermes Binner, aquellos que terminaron con los jueces cantando “Resistiré” en una cena de fin de año. “Pullaro no es Binner, ese junco no va a seguir en pie”, avisan. Para eso, deberán torcer la voluntad de Dellamónica, el producto más perfecto de la corporación judicial santafesina.

Maximiliano Pullaro, en la conferencia de prensa en la que cruzó a los jueces santafesinos.
María Angélica Gastaldi en 2019, durante su última presidencia. Atrás, el resto de la Corte y el exgobernador Miguel Lifschitz.

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