Enero, subsuelo del hotel Castelar, en la ciudad de Santa Fe. El garante Rafael Gutiérrez se sienta en la mitad de una extensa mesa. De un lado, la mesa chica del perottismo. Del otro, los senadores, hoy díscolos, antes ordenados y en fila. Se habla, según revelaron los legisladores a Letra P, de la campaña y el futuro gabinete, del reparto equitativo de porciones que contenga a todas las facciones del PJ. Todos, a instancias y supervisión del flamante presidente de la Corte Suprema de Justicia de la provincia, Gutiérrez, el garante.
Nunca pierde Gutiérrez. Huele el poder como un ratón el queso. Le gusta acumular al “sindicalista”, como lo definen “esencialmente” quienes conocen todos sus movimientos. O, al menos, la mayoría de ellos. Su carrera arrancó en los lugares humildes del Poder Judicial santafesino y, en su rol de dirigente de la Asociación de Magistrados, “el gremio de los jueces”, escaló hasta convertirse en un actor clave de la política vernácula.
Con una vocación de poder avasallante, profundamente corporativo y defensor de un poder judicial intocable, en los pasillos de los tribunales santafesinos se repite una frase: “Al Rafa Gutiérrez todo el mundo le debe algo”. Así construye y retiene autoridad el hombre que entró al Poder Judicial de la provincia de Santa Fe en 1975 y desde hace 20 integra el máximo tribunal.
Empezó su carrera a los 27, entre expedientes del fuero civil y como lo indicaban los manuales de la vieja escuela: con muchos contactos y radicándose en ciudades alejadas de la capital provincial. En la localidad de Vera, sumó el puntaje necesario para convertirse primero en secretario y luego en juez de primera instancia. Ya de vuelta en Santa Fe, llegó a camarista y se convirtió en un férreo protector de la reutemista “Ley Enganche”, por la cual los trabajadores del Poder Judicial de la provincia ganan lo mismo que uno de Comodoro Py. Tanto así, que hoy la provincia paga jubilaciones para ese sector, de hasta 431 mil pesos, como reveló el diario La Capital.
El salto más alto lo dio en el año 2000, durante el segundo mandato de Carlos Reutemann. Antes de dejar la Casa Gris, el ex corredor de Fórmula 1 designó a tres integrantes para el máximo cuerpo decisorio: su abogado personal, Eduardo Spuler; su amiga y ex diputada del PJ María Angélica Gastaldi y el primo de su exesposa, el propio Gutiérrez.
Gutiérrez y Reutemann, familiares (Foto: Rosario/12)
En ese reducto medular, “El Rafa” también forjó dominio y se quedó con la presidencia, por primera vez entre 2001 y 2003 y luego, de manera intermitente otros siete años. La de ahora es la octava vez que sus pares lo votan para encabezar el máximo tribunal. Pero, además, entre pares cortesanos de otras provincias también se sintió cómodo y ocupó la mesa chica. En 2008, presidió por primera vez la Junta Federal de Cortes y Superiores Tribunales de Justicia de las Provincias Argentinas y Ciudad Autónoma de Buenos Aires (JU.FE.JUS). Esa conducción bianual se repitió otras tres veces.
Desde hace años, coquetea con participar de manera directa en política, pero nunca lo concreta. Es esquivo a las reformas y actualizaciones procesales y quienes más conocen su gestión lo definen como un gran administrador de recursos, pero menos atento a la técnica jurídica. Gutiérrez entiende el poder y, definitivamente, integra el Círculo Rojo de Santa Fe.
Sus tentáculos no se restringen al mundo judicial. Opera en la política y manda mensajes sensibles cuando quiere. “Es un tipo que ha sobrevivido a cinco gobiernos y siempre en los primeros planos”, le reconocen y hasta admiran. Uno de sus últimos movimientos telúricos fue mostrarse en una foto con Armando Traferri y el grupo de senadores enfrentados a Perotti, a la hora del almuerzo en un coqueto restaurante céntrico de la capital.
No da puntada sin hilo. Mantiene un vínculo “aceitado” con ese grupo de legisladores, que, como devolución y gesto, propuso a su hijo, también llamado Rafael Gutiérrez, como nuevo secretario legislativo de la Cámara Baja en reemplazo de Ricardo Paulichenco, “una persona de años y mucha relevancia”. Los autodefinidos perottistas no acompañaron la moción, pero no la rechazaron, se abstuvieron.
¿Eso implica que está enfrentado al gobernador electo, Omar Perotti? Para nada. Mientras más relaciones acumule para los suyos, los jueces, mejor. No construye un poder personalista, defiende la corporación judicial y desde ahí se vincula con la política. Habilidoso extremo, conoce mejor que nadie las debilidades y preocupaciones de los jueces.
Gutiérrez fue elegido de manera unánime el martes para conducir nuevamente los destinos de la Corte. Lo hará a partir del 1º de enero y cumplirá, así, su octavo mandato. No tiene resistencias en el mundo cortesano: jueces de la talla de Daniel Erbetta y Roberto Falistocco respetan su construcción y se hacen a un lado cuando avanza. La vocación de poder que ostenta solo se ve en políticos profesionales.