Como en todo proceso de ultraderecha -política y económica-, la secuencia es inexorable: lo que viene en la Argentina de Javier Milei es una cadena de ajuste - protesta - represión que augura un verano caliente y un escenario de conflicto social de un tamaño difícil de anticipar que el Gobierno intentará sofocar -avisó, para no traicionar- con toda la fuerza a disposición del Estado.
El ajuste
El superajuste prometido por el Presidente está en marcha: tan caóticamente como su gestación y la conformación del gobierno nuevo, el Plan Motosierra vio la luz en formato Caputazo, el pseudoprograma plagado de sombras que enunció, en sus trazos gruesísimos, el ministro de Economía, Toto Caputo.
¿Milei no traiciona porque avisó? El problema es que avisó una cosa y ya está haciendo otra: la política -la casta- no pagará la cuenta. Lo harán -¿alguien se había creído otra cosa?- las clases medias y populares, pagadoras seriales de todas las motosierras argentinas.
"Durante su campaña -escribió Marcelo Falak-, Milei dijo una verdad: venía a hacer un ajuste impiadoso. Se mostró con una motosierra en las manos y quien no le creyó fue porque no quiso. Sin embargo, debe hacerse cargo de que dijo también una mentira: que la crisis la pagaría la 'casta', mantra que modificó sutilmente tras jurar, al reemplazar aquella palabra por otra: el 'Estado'. Ni siquiera será así: en todo estás vos".
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"Caputo llegó al entorno del Presidente con la promesa de que traería divisas frescas para eliminar las Leliq –la deuda de corto plazo del Banco Central, una promesa de emisión futura– y para dolarizar la economía. No aportó ni lo uno ni lo otro, pero igual quedó y su política terminó siendo un ajuste ortodoxo, improvisado y desaprensivo. Uno que duele más de la cuenta y, para peor, tiene pronóstico reservado", explicó el autor de desPertar, el newsletter de Letra P.
La protesta
Esas mayorías a las que Milei les hará pagar los platos rotos de dos gobiernos fallidos y de su ajuste desmesurado, cruel, cocinan la reacción, por ahora a fuego lento pero con peligro de acelerarse al ritmo vertiginoso del impacto de la superdevaluación en precios y salarios.
Como contó José Maldonado este jueves, "la cúpula de la CGT terminó de dar forma al plan de acción" que pondrá en marcha en los primeros meses para repeler el ajustazo. "Los gremios prevén un horizonte de alta conflictividad durante el verano y un escenario de virtual estallido para el mes de abril, cuando podrían llegar las primeras medidas de fuerza de la central obrera", adelantó el periodista en Letra P.
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Antes, inmediatamente después del discurso que Milei dio frente a la Plaza de los Dos Congresos, donde advirtió que "el que corta no cobra" -y seguramente cobra, agrega este portal-, los movimientos sociales habían puesto el grito en el cielo.
Aun con reuniones pendientes para pulir un plan de resistencia, referentes de Barrios de Pie, Unidad Piquetera, el Frente Patria Grande y la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) avisaron: "Ningún paso atrás".
La represión
El plan represivo, que todo gobierno de ultraderecha contempla inescindible de un programa de ajuste brutal como el que lanzó la administración libertaria, comenzó a cocinarse en un grupo de chat que, como reveló Gonzalo Prado, armaron la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y su par de la Ciudad, el también halcón Waldo Wolff. Sin embargo, cuando fue emplatado este jueves, el Protocolo para el Mantenimiento del Orden Público tuvo gusto a comida recalentada: en su segundo tiempo, Bullrich reedita el Protocolo Antipiquetes que elaboró en 2016, cuando el macrismo se disponía a llevarse el mundo por delante, pero nunca aplicó.
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Duda: ¿Qué haría Bullrich si el rechazo de las patronales del campo a las retenciones del 15% que prevé el Caputazo se convirtiesen en ediciones 2023 de los tractorazos y los cortes de rutas que la ministra respaldó, con fervor republicano y cuerpo presente, durante las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández? ¿Valdría también para la gente bien eso de que "dentro de la ley todo, fuera de la ley nada", como gustan chicanear, con sus caras de inteligentes, Milei y el vocero presidencial, Manuel Adorni?
El futuro distópico ya llegó
El 27 de agosto, Letra P sentó posición explícita en un editorial en el que advertía sobre los riesgos que suponía, para los consensos de la democracia y la convivencia pacífica, la llegada al poder de una fuerza de rasgos autoritarios que proponía dinamita y motosierra. Dijo, este portal, lo que no quería que pasara y lo que consideraba que debía ocurrir para frenar el ascenso de eso que vislumbraba como una amenaza: "Urge construir un amplio acuerdo democrático".
La historia es conocida. Milei ganó, la ultraderecha ya está gobernando y ajustando, las organizaciones sindicales y sociales diseñan la resistencia, que será en la calle, y el Gobierno alista tropas para reprimir.
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El futuro temido llegó y luce como una distopía de terror.
Letra P se prepara para contarla. Intentará hacerlo con claridad. Para eso, ya identifica sus contenidos con esos tres eslabones inevitablemente enlazados y, aparentemente, inexorables. "Si el Gobierno no pone un poco de corazón, vamos camino a una guerra civil", profetizó este jueves Aldo Rico, con el betún corrido.