Después de cruzarlo por el gasto público, la ministra pidió a intendentes de JxC que adhieran a la reforma del gobernador. La interna PRO, detrás de escena.
Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, junto a los intendentes Federico Zárate, Ezquiel Lemos, Miguel Pittaro, Adela Arning, Pablo Cornet y Fernando Rambaldi.
Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, junto a los intendentes Federico Zárate, Ezquiel Lemos, Miguel Pittaro, Adela Arning, Pablo Cornet y Fernando Rambaldi.
Con las reuniones que mantuvo con el intendentismo mediterráneo, Patricia Bullrich movió fichas en los tableros que tiene su esquema político: la puja por la conducción del PRO con Mauricio Macri, la sociedad con el presidente Javier Milei y las relaciones con el gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, a quién cruzó en plena batalla entre libertarios y federales.
La audaz jugada a tres bandas no sólo ratificó que la ministra de Seguridad está decidida a dar batalla en cuanta interna la tenga como protagonista, especialmente aquella en la que espera retener la conducción del partido amarillo, sino que también la ratificó como la dirigente con más juego propio en el gabinete nacional, pese a la conducción confusa del Presidente.
Formalmente rotulados como encuentros de gestión, con la seguridad como eje principal, cada cónclave le permitió consolidarse como interlocutora ante autoridades que dirigen destinos de ciudades de importantes regiones de Córdoba, como el departamento Colón y el departamento Río Cuarto, dos de los cuatro más poblados y con mejor perfil económico de la provincia.
A las figuras con poder de decisión territorial les ofrece algo más que un formal e institucionalizado intercambio: un oído y una mano tendida desde una gestión que hace bandera con el recorte del gasto público. Con volumen político y caja propia, puede presentarse como opción a la motosierra y la licuadora.
En simultáneo, consolida su área de competencia como la vía para su construcción política, con los propios y hasta con los potenciales rivales, como el gobernador mediterráneo, quien parece aún blanco predilecto para la furia que desgranan funcionarios nacionales. Incluso, algunos que semanas atrás le habían ofrecido senderos para llegar a los principales despachos del Gobierno nacional.
Anticipado por Letra P, el encuentro con la dirigencia del denominado G6 Colón concitó la mayor atención, dado el vuelo alcanzado por un grupo de jóvenes intendentes que en sólo dos meses consiguieron líneas directas de interacción con la Casa Rosada, las cuales incluyen también a la vicepresidenta Victoria Villarruel.
Sentados a la mesa ministerial, el G6 planteó problemas de seguridad comunes a la región metropolitana. Tomando como referencia experiencias aplicadas en el gobierno de Macri, analizaron la posibilidad de ampliar la dotación de Gendarmería en tareas de prevención, así como la necesidad de acciones conjuntas para una región ya integrada en todo un corredor de 60 kilómetros.
En ese marco, Bullrich insistió a los intendentes para que adhieran a la ley de seguridad provincial, uno de los ejes sobre los que Llaryora proyecta su ambicioso proyecto de Partido Cordobés.
Indirecto apoyo al gobernador en momentos en que la inseguridad se ha convertido en tema obligado de la agenda periodística, el pedido de la ministra fue presentado bajo necesidad de articulación entre los tres niveles del Estado (municipal, provincial y nacional) para un tema tan sensible.
El aval llega luego que, en plena discusión por la ley ómnibus, halcones desgranaron munición gruesa contra el gobernador, a quien acusaron de sobreactuación y mezquindad con el objetivo de mantener su coto mediterráneo. Incluida la propia Bullrich, quien en declaraciones periodísticas cruzó al gobernador. “Córdoba sale adelante si la Nación sale adelante, la Nación sale adelante si Córdoba sale adelante. Entonces no estamos separados. No es Cataluña versus el resto del país”, dijo.
Diluyendo contrastes en el juego político, voces cercanas a la líder PRO evocan el encuentro que ya sostuviera con Juan Quinteros y Julián López, ministros de Seguridad y Justicia de Córdoba, respectivamente, apenas iniciado el año. Las “sensaciones positivas” de entonces no se han disipado según interpretan.
Los registros de la reunión también tienen valor de cara a la interna que se avecina por la conducción nacional del PRO. Mientras Macri recorre Buenos Aires sellando voluntades, Bullrich apuntó a un promisorio grupo de mandatarios de JxC en la provincia que aún pintan de amarillo en cada mapa.
En particular Pablo Cornet, dirigente amarillo que gobierna Villa Allende, y Federico Zárate, el joven radical que administra Jesús María, dos que ya enlazan contactos nacionales salteando los múltiples interlocutores que en el departamento Colón se adjudican los pasajes para subir al Partido Cordobés.
Más variada fue la representación del grupo de intendentes del sur provincial, donde hubo cordobesistas y (especialmente) radicales: Federico Soto de Berrotarán; Romina Aguirre de Elena; Mateo Gioda de Los Cóndores; Nancy Foresto de Alcira Gigena; Raquel Melica de La Cruz; Miguel Calderón de San Agustín; Sebastián Cabral de Villa Quillinzo; Sergio Gómez de Monte de los Gauchos; y el radical Ariel Grich legislador por el departamento Río Cuarto y expresidente del Foro de Intendentes de la UCR.
Aún sobre otras realidades regionales, la invitación fue similar: jugar dentro del marco que propone el gobernador.
Tal decisión marca también una diferencia en la estrategia para el segundo distrito nacional. Los puentes a Llaryora contrastan con el trato distante que marcó su vínculo con Juan Schiaretti. Especialmente luego que éste admitiese su intención de conformar un espacio con Horacio Rodríguez Larreta, renovado rival tras la interna de JxC hacia las elecciones presidenciales del pasado año.
Diferencias a la vista, prevalece la duda sobre la duración de la “sintonía". Mucha agua debe correr aún bajo puentes que verán crecer los cauces de cada interna.