La discusión en torno al articulado de la ley ómnibus retrotrajo el escenario de la política cordobesa a la campaña electoral. El ala más dura del ¿ex? Juntos por el Cambio (JxC), que responde a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, decidió cruzar públicamente a Martín Llaryora. Sin vueltas, acusan al gobernador de Córdoba de “sobreactuar” su papel de "dialoguista".
“No tiene llegada real a la Casa Rosada, por eso eleva el tono y asume una postura mucho más cercana al kirchnerismo”, dicen con el objetivo de bajar el peso que el cordobés parece tener en la discusión nacional y, de paso, volver a jugar una carta que ya se había puesto sobre la mesa en la elección provincial de junio del 2023.
Llaryora viene siendo uno de los actores centrales en el armado de gobernadores que empuja para que la norma le ofrezca a Javier Milei “las herramientas necesarias para poder llevar adelante su plan político”, con los asteriscos necesarios para asegurar el flujo de fondos a las cajas provinciales.
Llaryora se preocupa centralmente por la suya, aunque busca apalancarse jugando en bloque con sus pares sosteniendo la necesidad de “garantizar el federalismo”.
Las batallas internas
En la previa a la fallida sesión para empezar a discutir el articulado de la ley ómnibus, la que se encargó a apuntar al gobernador de Córdoba fue Laura Rodríguez Machado. “No está ayudando a que salga la ley de bases”, aseguró la diputada del PRO y mano derecha de Bullrich.
Sus declaraciones en una entrevista radial se desprenden del análisis sobre la insistencia de Llaryora sobre algunos temas del megaproyecto libertario. Entre ellos, uno que el cordobés considera central: la coparticipación del Impuesto PAIS.
“Ese es un impuesto debe desaparecer en el futuro, pidiendo que sea coparticipable, impide que se pueda quitar”, afirmó en defensa de la postura amarilla que, más allá del amalgamiento nacional con el oficialismo, sostiene la necesidad de avanzar en la eliminación de impuestos.
Pero las críticas de Rodríguez Machado van más allá de la cuestión en torno a los recursos y avanzan en el plano de la política, apuntando puntualmente a la vida provincial.
Desde hace tiempo, la diputada insiste con que algunas de las posturas de Llaryora terminan jugando a favor de lo que ella llama genéricamente “kirchnerismo”. En su última crítica apuntó contra la intervención del gobernador para evitar la privatización de Fábrica Argentina de aviones Brigadier San Martín (Fadea), lo que en su óptica beneficia a la “militancia de La Cámpora”.
Entre los cordobeses y cordobesas del PRO hay una ruptura que se explicitó en el momento mismo de la conformación de los bloques en el Congreso. El corte principal divide al partido amarillo entre la bancada con ese nombre y otra transversal como Hacemos Coalición Federal, que preside Miguel Ángel Pichetto, del que forma parte Oscar Agost Carreño y también el bloque que responde a Llaryora. Allí, las críticas se disipan, siendo incluso el presidente del PRO en Córdoba uno de los principales armadores de los lazos con el gobernador mediterráneo.
En su rol de presidente del bloque la UCR, Rodrigo de Loredo también hace equilibrio en una postura “dialoguista” que cuestiona abiertamente, pero busca no dinamitar puentes. Ni con el oficialismo, ni con el resto de los bloques de la oposición que acompañó el megaproyecto en la votación en general. Alejado de Llaryora, el diálogo es con los representantes del oficialismo provincial en Diputados, con quienes la UCR y el PRO tienen un contacto permanente.
Sin embargo, De Loredo tiene que cinturear entre las intenciones de sostener la unidad de su propio espacio, los pedidos de los gobernadores radicales y su propia proyección provincial. Por esa razón, y en nombre de la búsqueda de consensos, jugó para correr de la votación final la discusión en torno al Impuesto PAIS, aunque en los minutos previo a la sesión, en su círculo más cercano advertían que la posibilidad de votar a favor era una chance que el cordobés evaluaba si el tema se debatía.
Más duro en su posicionamiento, Luis Picat, que encabezó la lista bullrichista que se impuso en la interna de JxC, siempre se opuso a la coparticipación del impuesto. Y mantendrá esa postura, en este debate y en los que puedan venir, más allá de las condiciones generales que puedan modificarse con el paso del tiempo.
La casa chica
Esa postura que cuestiona el rol nacional de Llaryora también encuentra voces que buscan utilizar esa herramienta para la rosca doméstica. No fueron pocos los legisladores que luego de la apertura de sesiones en la Unicameral cordobesa salieron a cuestionar el rol “de opositor férreo” que asumió el sanfrancisqueño el pasado jueves.
Exponiendo su decisión de no dejar a un costado su rol como principal referente opositor en la provincia, Luis Juez aseguró que lo de Llaryora fue “un discurso partidario” y se despachó con su tradicional rosario de críticas contra las políticas cordobesistas.
Como lo dicho en reiteradas oportunidades, el senador del Frente Cívico que preside la bancada del PRO considera que el gobernador es “un mini Massa” y gusta de remarcar las diferencias en “las formas” del sanfrancisqueño, respecto a sus antecesores, José Manuel De la Sota y Juan Schiaretti.
Esas “formas” a las que se refieren muchos de los legisladores y legisladoras cordobeses también se asientan sobre un protagonismo nacional prácticamente inédito en el pasado inmediato.
Para empezar a usar las millas aéreas sumadas por Llaryora a su favor, los opositores más duros en la provincia no sólo subestiman el peso nacional del gobernador, sino que empiezan a advertir sobre la relación del gobernador con algunos sectores del peronismo nacional. Vuelven a plantar un escenario de grieta, que el sanfracisqueño se esmera por sortear, pero que en la política cordobesa se repite casi cíclicamente.