El expresidente Mauricio Macri concentra su atención en las elecciones de este domingo en Boca, donde buscará derrotar a su enemigo íntimo Juan Román Riquelme, y decidió no agregarle más tensión a su relación con el presidente Javier Milei. El expresidente piensa que el libertario comete un error al correrlo a él y buscar un acuerdo de gobernabilidad con el peronismo en detrimento del PRO y espera paciente que el tiempo le dé la razón.
Macri cierra el año con la sonrisa de ver derrotado al exministro de Economía, Sergio Massa, pero su brindis del 31 a la noche dependerá también de lo que suceda el domingo en el club más popular de la Argentina.
Con la obsesión Massa cumplida, el expresidente bajará algo el perfil durante el verano, pero seguirá concentrado en la disputa por el control del PRO, donde enfrenta a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y el exjefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, dos aliados impensados.
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La relación con Milei es un capítulo aparte en el libro de Macri. Empezó a reconstruir su vínculo con el presidente después de no conseguir que Cristian Ritondo se quedara con la presidencia de la Cámara de Diputados, que quedó en manos de Martín Menem. Por eso empuja para que el PRO acompañe las medidas de ajuste anunciadas por el ministro de Economía, Toto Caputo. El poroteo en la Cámara baja es muy adverso para el oficialismo: tiene sólo 36 votos asegurados.
Fuentes de su entorno indicaron a este medio que el exjefe de Estado seguirá a disposición del Presidente para lo que necesite. “El peronismo te va a cagar”, dicen que Macri le dijo a Milei cuando éste comenzó a tener puentes con ese espacio en busca de gobernabilidad.
El ingeniero mastica bronca porque no fueron escuchadas sus recomendaciones sobre cómo conformar el gobierno y la articulación con el Congreso. De acuerdo a lo que le dijo a su mesa chica y a integrantes del Círculo Rojo, desconfía de las intenciones del peronismo en la administración de La Libertad Avanza (LLA).
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Por si la receta no tuviera suficientes ingredientes, se agregaron los movimientos de Ritondo -de los cuales Macri estaba enterado- para conformar la integración de las comisiones y vaciar de poder a Menem, en lo que es considerado un mensaje a Milei y al ministro de Interior, Guillermo Francos, por no permitirle ocupar ese espacio. Más lío: el expresidente acusa a Bullrich de negociar por su cuenta.
Al igual que los gobernadores de Juntos por el Cambio (JxC), el expresidente esperará para actuar. “Estamos para aportar, pero nos tienen que llamar ellos”, remarcó a este medio un integrante de la mesa chica del fundador del PRO.
Ahora, la elección en Boca es la prioridad de Macri. El expresidente se juega la última ficha del año. Si logra derrotar a Riquelme, la relación con Milei tendrá otro tono. “Si se da el resultado, Mauricio cierra el año con dos victorias sobre el kirchnerismo en sus espaldas, una más que el resto de los firmantes del Pacto de Acassuso”, dicen en el PRO. Las encuestas no le dan bien. Si El Torero se queda con la presidencia del club, Macri, que acompaña a Andrés Ibarra en la fórmula, sufrirá la primera derrota con nombre propio.
