La posta del Congreso

Los 20 días decisivos de Javier Milei en el Congreso

El Presidente sufrió la derrota en Diputados. Reproches y pases de factura. Gesto de Villarruel a la casta para aprobar la ley ómnibus. UCR y PRO, en revisión.

El mandatario se enteró de esta debilidad que tiene desde el 10 de diciembre a pocos días de que el Senado defina la suerte de la ley ómnibus XS y la reforma fiscal, que necesita que sean sancionadas antes de fin de mes para firmar su prometido pacto con los gobernadores, ahora agendado para el 9 de julio. Tiene sólo 20 días, con varios feriados en el medio.

Nadie en la Casa Rosada le advirtió al Presidente que su plan de vetocracia sería considerado por la casta como un chiste más. Lo hicieron dilapidar horas de conferencias explicando que ese era el camino y lo vieron enfurecerse el miércoles, al revisar los pésimos indicadores de ADR y el riesgo país. Como era de esperar, la crisis obligó a buscar culpables y hubo más internas.

El tropiezo de Javier Milei

Karina Miliei le pidió explicaciones por la derrota a Martín Menem, quien subestimó el acuerdo entre Unión por la Patria y el resto de la oposición. No advirtió que debía pedirle a la totalidad de los aliados estar en sus bancas para desterrar el fantasma de los dos tercios, lo único importante que dejaría la jornada de cara al futuro. Se escondieron referentes de los gobernadores Marcelo Orrego (San Juan) y Osvaldo Jaldo (Tucumán); y figuras como Paula Omodeo. El riojano confía en que estarán si hay que sostener el veto. Hay que creerle.

Como se explicó en esta columna, quienes peinan canas en el Congreso tienen medido que los debates sobre jubilaciones erosionan a los gobiernos. Elisa Carrió encendió la mecha ni bien se inició el año legislativo, a través de la citación a una sesión que hizo su bloque. Siguieron meses de rosca que finalizó el martes, con la aprobación de un aumento en los haberes y una nueva fórmula de movilidad.

El acuerdo opositor se tejió entre pinzas, con llamados telefónicos -el lunes- que derivaron en reuniones en el bajo recinto de la cámara mientras se desarrollaba la sesión. En las charlas se debatió el contenido del proyecto y el relato de posverdad de cada fuerza política. Los dos temas fueron igual de importantes. Los gobernadores de la UCR y los que tienen representantes en HCF no tenían claro si era peor ignorar la licuadora en las jubilaciones o asociarse al kirchnerismo.

Martín Menem y Karina Milei.
Martín Menem y Karina Milei.

Martín Menem y Karina Milei.

El trabajo de Germán Martínez, jefe de la bancada de UP, fue clave para cerrar el texto definitivo. En la reunión de bloque debió hacer equilibrio. Carlos Heller e Itaí Hagman advirtieron que no aceptarían liquidar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la ANSES para cubrir déficits previsionales y pagar sentencias judiciales. Decían que en ese caso, Milei podía desvirtuar el destino de los recursos con una simple reglamentación. Proponían irse del recinto si no se votaba su dictamen y exponer al resto de la oposición. Hubiera sido un triunfo para la Casa Rosada.

El presidente del Banco Credicoop habla a diario con Máximo Kirchner, quien prefiere no participar de esos debates. Juan Marino, con origen en el bloque piquetero, sorprendió con una postura acuerdista, la misma que sostenían algunos referentes del grupo federal, liderado por Victoria Tolosa Paz.

El dilema de los dialoguistas

El artífice del texto final para subir las jubilaciones fue Alejandro Cacace, exdiputado devenido en asesor full time del bloque UCR -es el secretario parlamentario-, abogado de profesión, pero con múltiples maestrías que lo convirtieron, entre otras cosas, en experto previsional.

El puntano encontró fuentes de financiamiento para pagar los déficits previsionales de las provincias sin tocar el FGS. En lo político, impuso que el dictamen de la UCR fuera aprobado y se rechazara el de UP. Necesidades de relato: no habría registros de opositores dialoguistas votando un texto escrito en una oficina peronista.

Sí lo hay de una negociación entre estas fuerzas que desde el miércoles obligó a cada una a medir dónde estaba parada, un ejercicio cotidiano en este cambio de época. Es una tarea desgastante, por lo imprecisa: incluye repaso de encuestas -si las hay-, de reacciones en las redes sociales y mensajes de WhatsApp. El resultado de estos sondeos determinará si es posible otro acuerdo opositor, por ejemplo, para derogar el DNU 70/30.

Con los elementos que tuvo, Cristian Ritondo, jefe del bloque PRO, se considera ganador por apoyar al Gobierno. No fue hostigado por agrupaciones de jubilados y abundan ataques virales a los siete miembros de su bloque que dejaron las bancas vacías. Cuatro se fueron antes de la votación.

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Germán Martínez, jefe del bloque del kirchnerismo, con Victoria Tolosa Paz.

Germán Martínez, jefe del bloque del kirchnerismo, con Victoria Tolosa Paz.

Como explicó Letra P, Silvia Lospennato, que lideró ese grupo, proponía una abstención. Ritondo sigue con sus planes: esperar la sanción de la ley ómnibus para impulsar una agenda de temas propios que le marquen la cancha al Gobierno, como ficha limpia. En agosto tendrá la chapa de presidente del PRO bonaerense, con inauguración de sede en La Plata.

En la UCR hay nerviosismo por el pacto con el kirchnerismo. De Loredo quiere sancionar rápido la ley ómnibus para mostrarse aliado de Balcarce 50 y no seguir resignando electorado, antes de una renovación legislativa que puede dejar a su bloque con una mínima representación.

Ley ómnibus, a todo o nada

El golpe en Diputados causó nerviosismo en los pasillos del Senado, que esta semana vivió la calma previa a la tempestad. El miércoles el oficialismo jugará a todo o nada a la aprobación de la ley ómnibus y de la reforma fiscal. Milei necesita que los proyectos retornen a Diputados rápido y se sancionen antes de fin de mes. Serán 20 días decisivos.

Francos escondió la cabeza esta semana. Sólo hubo algunas recorridas en la cámara alta de su ratificado segundo, José Rolandi. A Villarreal no le gustó nada la derrota por jubilaciones en Diputados y su primera reacción fue anticipar para el lunes el encuentro con los bloques dialoguistas y la posterior reunión de labor parlamentaria, dónde se define la hoja de ruta de la sesión. Quiere dejar el martes libre para chequear voluntades y guionar la votación.

La vicepresidenta intentará un esquema intermedio entre las dos sesiones que hubo en Diputados para tratar la ley ómnibus. Propondrá considerar por separado cada Título de los proyectos y, sólo donde hay diferencias, abrir el debate de capítulos o artículos. Cree que de esa manera la sesión, convocada a las 10, no debería durar más de 12 horas.

Los números están muy finos como para confiarse y por eso Francos ya abre el paraguas y no descarta terminar mal. El Gobierno tiene un techo de 37 votos, lo justo para abrir el recinto. Cuánto mucho, podría sumar uno más.

Para la votación en particular, como anticipó LetraP, el oficialismo se prepara para una derrota en dos temas: la privatización de Aerolíneas Argentinas y la baja de los mínimos imponibles de Ganancias, con una deducción especial para la Patagonia, que ni siquiera conforma a la totalidad de los representantes de la región. En la tropa libertaria creen que también podrían caerse las facultades delegadas.

El radical Martín Lousteau presentó un dictamen propio, que impide delegaciones y endurece condiciones para entrar al blanqueo y al Registro Nacional de Grandes Inversiones (RIGI). Incorpora otros temas, como mejoras a las jubilaciones y al presupuesto universitario; y la reactivación de obras públicas paralizadas. En el Congreso ya nadie recuerda que el economista es el presidente de la UCR. En la votación en general, sólo podría ayudar con una abstención. El radical Maximiliano Abad tampoco firmó el dictamen y ni abrió la boca. Es el voto que el Gobierno no confirma.

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El resto de los aliados sabe que puede hacer lo quiera con el texto final, que luego Diputados debe definir si acepta o si sanciona la versión aprobada en esa cámara. La dupla santacruceña (José María Carambia y Natalia Gadano) especula con postergar la votación. Francos ya aumentó las regalías mineras para alinear al dúo y espera ser retribuido. Las empresas del sector pusieron el grito en el cielo: nunca perdieron tanta plata por una ley. No imaginaban que les iba a pasar con un gobierno libertario. Cristina Fernández de Kirchner entró en el juego y coordinó en las sombras una estrategia de Unión por la Patria para que no haya cuórum. Si no lo consigue, buscará voltear artículos y sumar presión a Diputados. El bloque peronista ya juega de memoria con Lousteau y podría apoyar varias de sus propuestas durante el tratamiento del articulado. Necesitan sólo tres votos más para que prosperen.

Villarruel y la casta

Francos confía en una mayoría para sesionar y que cualquier corrección que se haga el recinto sea luego desechada en Diputados. No es tan fácil, porque los aliados, cansados de esperar la primera ley del Gobierno, empezaron a hacen su juego.

Los patagónicos del PRO advirtieron que sostendrán una alícuota diferencial en Ganancias, si pasa el Senado; y se opondrán a la privatización de Aerolíneas Argentinas, aún cuando ya la votaron en abril. La presión del gremio aeronáutico se hizo sentir en los aeropuertos.

Con sutileza, Villarruel camufló un premio a la casta del Senado para reducir riesgos: anunció que desde el lunes habrá un empadronamiento del personal y en agosto marcarán huellas digitales de ingreso y egreso, un sistema que Gabriela Michetti instaló y nunca aplicó. Los molinetes quedaron en desuso.

La resolución de la secretaria administrativa del Senado, María Laura Izzo, esconde una trampa: excluye a los empleados temporales asignados a los despachos. Esto les permite a las autoridades de bloque continuar pagando sueldos a residentes en otras provincias. En 2022, Cristina -que nunca quiso instaurar el sistema dactilar- desafectó a centenares de colaboradores radicales que no pisaban Buenos Aires.

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Los senadores tendrá un nuevo aumento del 9% para junio.

Los senadores tendrá un nuevo aumento del 9% para junio.

Es el segundo gesto de la vicepresidenta a la casta, luego de permitirle votar a libro cerrado y sin debate un aumento en sus dietas. Menem juega a diferenciarse de Villlarruel: firmó por su cuenta un incremento de haberes de los representantes de esa Cámara, sin permitir que se vote en el recinto. Su bandera es que en Diputados las dietas subieron a pedido de todos bloques y, por decisión suya, el incremento fue menor al que tuvieron las jubilaciones y cobrarán la mitad que en el Senado.

Menem y Villarruel, que ya ni se hablan, tienen un desafío común por delante: proteger a Sandra Pettovello de las citaciones de la oposición por el acopio de alimentos. El kirchnerismo la invitó a la comisión de Salud de Diputados -con ayuda de la UCR- y pidió sesión especial para tratar su interpretación en el Senado, que será ignorada por Villarruel. La ministra de Capital Humano no quiere hablar. Nadie le dijo que en estos casos, el silencio es como activar una olla a presión. Puede explotar si se la deja en el fuego mucho tiempo.

Victoria Villarruel. 
Cristina Fernández de Kirchner

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