La narrativa de Javier Milei: ¿realidad mata relato?
El discurso oficial pierde eficacia al pie de las urnas. La vocería fantástica de Lilia Lemoine, las fake news de Manuel Adorni y el peronismo descangallado.
Quien crea que la realidad material es el nivel de análisis primordial de los hechos políticos pensaría que la crisis de una narrativa de gobierno, como la de Javier Milei, es la expresión de un desajuste entre las palabras y los hechos que anticipa problemas inexorables.
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Coincidentemente, quien apueste a la centralidad de la pelea de ideas y palabras por el sentido llegaría a la misma conclusión, aunque dejaría abierta la posibilidad de que el discurso maltrecho fuera reformulado y recobrara efectividad.
Ahora, cuando la lírica de la administración libertaria parece haber perdido toda rima y toda métrica, ¿qué cabe esperar?
Javier Milei vs. "la realidad"
La cuestión recrea el loop eterno de toda la filosofía occidental, desde la Grecia presocrática hasta hoy: ¿qué es, en el fondo, "lo real"? Sin embargo, eso adquiere matices particulares en la coyuntura argentina –históricamente diminuta– en momentos en que el país se encamina a celebrar dos elecciones cruciales: las bonaerenses del 7 del mes que viene y las legislativas del 26 de octubre.
Entonces, ¿qué anticipa la crisis del discurso oficial?
La "incivilidad" de Javier Milei y hartazgo social
Sobre esto, se conoció este domingo un estudio muy interesante de Patricia Nigro y Mario Riorda, Discursos de incivilidad: cómo perjudican a la democracias latinoamericanas. En lo que respecta a la Argentina, donde el discurso oficial de exclusión de "ciudadanía y derechos niega a la otredad o la humilla y estigmatiza", consigna que aparecen "claros signos de rechazo".
"La totalidad de la oposición, así como alrededor del 40% de sus simpatizantes, no se identifica con el estilo discursivo de Javier Milei y, aun más, de sus votantes, el 37% no lo aprueba y lo aprueba con reservas el 33%", explica.
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La agresividad de Javier Milei, un recurso que pierde fans (Fuente: Patricia Nigro y Mario Riorda).
La cadena nacional del viernes a la noche dio cuenta del reconocimiento de que la viralización en las redes ya no alcanza para diseminar, con el efecto deseado, la palabra presidencial. En esa instancia, el lenguaje excesivamente técnico que usó Milei para justificar que no hay ni habrá recursos para financiar lo que a la multiplicidad de receptores de su mensaje realmente le interesa –mejorar los ingresos, conservar prestaciones que sólo puede brindar el Estado, elevar la calidad de vida…– plantea otra vez el dilema de la vinculación entre la realidad material y lo discursivo.
Curiosamente –aunque eso sea la normalidad de la galaxia Milei, ordenada por el yugo del Politburó de Karina Milei–, la colorida diputada Lilia Lemoine fue habilitada en los últimos días como una suerte de vocera oficiosa. Primero, para dar alguna explicación a la vulneración de los tres tabúes del mileísmo efectuada por otra deslenguada, Diana Mondino; luego, para explicar lo que el propio jefe de Estado no consiguió esclarecer en su cadena.
Sobre lo primero serpenteó sobre la delgada línea que separa las ideas de que la excanciller "no aseveró que Milei es un corrupto", para lo que ofreció una extravagante teoría sobre cómo suenan ciertas cosas en inglés, y la de que Mondino se prestó a quienes buscan "hacerle daño" al mandatario. ¿En qué quedamos?
Sobre lo segundo, defendió el veto al aumento de las jubilaciones y la actualización de las prestaciones por discapacidad al preguntarse en La Nación + "qué es peor, que la situación siga complicada para todas las personas de bajos recursos, que tienen inconvenientes para poder ejercer su trabajo o (…) con discapacidad, o que todos nos vayamos al tacho". Los periodistas la escucharon con atención.
"Qué es peor, que las personas de bajos recursos sigan complicadas o que todos nos vayamos al tacho"
Esto dijo una diputada nacional de La Libertad Avanza en la señal de noticias financiada por el gobierno nacional. Una vergüenza. pic.twitter.com/01iALMcvyW
Como nadie la llamó a la cordura, Lemoine fue por más. En otra intervención –en el mismo canal, pero con otro outfit–, libró su microbatalla cultural al contar que su mamá "quebró en el 97, 98, cuando gobernaba la izquierda". Claro, el que mandaba entonces era Carlos Menem, un presidente ampliamente reivindicado por Milei y cualquier cosa menos un zurdo. Mientras los periodistas miraban el intercambio como si hubiese sido un partido de tenis, el candidato a diputado por la Coalición Cívica Hernán Reyes le hizo notar el equívoco, a lo que ella reaccionó indignada: "¡Estás hablando sobre una falacia, no mientas!", lo conminó.
Lilia Lemoine "Mi mamá quebró en 1997, casualmente cuando gobernaba la izquierda". Creo que si lo practica en su casa no le sale tan bien. pic.twitter.com/Q1KSldtwc8
Que el Gobierno deba pasear a Lemoine por los canales es algo así como que Miguel Ángel Russo ponga a Alan Velasco de doble cinco. Se ve que la realidad aprieta.
Manuel Adorni es el vocero presidencial, el administrador de la palabra de Milei. Es, además, el señalador de las supuestas noticias falsas de los ensobrados: para eso tiene su propio streaming, Fake, 7,8. Llama entonces poderosamente la atención que haya posteado un video manipulado que muestra a Axel Kicillof señalando: "Yo no tengo una propuesta, creo que tenemos que buscarla".
Gabriel Sued, el periodista que realizó la entrevista junto a Nazarena Lomagno, difundió el original y expuso una operación burda a la que, además, se habían subido el propio mandatario, la trolera del Ministerio de Odio, el multimillonario subsidiado Marcos Galperin y algún periodista de extrema derecha.
El gobernador acusó al oficialismo de hacer campaña sucia y le prometió "contestar en las urnas" el 7-S.
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La respuesta de Axel Kicillof a las fake news de Javer Milei.
¿Podrá Fuerza Patria (FP) derrotar a la extrema derecha recargada, surgida del acto en que La Libertad Avanza (LLA) se adueñó del PRO, o, en nuestros términos, ese desenlace es lo que sugiere la crisis aguda de la narrativa oficial?
Las encuestas que se conocen no son favorables al peronismo, más allá de la "preocupación" que filtra –con más cálculo que sinceridad– Santiago Caputo.
¿Qué incentivo, fuera del rechazo a Milei, podría existir para votar a un panperonismo que, a su fracaso reciente suma hoy el desorden y la falta de renovación? ¿Alcanza con eso?
Este punto el análisis se les complica tanto a los estudiosos de los discursos como a los convencidos de la primacía de lo material.
Los primeros observan la colisión entre una narrativa que efectivamente hace agua y otra que hizo agua hace ya demasiado tiempo. Pronóstico reservado.
Los segundos deben discernir qué aspectos de la realidad material resultarán dominantes: ¿una inflación que, aunque amenace con pegar un cierto rebote de la mano del desorden financiero y económico que provocó Toto Caputo, ha caído drásticamente desde los máximos albertistas, o la caída del consumo y el deterioro de las condiciones de vida?
Mientras lo averigua, Milei pisa el territorio, algo a lo que no está acostumbrado. Lo hizo, con llamativa fugacidad, en La Matanza y volverá a hacerlo el jueves en La Plata.
Sabe que se juega demasiadas cosas en la batalla bonaerense, la madre de todas las que vendrán.