Tampoco tuvo recepción positiva entre funcionarios que, con otras referencias peronistas, albergan esperanzas de ser los elegidos para disputar la intendencia de la capital, con representación de la escudería oficial, en los comicios que se celebrarán a mediados de 2027.
Pero, superado el impacto inicial, las mismas voces coinciden en rechazar cualquier posibilidad de temprana abdicación. Aún cuidando formas, repiten que no hay nombres que gocen de consenso. Para ello, no sólo apuntan que “preferido de Martín” carece de atributos excepcionales. También advierten sobre una interna que bulle tras los resultados del 26-O.
Y, como siempre, parece que el intendente anima a todos a jugar, como lo hizo Llaryora cuando estaba en el sillón municipal y Juan Schiaretti ya lo había ungido como su delfín en el gobierno de la provincia.
La tropa de Daniel Passerini
Sorpresa es la primera reacción que, mayoritariamente, expresaron correveidiles del Palacio 6 de Julio con el nombramiento de Siciliano. Días después, las expresiones mutan a falta de comprensión. Innecesario ruido, como metafórico concepto.
Las críticas hablan de otro intento de intromisión en la gestión, no ya a través de la promoción de funcionarios en el gabinete, sino empoderando a un dirigente con apetencia por el municipio. “Si Miguel camina en nombre de Martín, entonces Daniel se convertirá en el ministro. Un ministro de la ciudad, con palabra, pero sin la billetera que ahora tendrá otro”, analiza un dirigente capitalino.
Voces cercanas al intendente saltean esas lecturas y reafirman su rol central. “Daniel no está en la interna. La interna es de otros. Él conduce y toma decisiones con Martín. Por eso seguimos haciendo y proyectando”, aseguran.
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La reafirmación incluye reservas para postular propios cuando lo considere necesario. Es decir, una confirmación de que los nombres que durante dos años orbitaron cerca del jefe comunal no han declinado ambiciones, mucho menos voluntad de construcción.
“Martín hace su juego. Nosotros tenemos absoluto control de la capital y la Municipalidad. Daniel está convencido que lo importante ahora es la gestión, no las candidaturas. Largar antes de tiempo no le hace bien a la gestión. Llegado el momento empezará la selección de figuras de verdadero peso, en base a antecedentes y resultados de gestión”, anticipan fuentes que piden reserva.
Además de la vulneración de pactos tácitos, voces de la gestión municipal sumaron otro motivo para protestar por lo que consideran un escaso reconocimiento a las restricciones que afronta Passerini. Sobre todo aquellas que se presentan como herencias de Llaryora, como la deuda externa rolleada o el descuento de cuotas de coparticipación giradas por el exgobernador Schiaretti para obras que terminarían pavimentando el camino del sanfrancisqueño hacia la Gobernación.
El temor de que el dinero negado a la intendencia sea usado para apoyar a postulantes ajenos al riñón propio se cruza con diferencias de gestualidad política. “Con nosotros se hace el duro”, dicen desde un área externa a la sede de la intendencia.
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Martín Llaryora y el peronismo de Córdoba en la campaña legislativa nacional
Argumentos vinculados desechan lecturas desprejuiciadas. “No hay falta de conocimiento. Sabe lo que pasa porque él estuvo en la Muni. Sabe, porque tuvo, la necesidad de contar con ayuda de aportes para gestionar. Por eso es difícil de digerir”, espolea otra voz que camina la urbe.
“Hay que decir las cosas con claridad. Hablan de mala gestión del municipio, pero los principales problemas que describe la gente en los barrios están vinculados a la Provincia. La inseguridad, sobre todo”, añade otro curtido dirigente.
“No hay un análisis serio. Miguel también fue derrotado. Él era el representante de la ciudad en la lista. Él era el nombre puesto por Martín, a dedo. Como tal, debía garantizar un piso de votos. No hay que olvidar eso al habla de recambio”, apunta.
La posibilidad ya ronda la cabeza de varios. Por protocolo, el peronismo cordobés ha preferido evitar una disputa formal. Por lustros se ha mantenido la decisión de ceder la presidencia de los principales circuitos a los mandatarios de turno, en especial el gobernador.
Esta vez la necesidad es expresada abiertamente por varios y varias referentes. Incluso por quienes no dudan de la legitimidad de sus líderes, sino por quienes se adjudican representatividades difusas. Sobre todo por quienes buscan alguna certeza en un tablero que aún se sacude.