Axel Kicillof, un presidenciable en la debacle de Javier Milei
El gobernador de Buenos Aires, gran ganador de un domingo inesperado, emerge fortalecido del Waterloo del Presidente. Un nuevo mapa político en Argentina.
Axel Kicillof, en su noche más soñada, una pesadilla para Javier Milei.
La impactante victoria de Fuerza Patria (FP) en las elecciones bonaerenses es, por encima de todas las cosas, la del incipiente presidenciableAxel Kicillof, la del núcleo de intendentes que lo impulsan y la de una unidad que al peronismo le resulta tan imprescindible como difícil de consolidar.
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En paralelo, el terremoto que se desató bajo los pies de Javier Milei está compuesto de una serie no menos impactante de fracasos simultáneos, golpazo que el oficialismo intentará de remontar con poco tiempo y en condiciones muy adversas entre hoy mismo y el 26 de octubre.
La Alianza La Libertad Avanza (ALLA), la coalición de todas las derechas, sufrió una debacle. Milei incumplió un montón de promesas: la de ganar, la de pintar la provincia de violeta, la de plebiscitar con éxito "el mejor gobierno de la historia", la de ponerle "el último clavo al ataúd del kirchnerismo" y la de normalizar, desde este lunes, con un triunfo, una economía que se le va de las manos. Decir desastre es poco. ¿Para qué quemó las naves?
Sí a Axel Kicillof en el plebiscito que propuso Javier Milei
Que la diferencia entre FP y ALLA haya sido de unos 13 puntos porcentuales –casi 47% a 34%–, de 25 en la Tercera sección electoral y de diez en la Primera, indica que una virtual mayoría reivindicó la gestión provincial, comprendió las estrecheces a las que la sometió la mileinomía y no compra la utopía del Estado deshecho.
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La militancia peronista festeja en el búnker de Fuerza Patria, en La Plata.
Asimismo, que el mileísmo no sale de un núcleo duro similar al del primer turno de 2023, que el centroderecha leyó horriblemente la coyuntura al plegarse al extremismo y que con odio y provocación no se construyen mayorías.
Por último, que la participación haya superado el 63%, más que aceptable en el contexto actual, en una elección desdoblada y cuando la ciudadanía amagaba con cambiar furia por desafección, legitima a los vencedores.
Los indicios apuntan ahora al nacimiento de un nuevo mapa político y a una transición hacia el 26-O peligrosa para la extrema derecha gobernante, hecha de una reacción del mercado financiero que, desde hoy mismo, podría resultar procíclica a su crisis.
Axel Kicillof, más cerca del bastón de mariscal
Además de gobernador, economista, Kicillof pudo haber previsto que el plan financiero de Toto Caputo enfrentaría, más temprano que tarde, dificultades severas. Eso podría explicar que haya optado por un adelantamiento de los comicios locales sin precedentes cercanos y eje en su momento de ácidos reproches públicos de Cristina Fernández de Kirchner, de Máximo Kirchner y de figuras importantes del camporismo.
Con el diario del lunes, Kicillof tuvo razón.
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Axel Kicillof, en el búnker de Fuerza Patria. El gobernador es el dueño del batacazo peronista.
El atraso cambiario como ancla contra una inflación más rebelde de lo que suele pensarse; el capricho de ningunear la importancia de acumular divisas; el carácter siempre piantavotos de cualquier acuerdo con el FMI; el ajuste perpetuo, su efecto recesivo y nocivo para el consumo y el empleo; el dogmatismo monetarista; la pretensión de controlar desde la botonera una economía que es también expectativas y los errores no forzados y soberbias de Los Picantes del Palacio de Hacienda son hechos rastreables varios meses atrás.
Sin embargo, es seguro que el timing –la fijación de la cita para el 7 de septiembre– tuvo algo de afortunado, ya que es justo ahora cuando esas carencias comienzan a sentirse en la carne lastimada de la sociedad. Tal vez Jorge Macri se reproche, con los hechos consumados, la mala lectura que lo llevó a adelantar demasiado el calendario porteño.
Una bandada de cisnes negros en Buenos Aires
Con todo, algo mitiga lo que apresuradamente se podría considerar también un error de análisis de CFK: la nutrida bandada de cisnes negrospolíticos que se puso a sobrevolar la Argentina en las últimas semanas pudo haber resultado incluso más relevante que lo recién señalado. Esa racha de calamidades sufrida por el Gobierno gatilló un repentino quiebre del clima social y la respuesta largamente esperada sobre los límites de la paciencia social. Se consuma, así, lo que este medio ha señalado como una crisis multidimensional del mileísmo, a la vez económico-financiera, política, de internismo y de narrativa.
Ahora se puede asegurar que la crisis de La Libertad Avanza (LLA) y sus súbditos también es electoral, pero no cabe el autobombo. Era imposible, hasta que se contaran los sufragios, definir si pesaría más la valoración de la desinflación o el cansancio por el ajuste infinito, inequitativo y orgullosamente cruel; la grieta macartista a la que Milei apostó todo para chupar hasta el tuétano el voto de derecha y centroderecha o un agotamiento con sus modos violentos; el antiperonismo de casi media Argentina o la búsqueda, incipiente, de una nueva vía hacia el futuro, así como la intensidad con la que se haría sentir el renacido fenómeno de la corrupción, que ha convertido a Karina Milei, la "Señora 3%", en un meme.
El peronismo, frente a la demanda social de representación
Tanto con la virtù y con la fortuna de las que hablaba Maquiavelo, Kicillof sale políticamente fortalecido de un trance complejo, tanto que el triunfo de FP constituye una mosca blanca en 20 años de derrotas peronistas en comicios intermedios, nunca desdoblados, claro.
Esto es así porque, aunque las bancadas panperonistas no le respondan ciegamente en la Legislatura, pesarán el precedente del resultado, el carácter más homogéneo –intendentista y conurbano– de esa tropa y su propio peso específico como presidenciable de un partido al que no le sobran figuras de ese calibre. Encima, con condiciones para hacer de bisagra entre el kirchnerismo y el no kirchnerismo.
No todo será un paseo para él: la tensión con Cristina está más vigente que nunca y ni ella ni Máximo K soltarán voluntariamente el mango de la sartén.
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Máximo Kirchner y Axel Kicillof, enemigos íntimos.
Kicillof puede pensarse, pero no debe descontarse, como el emergente de una demanda social superadora tanto del cristinismo como del albertismo y del mileísmo. De él dependerá saber surfear esa ola alta o ser tapado por ella.
En torno al gobernador arreciarán las presiones autonomistas de intendentes que jugaron fuerte, al punto de que 15 de ellos compitieron como candidatos testimoniales a concejales. La pericia con la que maneje esas fuerzas centrífugas determinará, en buena medida, el destino de su proyecto porque la unidad es una condición básica, pero difícil de asegurar.
En tanto, encontrará cada vez más difícil eludir la necesidad de emitir señales hacia un electorado oscilante y de centro, que tanto puede votar al peronismo como huir de él. En ese universo se ha hecho carne la idea de que el Estado no debe gastar más que lo que recauda y, sobre todo, que niveles de inflación del orden del 25 al 30% ya no son tolerables.
Para Kicillof será un desafío enorme ser lo suficientemente kirchnerista como para volver a contar con el favor de la expresidenta y lo suficientemente novedoso como para ir en busca de votos moderados y de apoyos provinciales que hoy hacen rancho aparte, se verá en octubre con qué éxito, en la aventura de Provincias Unidas. El modo en que varios de ellos, en especial los de Córdoba y Santa Fe, salieran a sacar chapa de opositores refleja la oportunidad que se le abre al bonaerense de constituirse en un nuevo polo de poder e influencia.
Del 7-S al 8-S y al 26-O: alerta meteorológico para Javier Milei
El momento de Milei es dramático.Su derrota es una sumatoria de fracasos que hipotecan la transición hacia el 26-O y, si no lograra torcer su destino ese día, acaso la segunda mitad de su mandato y su proyecto reeleccionista.
¿Cómo se comportará la extrema derecha en la derrota, un territorio que jamás conoció en su breve historia? ¿Tendrá más recursos narrativos que la incitación a la violencia; la palabra cruel para con los viejos, el colectivo LGTBQ+ y las personas con discapacidad; las amenazas a "los zurdos", los "progres", los "kukas" y los periodistas, así como la ridícula "batalla cultural"? ¿Sabrá reconstruir una mayoría o sólo atinará a refugiarse en un núcleo duro que disfruta del derrame de bilis?
¿Encontrará herramientas de política económica para conciliar su promesa de estabilizar la macro y reparar en alguna medida la enorme cantidad de heridas que infligió con su ajuste desmesurado e inequitativo, que, sumado a su modo de decir, ha constituido como dijimos más de una vez, una suerte de guerra a la Argentina?
¿Atinará a darse un camino que le permita, a la vez, recuperar el favor popular y no volverse irrelevante para un Círculo Rojo y un FMI que le reclaman consumar la pinochetización de la economía a través de un achicamiento drástico y estructural del Estado, y de las reformas impositiva, laboral y jubilatoria?
A propósito del Fondo, ¿seguirá el organismo permitiendo que el ministro de Economía haga cualquier cosa para mantener la ficción de que "todo marcha acorde al plan"? ¿Llegará de Washington la hora de la dureza y, acaso, la exigencia de cambios de nombres en el Ministerio de Economía?
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Toto Caputo, el campeón contra las cuerdas.
Imagen generada por IA
El mercado, una amenaza mayúscula para Javier Milei
La pregunta es más medular: ¿podría Milei ser otra cosa que él mismo? ¿Tendrá las condiciones para gobernar soltando el lastre de escándalos como el Karinagate –el clan Menem y a su propia hermana– y el internismo enfermante entre El Jefe y el ministro de Odio Santiago Caputo? ¿Cómo lidiará con armados para octubre que ya no tienen vuelta atrás, que muestran los errores de El Jefe y sus coroneles y que malquistaron con la Casa Rosada a un gran número de gobernadores que, como pedía el ingeniero del caos, podrían haber seguido sido aliados?
Más le vale a Milei remontar y mucho en las legislativas, porque cualquier cosa que no se parezca a un tercio propio y fiel en el futuro Congreso podría dar por tierra con cualquier pretensión de gobernabilidad y convertir en permanente el fantasma del juicio político.
El mercado financiero comenzará este lunes a dar su veredicto, sobre todo cuando se sabe que consideraba catástrofe todo lo que excediera un triunfo peronista por más de cinco puntos, extremo en el que, además, nadie creía. La pesadilla de los traders se ha hecho realidad y muchos quedaron comprados.