Todo (re) comenzó el jueves pasado. Desde que el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, dejó trascender su bronca por haber sido excluido de una foto con el presidente brasileño Luiz Inácio "Lula" Da Silva y referentes de organismos de derechos humanos, se encendió otra vez la mecha larga de la interna del Frente de Todos. Apenas cinco días después, la ofensiva del kirchnerismo sobre el presidente Alberto Fernández es total. La transparencia de los mensajes, sin embargo, no deja de plantear algunos interrogantes y esbozar ciertas paradojas.
El intercambio de piedrazos es conocido. El off the record de Wado fue seguido por la réplica de Victoria Tolosa Paz. “Estás adentro o estás afuera”, dijo la ministra de Desarrollo Social. Después, su par de Seguridad, Aníbal Fernández, se subió al ring pese a que el albertismo ya había dado la voz de alto. Del otro lado, no hubo bandera blanka. Lo anticipó Gabriela Pepe este domingo: “El cristinismo quiere que Fernández deje de mostrarse en rol de candidato y diga sin vueltas si piensa pelear por la reelección”. Si no se baja, la amenaza fantasma es romper la coalición.
En las últimas horas, las fuerzas leales a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner se desplegaron en toda la cancha sin mezquinar nada y parecen decididas en marchar camino a la guerra. Máximo Kirchner lo atendió al Presidente en una entrevista con Horacio Verbitsky publicada el domingo. Este martes, el lanzallamas Andrés Larroque tildó de ingrato a Fernández y lo acusó de participar de “la licuación” del atentado a CFK, que adjudicó a “los grandes medios de comunicación y la oposición” para “minimizar el hecho”.
El propio Cuervo desempolvó La Patria es el Otro, un viejo paraguas K que aglutina a las organizaciones del kirchnerismo puro, con el objetivo de salir a la calle en 2023 para “luchar contra la proscripción” que acusa la vicepresidenta y pedir por su candidatura. El debut es inminente: será este miércoles, con presencia sindical, frente al Palacio de los Tribunales.
Por su parte, Axel Kicillof no participó del acto que encabezó este lunes Fernández en Ensenada, a 15 kilómetros de su despacho, y en su entorno responsabilizaron al primer mandatario por la ausencia del gobernador en las ocho actividades presidenciales de este mes en territorio bonaerense, y revelaron que el diálogo está cortado.
Para coronar la andanada, Kirchner, De Pedro e intendentes peronistas de la Primera y Tercera secciones electorales de Buenos Aires pactaron para este martes a las 19 un encuentro en Merlo. Sergio Massa prometió sumarse luego de la reunión que tiene pautada con la Mesa de Enlace. Fernández no fue invitado. En el camporismo aducen que se trata de una reunión 100% bonaerense y destacan que Gabriel Katopodis será de la partida. La invitación a Tolosa Paz parece haberse perdido en el camino.
En medio del fuego cruzado, el primer dato llamativo remite a las palabras de CFK hace poco más de un mes. El 27 de diciembre la expresidenta desinfló el operativo clamor que pretendía llevarla a una postulación presidencial y arengó: "Cada dirigente, cada militante, tiene su bastón de mariscal en la mochila. Sáquenlo y no le pidan permiso a nadie para sacarlo. Si se equivocan, pidan perdón, pero no le pidan permiso a nadie". Al parecer, la frase vertida en aquel acto en Avellaneda no incluía al Presidente, quien, a caballo de su gira ReivindicAr, levantó la cabeza en enero y se mostró activo como si los dichos de Cristina lo hubieran motivado como a nadie.
En segundo lugar, los bastoneros del universo K parecen haber interpretado a su manera la apelación de Cristina. Las iniciativas de sus principales figuras, lejos de ensayar nuevos liderazgos, desembocaron en el intento de convencer a la Jefa de que desista de no ser “candidata a nada en 2023” o, al menos, de generar las condiciones necesarias para que, si hay Amague y Rekule, se note poco.
Es cierto que el tiroteo también lleva adosado otro reclamo que lleva meses. Quienes se reunirán este martes en Merlo le vienen demandando a Fernández la convocatoria a una mesa política para trazar la estrategia electoral del peronismo. El Presidente nunca dio ese paso y, al mismo tiempo, prepara un acto del PJ que preside, para el próximo 24 de febrero. Allí planea celebrar el primer triunfo de Juan Perón y convocar al Congreso partidario para poner en marcha el año electoral.
En ese escenario, lo que más llama la atención es la capacidad de resistencia de un Presidente a quien sus socios ven terminado en términos electorales, flaco de ponderación popular y que arrastra un collar de errores de gestión que fue desgastando su rol dentro y fuera de la coalición.
¿Será el poder de la famosa lapicera? La contrapregunta salta sola. Si el kirchnerismo necesita tirar toda la carne al asador para persuadir a un presidente débil, ¿quién es más fuerte?
Tal vez, cansadas de lidiar sin éxito contra un poder económico que se articula aceitadamente con los tribunales y los medios, las fuerzas leales a CFK hayan preferido enfocar sus bastones hacia un rival más accesible, para cosechar al menos un triunfo. Módico, pero triunfo al fin.
El resultado está por verse pero, como se sabe en cualquier tribuna, cuanto más chico es el adversario, más grande puede ser la derrota.