Proyección '23

Caserio contraataca y apunta contra “los blandos” que se pasean con Schiaretti

Último mohicano del albertismo cordobés, salvó la ropa en la interna y reagrupa su tropa para alambrar el FdT. Reproches a Gill, que juega a vice de Llaryora.

CÓRDOBA (Corresponsalía) Horas después de las elecciones internas en Punilla y Calamuchita para la renovación de autoridades del Partido Justicialista de Córdoba (PJ), Juan Schiaretti envió su primer mensaje político como flamante presidente de la fuerza. El gobernador se movió como el francés Luis XIV por territorios refractarios para el oficialismo que representa. Con el pretexto de rubricar acuerdos institucionales con intendentes, sus desembarcos en Villa María y Embalse parecieron sugerir que el peronismo mediterráneo -ahora- "es él”.

 

Schiaretti se fotografió con dos candidatos de la lista de unidad en el departamento General San Martín: el exsecretario de Obras Públicas de la Nación, Martín Gill, y el responsable de Villa Nueva, Natalio Graglia. Con su llegada a primera hora del pasado lunes, celebró en el bastión kirchnerista el acuerdo interno que alcanzaron su ministro de Industria, Eduardo Accastello, y el alcalde villamariense.

 

Hacemos por Córdoba (HxC) plantó la bandera de apropiación de esa zona movediza políticamente.

 

Gill, Schiaretti y Accastello en Villa María, horas después de terminada la interna del PJ.

Lo mismo hizo con los Alessandri en Embalse. En el departamento Calamuchita, el intendente de esa ciudad, Federico Alessandri, desafió al gobernador con una lista de autoridades que no logró imponerse a la oficialista liderada por Claudio Chavero, titular de la Municipalidad de Santa Rosa. Schiaretti hizo pie en un bastión no alineado de cara a 2023 y lo reclamó como propio, bajo la sonrisa forzada de quienes integran el Frente de Todos (FdT) local, que posaron para las cámaras del equipo de prensa de El Panal.

 

Con este escenario, es innecesario buscar más ejemplos para apuntalar la hipótesis de que el gobernador quiere borrar de un plumazo a las referencias territoriales alineadas con la Casa Rosada. La pregunta que surge entonces es cómo observa estos movimientos el hombre que le ganó a los retadores patrocinados por Schiaretti en el departamento Punilla.

 

El referente del presidente Alberto Fernández en Córdoba, Carlos Caserio, retuvo el control del enclave serrano al obtener seis puntos más que la lista Movimiento de Unidad Peronista, liderada por el intendente de Huerta Grande, Matías Montoto. Pese a todo, en HxC celebraron aun perdiendo, modalidad de derrota intermedia que quedó patentada tras las elecciones legislativas de 2021.

 

En diálogo con Letra P, el exsenador nacional adelantó que resistirá los movimientos del gobernador para minimizar a la línea del peronismo que busca la inserción provincial del proyecto político que representa el Presidente. Antes de exponer su siguiente jugada, lanzó una advertencia que parece dirigida a los protagonistas de las fotos con Schiaretti antes comentadas y, de paso, a quienes especulan en otras intendencias a la hora de exponer sus preferencias políticas.

 

“Schiaretti quiere someter a los blandos”, lanzó Caserio e inauguró una nueva categoría entre los dirigentes filofrentetodistas que, por necesidades de gestión o aspiraciones políticas personales, deciden difuminar límites.

 

Aunque sin nombrarlo, el mensaje está dirigido a Gill, un activo político central del FdT en la provincia, más allá de su apuesta a la integración de las dos vertientes del PJ cordobés. Detrás del acuerdo con Accastello, en el marco de la interna justicialista, quien fuera cabeza de la lista del FdT para Diputados y renunciara a la banca alcanzada en noviembre, retomará las vías de diálogo con los jefes de HxC porque ya no oculta que aspira a integrar la fórmula provincial como escolta de su par de Córdoba, Martín Llaryora.

 

Alambrar al FdT

Seguramente, Caserio observó el acuerdo como una capitulación de Gill y pretende evitar el transfuguismo. A este medio, adelantó que organizará en 15 días un plenario con quienes integran su línea, Identidad Peronista, para mostrar que Schiaretti no logró licuar su influencia.

 

“Los dirigentes no tomaron en serio la interna”, planteó Caserio. Entre los argumentos que propone para sostener su afirmación, remarca el desgaste de la pandemia sobre las gestiones y la ciudadanía. Este combo habría hecho recular a los intendentes que prefirieron abocarse a sus administraciones en lugar de aventurarse a una interna política.

 

Caserio en Punilla, reducto infranqueable para el cordobesismo.

En referencia a hombres y mujeres que se identifican con el FdT en la provincia, Caserio añade: “Hay muchísimos dirigentes molestos que, cuando los convoquemos, van a venir. Vamos a relanzar nuestro espacio con la convicción de que la mayoría de los dirigentes sigue estando”.

 

Caserio, quien aún aguarda su designación en el directorio del Banco Nación, pasará lista entre la dirigencia cordobesa que le responde y que objeta, con bajo perfil, esta idea del gobernador de ampliar a HxC con referentes no peronistas. De paso, enviará un mensaje al Presidente sobre la vigencia de su utilidad política en una Córdoba que oscila entre el peronismo republicano y las propuestas de Juntos por el Cambio.

 

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Javier Milei, dispuesto a jugar a fondo contra las provincias.

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