Las oficinas de la Liga Profesional en Puerto Madero no se parecen en nada a las del Vaticano, pero desde este miércoles a las 20, la alegoría visual a la que recurre la dirigencia tiene esa reminiscencia: hay una fumata blanca que anuncia al próximo jefe del principal torneo de fútbol de la Argentina. Cristian Malaspina, presidente de Argentinos Juniors, será el nuevo titular de la Liga Profesional, el organismo en el que Marcelo Tinelli iba a saciar su intención frustrada de conducir la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y que lo terminó fagocitando en menos de dos años, casi a la par de su gestión al frente de San Lorenzo.
La elección está prevista para el 8 de abril, pero se convirtió en apenas un trámite burocrático: Malaspina es el único candidato en una carrera que hasta última hora tuvo al presidente de Atlético Tucumán y diputado nacional del Frente de Todos, Mario Leito, como su posible rival. El tucumano tenía el apoyo de River y una promesa en el aire de Boca, pero no logró alcanzar los siete avales necesarios para presentarse. Como en el truco, a veces tener los anchos no garantiza ganar la mano.
Ocupado en asuntos mucho más urgentes y complejos, el presidente Alberto Fernández se desentendió del tema y no jugó ningún rol en la elección del candidato, a quien –al igual que ocurre con Claudio Tapia en la AFA– observa con cierto recelo.
Hay quienes cuentan que ese recelo se basa en la avanzada que Malaspina encabezó a fines del año pasado para sacar de la Liga a Tinelli, el hombre de confianza que había elegido Fernández para todo lo vinculado con el fútbol. Sin embargo, lo que más incide en la desconfianza del Presidente es la confesa mala relación que Malaspina tiene con Luis Segura, su viejo amigo, del que ofició como jefe de campaña en la fallida elección 38-38 de 2015.
Paradojas del destino, Segura y Tinelli, los candidatos en esa elección inolvidable por lo grotesca, se alejan del fútbol y le dejan un hueco –otro más– al Presidente en el más importante de los temas menos importantes.
Alianzas firmes y blandas
Sin el apoyo de la Casa Rosada pero con el de La Cámpora, que mantiene inalterable la "luna de miel" con el “Chiqui” que empezó cuando la Inspección General de Justicia (IGJ) homologó su reelección, Malaspina fue juntando adhesiones a lo largo de todos estos meses. Ofrendado como un hombre de gestión y de consensos, logró el respaldo de Hugo Moyano materializado en la fórmula con Héctor “Yoyo” Maldonado, que será su vice. También obtuvo el apoyo de clubes medianos del AMBA y de distintas provincias, pero no logró la simpatía ni de River ni de Boca.
El flamante presidente de los millonarios, Jorge Brito, intentó cimentar la candidatura de Leito, impulsado a las apuradas por el jefe de Gabinete, Juan Manzur, y con la aceptación de Sergio Massa. Boca lanzó un guiño que después no concretó ni con un aval: las calientes internas entre La Boca y el búnker de Juan Román Riquelme en Ezeiza a veces no otorgan margen para ocuparse de asuntos que exceden al club.
¿Internas? Hubo otra, quizás más flagrante, que dimensiona la crisis que vive el club de Tinelli: entre los cinco avales que reunió Leito (River, Talleres, Banfield, Vélez y Atlético Tucumán) no figuraba el de San Lorenzo. El conductor ni siquiera pudo lograr que firmara Horacio Arreceygor, el presidente provisorio mientras dure su licencia.
Así como se rompió la mesa chica de su club, también se rompió la mesa que Tinelli había conformado para la Liga Profesional. De los seis que eran, tres quedaron de un lado y tres quedaron del otro: Eduardo Spinosa (Banfield), Sergio Rapisarda (Vélez) y Leito ahora pedalean en el aire, mientras que Hernán Arboleya (Lanús), Gabriel Pellegrino (Gimnasia) y Malaspina serán parte de esta nueva gestión.
Quienes todavía son reticentes a elogiar a Malaspina sostienen que se perdió la oportunidad de lograr la unidad de los cinco grandes, o de al menos los dos clubes más importantes de la Argentina. ¿Hay margen para conducir sin ese apoyo? Víctor Blanco, de Racing, asomó hace algunas semanas para ser el hombre que podía lograrlo. Especialista en caer siempre bien parado cuando se trata de política, Blanco puso una condición: él aceptaba ser candidato si había lista única. Algo que Malaspina, con los votos en su mano y subido a la carrera desde que Tinelli anunció su salida desde Punta del Este, nunca aceptó.
“Independiente va a ser el interlocutor entre los grandes y la Liga”, dice ahora Malaspina, para enfriar la duda sobre cómo será la relación con los clubes más poderosos del torneo. ¿Qué pasará si la oposición vence en las elecciones pospuestas en Independiente? “Se cambiará el interlocutor”, responde alguien que amalgamó votos y apoyos en favor del presidente de Argentinos. Como siempre, habrá que gestionar. Y esperar que la Liga, hoy acéfala y distorsionada por 28 equipos, recupere cierto orden deportivo e institucional.