YO, CLAUDIO

Gobierno, poder, Copa y ascenso: Tapia, el emperador menos pensado

Sin Grondona, la AFA parecía condenada al desgobierno. Al Chiqui lo menospreciaron, pero termina 2021 con la pelota bajo la suela. Fórmula y lado B de su éxito.

El año de Claudio Tapia fue una montaña rusa. Lo empezó acorralado por la política externa e interna de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), en la mira infrarroja del tándem Marcelo Tinelli-Alberto Fernández,  que le apuntaba desde la Quinta de Olivos. Recién en junio oxigenó su situación con el festejo de la Copa América en Brasil, pero terminó 2021 con un triple triunfo: no solo fue ratificado como presidente del fútbol nacional por los próximos cuatro años, sino que selló alianzas con un sector del Gobierno y se emocionó –con una mesura impostada– por el ascenso de su club, Barracas Central, a la Primera División.

 

“Está exultante. Le puso el broche de oro al año. Ganó la Copa América, ascendió a Primera... deportivamente, acertó todo”, le escriben a Letra P desde el tercer piso del edificio de Viamonte 1366.

 

En las semblanzas de estos días hay un dato que desconcierta a amigos y enemigos: lo que Julio Grondona demoró 24 años (el ascenso de Arsenal a Primera), Tapia lo hizo en cuatro. En ese recorrido deportivo –y no tanto–, puede vislumbrarse también el triunfo de una gestión que, desde que asumió en 2017, siempre fue mirada con recelo y prejuicios.

 

Desde el principio, Tapia puede jactarse de tener cintura y capacidad para generar alianzas y consolidar un poder que ya excede por mucho al Ascenso, la patria baja donde se forjó. Mientras en esta semana se reflexiona y se analiza el estallido social de 2001, Tapia también recuerda su otro estallido, mucho más personal: cuando en aquel año asumió como presidente de Barracas Central, en ese entonces un pequeñísimo y olvidado club de la Primera C. 

 

Fue el punto de partida al que volvió, de otra manera, el último martes al palco de la cancha de Racing. Así como se tatuó en su pecho el día en que se convirtió en presidente de la AFA (“29-3-2017”), Tapia podría tatuarse esta otra consagración familiar: el “21-12-2021”, el ascenso de Barracas ante Quilmes en Avellaneda. La cumbre inimaginada hace 20 años. Nadie se anima a asegurar que no lo hará. 

 

Los peligros de la felicidad

Hace dos meses, cuando los errores y los fallos arbitrales a favor de Barracas Central convirtieron a la Primera Nacional en un torneo codiciado por el morbo, algunos funcionarios del Gobierno aliados a Tapia le esbozaron una sugerencia: “Ni a nosotros ni a vos nos conviene que ascienda Barracas”. Tapia respondió de manera lacónica: “No vamos a ascender”. Barracas perdió la primera final contra el Tigre de Sergio Massa, luego de una puja por el escenario y la cantidad de hinchas.

 

En este último trimestre, mientras su viejo equipo –que preside su hijo Matías y en el que juega su otro hijo, Ivan– subía escalones, Tapia homologó diferentes acuerdos políticos: consolidó su alianza con el kirchnerismo a través de Santiago Carreras, afianzó su vínculo con el nuevo jefe de Gabinete, Juan Manzur, y con las provincias a las que siempre se asoció (San Juan, Santiago del Estero, Chaco) y disipó el foco que pretendió armar Tinelli con la anuencia del presidente de la Nación.

 

“Dijeron durante meses que Tapia tenía los días contados, pero nunca tuvieron los votos ni la fuerza para sacarlo”, grafica el presidente de un club. Si Tinelli y Alberto Fernández no pudieron, fue también porque Tapia logró una protección multilateral: la de un sector del Gobierno, la del Ascenso, la de muchos clubes de Primera y la de los principales canales de televisión.

 

Uno, TyC Sports, donde trabaja el entrenador de Barracas, Rodolfo De Paoli, construyó una amplísima cobertura del ascenso que no daba lugar a segundas lecturas. Otros decidieron relativizar o directamente no mostrar durante todos estos meses los errores arbitrales que, por lo general, siempre beneficiaban al mismo equipo. Tapia entendió que cierto blindaje mediático es más efectivo que la rosca a la que se encomiendan los dirigentes del fútbol.

 

Las turbulencias por los insultos epistolares a la Conmebol luego de la semifinal de la Copa América 2019 quedaron tan olvidadas como las quejas de Atlanta o San Martín de Tucumán ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) o la presentación de Nueva Chicago en la Inspección General de Justicia (IGJ) para impugnar el acto eleccionario de mayo de 2020.

 

El triunfo del equipo de Lionel Scaloni en Brasil sirvió para sustentar su plan de Selecciones Nacionales muchas veces caricaturizado y para empezar a reconstruir su relación con la Conmebol.

 

Ahora, le queda reconstruir un torneo de Primera desmadrado y cada vez menos atractivo. Sabe que eso es potestad de la Liga Profesional, que preside Tinelli, aunque ahora habrá una novedad: Barracas Central será parte de eso. Tapia, entonces, tendrá más motivos para involucrarse.

 

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