Quizás sea, como afirman algunos dirigentes, la maldición o el karma del 38-38, aquel día -3 de diciembre de 2015- en el que Marcelo Tinelli estuvo a un voto de convertirse en el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y lo llevó, finalmente, por un torbellino de marchas y contramarchas del que nunca pudo salir.
Empezó a revertir esa tendencia hace dos años, cuando un aluvión histórico de votos lo transformó en el presidente de San Lorenzo, y luego en marzo de 2020, cuando firmó una tregua en su guerra con Claudio “Chiqui” Tapia y asumió como presidente de la flamante Liga Profesional. No tenía la AFA, pero lo obtenido se parecía bastante a lo que deseaba.
Sin embargo, esa ambición política mutó en estigmas y deserciones: con una enorme crisis económica y sin resultados para mitigar críticas, Tinelli se pidió una licencia en San Lorenzo por la que fue castigado por todo el arco opositor, por aliados y por hinchas.
El origen de la tristeza
Viéndolo en retrospectiva, algunos dirigentes no dudan en creer que ese pedido de licencia solicitado en abril de este año sea el origen de esta caída. Una caída que no se detuvo en todos estos meses y que ahora parece precipitarse con el pedido de remoción de su cargo en la Liga Profesional que solicitaron 15 clubes.
Mientras Tinelli descansa en su chacra uruguaya de José Ignacio, son cada vez más los dirigentes que se alientan para finalizar la embestida que empezaron con un grupo de WhatsApp a mediados de diciembre. El nombre de ese grupo, “Somos 15”, podría modificarse en breve: hay algunos que pretenden sumarse y otros que dirimen internas a partir de esta iniciativa. La puja entre el presidente de Boca, Jorge Amor Ameal, y su vice, Juan Román Riquelme, es el caso más mediático, pero no el único.
Sin fútbol, haciendo cuentas para pagar aguinaldos y comprar jugadores, enojados porque el documento con 16 puntos a trabajar quedó cajoneado durante todo este tiempo, son varios los que consideran que, sin Tinelli como cabeza visible, algo o todo podría mejorar.
Es solo una especulación. Y lo curioso es que quienes encabezan este plan -al que Tinelli llamó “golpe institucional”- son los que a principios y mediados de año, cuando Tapia estaba acorralado por la Casa Rosada y las denuncias en la Inspección General de Justicia, operaban para que el conductor televisivo se convirtiera en el presidente de la AFA.
Panquequismo
Cristian Malaspina, de Argentinos Juniors, y Gabriel Pellegrino, de Gimnasia y Esgrima La Plata, pasaron de formar parte del círculo tinellista que iba por todo con el aval del presidente Alberto Fernández a querer sacar a Tinelli de la Liga Profesional por considerar que “se borra casi siempre”.
El concepto tiene varios datos objetivos que le dan sustento: los 15 o más clubes que buscan la salida de Tinelli sostienen que participó en apenas tres de las 27 reuniones de la Liga en este 2021, que no representó al torneo en la asamblea de AFA, que no entregó medallas a los campeones y que no está al tanto del día a día.
El aumento en el monto mensual que pagan las cadenas televisivas, las exenciones fiscales para los clubes (contempladas en el decreto 1212), los gastos en los operativos de seguridad, el valor de cambio en las transferencias en dólares al exterior y la instrumentación de las apuestas deportivas online que reditúen un nuevo ingreso para las instituciones son los principales puntos de ese temario de 16 aspectos en el que nunca se pudo avanzar.
“El poco presidencialismo molesta y mucho. Pero más que con Tinelli, el malestar es con la industria”, dice el presidente de un club que asume que el 11 de enero se iniciará un recambio de autoridades.
En el momento con más debilidad de su carrera televisiva y dirigencial, ¿puede Tinelli contrarrestar esta ofensiva? Al menos hasta ahora solo encontró dos maneras: la comunicacional y la política. En la primera, utilizó sus redes sociales, con un alcance mucho más masivo que cualquier otro medio. En la segunda, se valió de su buena relación con el Presidente y otros referentes en el Gobierno para que el mensaje le genere dudas hasta al más convencido.
Si el poder del fútbol en Argentina se loteó luego de un acuerdo político (Tapia a la AFA, Tinelli a la Liga), ahora hay que respetarlo. Quien dijo eso es ni más ni menos que el presidente de la Nación, quien se comunicó con Malaspina para intentar atenuar los efectos de esta embestida.
Alberto siempre miró con recelo a Malaspina, de pésima relación con Luis Segura, expresidente de Argentinos Juniors, la otra parte maldita del 38-38 pero sobre todo un viejo amigo del actual jefe de Estado argentino.
A la advertencia de Alberto se le sumó una de Massa. Incluso hasta el kirchnerismo, de luna de miel con Tapia y siempre esquivo a Tinelli, observa con cierto dramatismo esta nueva escena dirigencial que tendrá un nuevo capítulo el 11 de enero, en la reunión a la que convocó Tinelli. “Viven en loop”, le dice un funcionario a Letra P. En las últimas horas de este 2021, lo que viene en 2022, asegura, se parecerá bastante a lo que ya sucedió.