ELECCIONES 2023

En declive, el MPN busca el número mágico para defender un invicto de seis décadas

El portazo de Figueroa y un arco opositor agitado abren un 2023 inquietante para el oficialismo neuquino. Rosca, votos que fluyen y cuentas que no cierran.

“Aplastante victoria de Sobisch en Neuquén”. Esas seis palabras en color rojo en la portada de la edición de Clarín del lunes 29 de septiembre de 2003 pasan casi desapercibidas en medio de la cobertura de la puja entre Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde en las elecciones misioneras y la victoria del Boca de Bianchi y Tévez frente a Racing. Sin embargo, remiten a los 56 puntos que el entonces gobernador neuquino Jorge Sobisch obtuvo para acceder a su tercer mandato con la camiseta del Movimiento Popular Neuquino. Diecinueve años después y lejos de esos registros, el MPN se enfrenta hoy a un escenario electoral inédito en la provincia, que pone a prueba su invicto de seis décadas en comicios ejecutivos y tiene a sus principales figuras en busca del número mágico para ganar en 2023.

 

 

 

2003. El triunfo del MPN por 36 puntos de ventaja en la portada de Clarín

Ana Pechen fue la elegida por el sector Azul para completar la oferta electoral, que tendrá en la cabeza de la lista para la Legislatura a Daniela Rucci, concejala de Rincón de los Sauces y expresión del acuerdo con el sector Azul y Blanco del partido que conducen los petroleros Marcelo Rucci Guillermo Pereyra. Pechen fue dos veces vicegobernadora con cifras que hoy ilusionan a sus tropas. Secundó a Jorge Sapag en dos triunfos casi calcados. En 2007, alcanzaron el 48,27% y le sacaron 13 puntos de ventaja a Pechi Quiroga (en aquella ocasión, enrolado en la Concertación K, de la que abjuró luego). En 2011, llegaron al 48,88%, casi 12 puntos más que la fórmula Farizano-Parrilli, del kirchnerismo transversal. Eran tiempos en los que las dos alianzas mayoritarias arañaban, juntas, el 85% de los sufragios provinciales y en las que el MPN acaparaba prácticamente la mitad del electorado.

 

El recurso de Pechen para la batalla que viene busca ser un anabólico que no solo remite a aquellos números dulces, sino que toma nota del drenaje de votos de las últimas votaciones. El gobernador Gutiérrez ganó sus dos mandatos con un 20% menos de adhesiones que su antecesor inmediato. En 2015, obtuvo 40,67% y en 2019, un 40,19%. Paradoja emepenista, en la primera ocasión triunfó acompañado por Figueroa y en la segunda, por Koopmann. Ahora, sus laderos dirimirán en unos pocos meses quién se queda con el poder provincial y partidario.

 

Ampliando el foco, aquellas dos elecciones ya mostraron un escenario que sufría mutaciones con el surgimiento de Juntos por el Cambio (JxC). Ahora, la mitad del electorado se aglutina en torno de las dos o tres opciones principales de la oposición. En 2015, el kirchnerismo de Ramón Rioseco y la versión macrista de Pechi Quiroga dividieron un 50% que no eligió MPN. Cuatro años después, ese universo se repartió en tres: a los exintendentes de Cultral Co y la capital neuquina se sumó Sobisch, enfundado en la chaquetilla de la Democracia Cristiana (DC).

 

Con esos antecedentes de dispersión creciente del voto, la salida de Figueroa no solo preocupa en el MPN por la porción de adhesiones propias que pueda llevar para su molino en 2023, sino por la posibilidad de que se transforme en un articulador de esa oposición fragmentada. No es tarea sencilla, pero la moneda está en el aire.

 

El contacto de Figueroa con las más altas esferas del PRO en Buenos Aires habilitó todo tipo de especulaciones y alineó a la primera plana emepenista en una acusación que calza justo en el universo discursivo del provincialismo. Le enrostran a su rival que “recibe órdenes a más de 1.100 kilómetros de distancia”. El partido amarillo carece de una figura fuerte en Neuquén, pero el escollo para un entendimiento con Figueroa parece tener al menos dos puntas. Por un lado, la coalición opositora no se muestra dispuesta a pegotear su marca nacional dentro de un sello ignoto que todavía el diputado no blanquea. Por el otro, hay un sector encolumnado detrás de la candidatura de Pablo Cervi. “No vamos a ir como colectora de nadie, vamos a acompañar a Cervi”, sintetizó días atrás Carlos Eguía, el alfil neuquino de Elisa Carrió, en declaraciones a LU5. 

 

Cerca del empresario radical sostienen su postulación en una hipótesis que despojan de caprichos. Frente a un MPN dividido, estiman que con poco más del 30% de los votos pueden dar el batacazo y romper la hegemonía del partido provincial. Anclan el razonamiento en la cosecha de 2021. Cervi logró casi el 23% de los votos al frente de una boleta de JxC que no contó con la Coalición Cívica, que con Eguía se cortó sola y reunió otro 14%. Las matemáticas no aplican a la política de manera automática, pero tienen su peso. En aquellas legislativas de hace casi un año, el MPN, con Figueroa al tope de la lista, ganó con apenas un 29,42%.

 

Koopmann-Pechen, la fórmula del MPN para una parada difícil

En este escenario líquido, el peronismo busca un lugar bajo el sol. Desde que el titular del PJ local, Darío Martínez, se quedó sin Energía, a su candidatura le ocurrió lo mismo. Las conversaciones con Figueroa llevan semanas, tal como le confirmó a Letra P la diputada Tanya Bertoldi, a quien se menciona para una fórmula secundando al diputado. En paralelo, Rioseco, que en el arranque del año impulsó un frente XXL sin distinción de ideologías que incluyera al PRO y a la izquierda al grito de “rompemos el techo o nos resignamos a que gobierne el MPN”, todavía sostiene su candidatura y suma otra oferta a la góndola electoral.

 

Como si fuera poco, en el borde de una mesa de tahúres, está sentado Sobisch. Resistido en JxC, donde lo ven como un jarrón chino que nadie sabe dónde ubicar, de tanto en tanto recuerda el codiciado 10% que obtuvo en 2019. Hay quienes ven en sus históricos combates con la lista Azul una puerta abierta para el diálogo con Figueroa. Esta semana, Sapag recordó que si un afiliado al MPN es candidato por otra fuerza queda inmediatamente expulsado del partido. Así lo establece la carta orgánica, reformada el año pasado. Como no se puede legislar hacia atrás, la enmienda le cabe a Figueroa, pero no podría aplicarse a la aventura con el sello de la DC del tres veces gobernador, el mismo que reunió en 2003 un número mágico que, 20 años después, parece un sueño.

 

Rolando Figueroa y Gerardo Martínez, en Vaca Muerta. Un acto en el corazón petrolero de Neuquén.
Guillermo Francos se reunió con autoridades municipales de Córdoba.

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