La derrota de las PASO no sólo sacó de su eje a Mauricio Macri y al PRO. También aumentó las dudas respecto a la sobrevida de Cambiemos después del 27 de octubre y puso en estado de alerta al radicalismo. Un mes antes, su presidente y gobernador saliente, Alfredo Cornejo, buscará retener Mendoza con su delfín, Rodolfo “Rody” Suárez, dentro del puñado de las tres provincias que controla el partido centenario junto con Jujuy y Corrientes. La visita de los mendocinos a las urnas está prevista para el 29 de septiembre y su resultado tendrá impacto en la previa de las generales, en las que el Presidente buscará su reelección con la aspiración de pasar al ballotage del 24 de noviembre.
Pero la crisis financiera posterior a la derrota de las PASO aumentó la corrosión interna entre los socios de Cambiemos. Quizás por eso, el desenlace cuyano es ahora tan importante para la Casa Rosada. Según los pronósticos radicales que escuchó Macri, Suárez podría ganarle por seis o siete puntos a la kirchnerista Anabel Fernández Sagasti. El resultado de las primarias nacionales puso en crisis esas proyecciones. La fórmula Macri – Miguel Pichetto no pudo ganar en la principal provincia que gobierna el radicalismo: obtuvo el 37,33% y perdió por casi tres puntos ante la cosecha de 40,48% que se anotaron Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, en un territorio tan reactivo a la figura de la ex presidenta como Córdoba.
NÚMEROS ROJOS. La derrota mendocina que Macri sufrió el 11A también incomodó a Cornejo. Opacó la victoria local que su delfín se había anotado un mes antes en las primarias para gobernador, donde Cambiemos se impuso por seis puntos ante un peronismo unificado que proclamó a una candidata kirchnerista.
La apuesta por Suárez es cien por ciento radical: se trata del titular del comité provincial del partido y jefe comunal de la Ciudad de Mendoza, un bastión que la UCR controla desde 1983, incluso con gobernadores peronistas. Al igual que Cornejo, el candidato a sucederlo es oriundo del Departamento de San Carlos, donde fueron antagonistas.
En las primarias mendocinas del 9 de junio, los dos aspirantes del Frente de Todos sumaron el 35,8%, pero quedaron atrás de Cambia Mendoza, que se impuso con el 42,14%. Fue una interna real para ambas fuerzas. El FdT quedó con Fernández Sagasti como aspirante a disputar la gobernación (18,13%) por encima del “azul” Alejandro Bermejo (16,95%) y el radicalismo se impuso al macrismo en Cambiemos: Suárez fue ungido como candidato con el 28,95%, por encima de Omar De Marchi, que obtuvo el 11,96%.
Entre la tranquilidad que tuvo Suárez en junio y la derrota de Macri en agosto se juegan las especulaciones sobre el futuro de Cornejo al frente de un radicalismo que, a nivel nacional, se prepara para un futuro ominoso pero unificado ante una eventual derrota de Macri en octubre. Si la UCR retiene Mendoza, le dará un impulso determinante al oficialismo antes de las presidenciales. Pero, si la pierde en manos del peronismo, el resultado podría anticipar un revés definitivo para Macri en la primera vuelta.
UN VIEJO ALIADO DE CORNEJO. Cerca del gobernador saliente aguardan una victoria a fines de septiembre y un empellón final que no alcanzaría para salvar la performance nacional del líder del PRO. Cornejo no sólo transita los últimos meses del único mandato que le permite la Constitución. Se volvió a calzar el traje de candidato a diputado nacional por Mendoza y se encamina a cerrar tres años de duras críticas contra la gestión de Macri desde la presidencia de la UCR y desde la jefatura del Ejecutivo local.
Si Suárez gana la gobernación, en el Comité Nacional del partido pronostican un doble rol de Cornejo: como diputado nacional y como auditor del poder delegado en su delfín. Si Mendoza vuelve a manos del peronismo, le auguran un pronunciado ostracismo político en la Cámara baja, donde tiene ingreso asegurado por su lugar como primer candidato. Entre la victoria o la derrota le prodigan una certeza: difícilmente presida el bloque radical, dentro del interbloque que los socios de Cambiemos ya aceptaron mantener en el primer semestre de un eventual mandato presidencial de Fernández.
Los bloques de diputados que tenga el PRO, la Coalición Cívica y la UCR se preparan para transformarse en la principal retaguardia opositora de Cambiemos, pero Cornejo jugaría un rol de mediación con el Frente de Todos, gracias a la buena relación que lo une a Fernández desde que ambos abandonaron el Frente para la Victoria en 2008, luego de la crisis del campo y el voto “no positivo” de Julio Cobos. La “Concertación Plural” fue el paraguas que construyeron ambos para distanciarse de CFK.
Desde entonces, comparten un amplio abanico de coincidencias políticas que podrían aceitar el diálogo del radicalismo con el peronismo ante un 2020 sin Macri. Esa ventaja alejaría a Cornejo de la presidencia del partido, que podría quedar en manos del jujeño Gerardo Morales.
RETAGUARDIAS ANTE LA DERROTA. Esa opción moderaría las venganzas con el macrismo que pronostican los sectores cercanos a Cornejo dentro de la UCR. Si ese "fuego amigo" es contenido, permitiría una convivencia inestable entre los socios de un Cambiemos sin más poder para el PRO que tres retaguardias: una eventual continuidad del macrismo en la Ciudad de Buenos Aires, con la reelección del alcalde Horacio Rodríguez Larreta, algunos municipios y los bloques del Congreso. La UCR sería, paradójicamente, más poderosa si Suárez ganase, porque mantendría tres gobernaciones, además de los municipios que tratará de preservar con la decisión de separar sus boletas de la figura de Macri, una jugada para octubre que será clave para los volúmenes de los posibles sobrevivientes de una derrota.
Hasta ahora, los tres socios de Cambiemos, especialmente la UCR, aseguran que “habrá Cambiemos con o sin Macri” ante una eventual derrota. La clave pasaría por redefinir los métodos de decisión que funcionaron hasta ahora, con el objetivo de corregir las manos libres que tuvo el PRO para dirigir el Ejecutivo. En ese escenario, el diputado cordobés Mario Negri podría continuar como titular del interbloque. Desde que Macri implementó la mesa de acción política para contener a los socios de Cambiemos en medio de la crisis, Negri es un virtual garante de ese statu quo, porque funciona como una especie de puente entre Elisa Carrió y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, entre Larreta y la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal y también contiene las "rabias" de Cornejo por el PRO y por el nuevo rol de Lilita.
Con ese handicap para la turbulencia, en el futuro buscará garantizar la convivencia del interbloque durante los dos años de mandato que le quedan a Carrió en la Cámara baja. "Para nosotros, el problema no es Lilita, el problema es que esté sola. Por eso, decimos que el tema no es si sigue en Cambiemos, sino qué tenemos para ofrecerle a la sociedad con ella", apuntó un importante dirigente radical que augura un rol muy importante para el ganador de las elecciones mendocinas, aunque apuesta a una continuidad de su partido.
Pero para que se defina esa distribución de poder todavía restan 60 días para Macri y 30 para Cornejo, el mismo que buscó eliminar las PASO apenas las encuestas le confirmaron una estrepitosa derrota en agosto. Las urnas confirmaron sus temores y el radicalismo mendocino transita la última etapa de su campaña para continuar en la provincia, pero bien lejos de la figura de Macri.
Esas escenas políticas prefiguran una convivencia compleja para Cambiemos, donde Mendoza puede transformarse en un salvavidas para el radicalismo, pero una pesadilla para el Presidente. Toda una paradoja para el líder del PRO que admira a esa provincia con el mismo empeño con el que detesta a su actual gobernador.