El Gobierno comenzó a reordenar la campaña luego de 72 horas de negociaciones con los principales referentes del radicalismo, que ya decidieron impulsar el corte de boleta en distintos distritos de todo el país para preservarse de un resultado peor en las generales del 27 de octubre.
El último capítulo de la saga se concretó este jueves en la Casa Rosada, durante el almuerzo que compartieron el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y los dos representantes de la UCR designados para negociar los temas de campaña, el titular del Interbloque de Cambiemos en la Cámara Baja, Mario Negri, y su par en el Senado, Luis Naidenoff.
La cita sucedió un día después del almuerzo del Presidente con cuatro de los cinco gobernadores de Cambiemos. Arrancó cerca de las 14 en la Casa Rosada y hubo hermetismo entre los representantes de los dos principales socios de Cambiemos. Pero este medio pudo saber que los comensales hablaron sobre los costos de la campaña que se viene, resolvieron reorganizar la fiscalización en los distritos gobernados por el oficialismo, revisar el tono del mensaje de campaña, redoblar la intervención de ambos partidos en cada territorio y el plato fuerte: rodear comunicacionalmente el corte de boleta que decidieron impulsar los dirigentes del radicalismo, especialmente en la provincia de Buenos Aires, donde la gobernadora María Eugenia Vidal ya les dio libertad de acción a los jefes comunales de la UCR para imitar el giro que adoptaron distintos intendentes bonaerenses del PRO antes del 11 de agosto, que desarrollaron una intrincada ingeniería para doblar las boletas sin que se viera la cara del Presidente y con la implícita posibilidad de cortar boleta.
Desde que los dirigentes del radicalismo tomaron nota de la decisión del PRO, reclamaron hacer lo mismo con el objetivo de autopreservarse de un escenario peor. “No es un tema que vayamos a coordinar con el macrismo, es una decisión de nuestro partido y tampoco hay formas de evitarlo... el tema es cómo ordenarlo”, confió a Letra P uno de los dirigentes que este miércoles participó del plenario del comité federal de la UCR, donde el uso de la tijera como salvavidas político fue el tema más importante.
Para la campaña que está en diseño los comensales del almuerzo acordaron desarrollar un despliegue “manzana por manzana”, que tendrá a los candidatos locales en primer lugar en vez de esperar la agenda proselitista del Presidente. El radicalismo no objetará la apuesta de Macri para llegar al ballotage, pero su estrategia estará puesta en obtener el mejor resguardo en octubre, especialmente en la provincia de Buenos Aires, donde no hay segunda vuelta. Para el resto del país, pidieron definir nuevos coordinadores por región, con más peso para los caciques provinciales, que ahora compartirán las jefaturas regionales con figuras del Ejecutivo. Un caso es el Noroeste Argentino (NOA), donde el área sería compartida entre el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, y Frigerio: una muestra técnica del límite que tendrá Peña para intervenir en cada terruño en disputa. El esquema del reparto podría repetirse para el NEA, Cuyo y la zona centro, donde están dos distritos clave como Córdoba y Santa Fe.
En materia de fiscalización también habrá cambios. Hasta las primarias, la organización de los fiscales corrió por cuenta de Peña y del vicejefe de Gabinete y secretario de Modernización, Andrés Ibarra. Para octubre, el entramado de fiscales quedará en manos del ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, que también quedará a cargo de “emprolijar” el pago a los encargados de controlar los votos, un punto que desató furiosas críticas internas en los días posteriores a la derrota, especialmente por el “poco dinero” que autorizó pagar la Jefatura de Gabinete. Si ese enroque se confirmase, "Guillo" deberá revisar la capacidad de control del PRO, armonizarla con el radicalismo y definir la forma de financiarla.
“Con el control de la fiscalización vamos a barrer todo el país de vuelta, pero nos vamos a concentrar en nuestros territorios, donde fallamos macristas y radicales”, confió uno de los funcionarios que asistió a los problemas de coordinación antes y durante el 11 de agosto.
La nueva territorialidad que buscarán darle a la campaña tendrá al radicalismo en otro rol. Pero el alcance del “puerta a puerta” despierta suspicacias en el PRO, porque los escuderos del Ejecutivo admiten que la decisión radical de cortar boleta les cae como una piedra y atenta contra esa capilaridad. “De un modo u otro lo están dejando sólo a Mauricio”, acusó un macrista paladar negro. Del otro lado del mostrador, un radical del interior justificó la decisión: “Son malos perdedores, porque, si hubieran ganado, nos estarían diciendo todo lo que hay que hacer con toda la ferretería tecnológica que al final no sirvió”, disparó la fuente boiniblanca.
En términos de discurso los enviados de la UCR pidieron una campaña que “con un tono más propositivo, para defender los ejes de la gestión, pero no hacer eje en el kirchnerismo, ni demonizarlos, como hizo Macri el lunes 12 de agosto y mucho menos como hizo Lilita”, confió uno de los funcionarios que siguió la reunión de cerca, mientras elegía eludir el mensaje que el Presidente ofreció este jueves en un evento organizado por el Grupo Clarín.
En los cálculos del Ejecutivo, la herida abierta más difícil de abordar está en la provincia de Buenos Aires, con una brecha que podría agigantarse con el corte de boleta radical y macrista. Sin embargo, el almuerzo de este jueves buscó transmitir unidad, dar el punto de partida para ordenar las tribus internas de Cambiemos y concentrarse en “cuidar los distritos que gobernamos como Mendoza, CABA y Buenos Aires, sumar toda la participación que podamos y lanzarnos a buscar los votos de Roberto Lavagna, José Luis Espert y Juan José Gómez Centurión”, resumió otro colaborador de los comensales del almuerzo que, entre plato y plato, buscaron definir de qué modo pagar la campaña. El resultado de ese debate forma parte del secreto mejor guardado del encuentro, junto con los misterios que les deparará la utilización de la tijera, un instrumento que aplicará en los hechos la interna que se cocina adentro del oficialismo.