El diputado de Evolución es uno de los pocos que en la alianza podría aportar nuevas adhesiones, pero no cuenta con el apoyo de todo el radicalismo y en su contra juega también la definición del ex presidente ecuatoriano José María Velasco Ibarra que argentinizó Jaime Durán Barba: “El vicepresidente es un conspirador a sueldo”. El consultor estrella del PRO relata el caso de aquel mandatario de su país que llegó a la presidencia cinco veces y fue reemplazado en tres por su vice. Sabe de lo que habla: es hijo de uno de los ex ministros de Velasco Ibarra y por eso promueve a un leal.
La danza de nombres en el oficialismo puede ser parte de una estrategia para despistar o puede dar cuenta de la desorientación que envuelve al propio presidente y a su sombra, Peña. El núcleo duro de Balcarce 50 tiene dos antecedentes directos sobre la mesa. En el terreno más hostil para Macri, María Eugenia Vidal optó por revalidar al ultraalineado Daniel Salvador en agradecimiento por su disciplina y como señal al radicalismo. En la zona franca amarilla, Horacio Rodríguez Larreta decidió sacrificar a Diego Santilli, donde aparece como favorito pero sobrevuela todavía el fantasma del impredecible Lousteau.
LOS RADICALES. Sin nada nuevo para ofrecer más que déficit cero y antikirchnerismo, Macri no puede presentar otra vez como escolta a Gabriela Michetti. Necesita a alguien que le devuelva los votos que perdió, pero también sabe que no es fácil. No existe en el espacio del oficialismo nadie que pueda aportar algo siquiera comparable a lo que Cristina Kirchner le dará a Alberto Fernández. La única que hubiera podido hacerlo, en un sacrificio ya inconcebible, era María Eugenia Vidal. Casi con saña, su nombre se echó a rodar como vice desde el primer piso de la Casa Rosada, pero no prosperó.
El candidato que resolvería todos los problemas para Macri y Peña ya dijo que No: Ernesto Sanz repite que tomó “una decisión de vida” y “es en serio”.
En el Gobierno, ofrecen algunas pistas: como forma de honrar el resultado de una Convención Radical que no le trajo ningún problema a Macri, el elegido o la elegida surgirá en los próximos días de las conversaciones con la comisión que eligió la UCR. Después de las elecciones del domingo en Jujuy, Gerardo Morales será parte del debate junto a Alfredo Cornejo, Ernesto Sanz y Enrique “Coti” Nosiglia, entre otros.
Según pudo saber Letra P, el candidato que resolvería todos los problemas para Macri y Peña ya dijo que No. Sanz, el ex senador que en 2015 armó Cambiemos junto a Macri y Elisa Carrió, repite que tomó “una decisión de vida” y “es en serio”: no piensa volver a la función pública. Aunque no sumaría demasiados votos, aportaría “confianza” y “lealtad”, tendría el respeto de todo el arco oficialista y daría al mismo tiempo una señal de apertura hacia el peronismo colaboracionista que encarnó en estos cuatro años su íntimo amigo Miguel Ángel Pichetto. No es casual que Emilio Monzó haya lanzado su nombre en el brindis por el Día del Periodista en la Cámara de Diputados. Sentado junto con Morales en la comisión negociadora de la UCR, Sanz tiene una relación directa y frontal con Macri y con Peña. Todo indica que regresó a las reuniones con la sola misión de acompañar pero sin involucrarse y no quiere más. En la alianza gobernante, no tiene detractores de peso pero los escépticos recuerdan que ya rechazó el ofrecimiento en 2015, cuando la esperanza estaba intacta.
Descartado su delfín Lousteau como vice, Nosiglia ahora propone a Cornejo. El ex ministro de Interior de Raúl Alfonsín es otro de los pesos pesados que accede al diálogo mano a mano con Macri y lo conoce desde hace 38 años.
Nosiglia propone a Cornejo: es el presidente de la UCR, tiene un 60% de imagen positiva y queda disponible en diciembre, enumera.
En los diálogos reservados, donde le gusta moverse, enumera las ventajas del gobernador de Mendoza: es el presidente del radicalismo, tiene un 60% de imagen positiva y queda disponible en diciembre, después de terminar el mandato en su provincia.
Para lo que pueden soportar los oídos sensibles de Macri, Cornejo es demasiado crudo con sus críticas, en público y en privado. Se le atribuyen varias discusiones a los gritos en las que el optimismo amarillo queda hecho flecos.
Por último aparece el nombre de Mario Negri, el amigo de Elisa Carrió que perdió feo en Córdoba. Buen polemista, bien antiperonista, viene de caer derrotado en tierra macrista, tiene a Nosiglia entre sus detractores y no parece el mejor amigo del consenso.
Según publicó Clarín, el radicalismo llevará a la mesa de discusión la propuesta de una "mujer identificada con los pañuelos verdes". En la lista figuran la diputada Karina Banfi, la vicegobernadora mendocina Laura Montero y la senadora correntina Pamela Verasay.
Querido Juan. El peronista republicano Schiaretti es el ideal de Macri para la vice.
LOS PERONISTAS. A Macri le hubiera encantado un compañero de fórmula como Juan Schiaretti, el sobreviviente que cruzó todas las eras del PJ en el poder y hoy se define bajo el curioso eslogan del peronismo republicano. Es una definición que al presidente le encanta y tiene una ventaja que -al mismo tiempo- es un límite: está más cerca del país de Macri que de la mayoría peronista.
Astuto y experimentado, Schiaretti puede irse de vacaciones mientras Alternativa Federal languidece pero tiene cosas más importantes que poner la cabeza en la guillotina de Cambiemos, con el ex Sevel como jefe. Por empezar, gobernar Córdoba.
A Macri le hubiera encantado un compañero de fórmula como Juan Schiaretti, el sobreviviente que cruzó todas las eras del PJ
Distinto es el caso de Juan Manuel Urtubey, el otro peronista que habla como Macri y se queda sin trabajo en diciembre. En la Casa Rosada, no entienden cómo no aprovecha la oferta que el Presidente se cansó de hacerle y ven que hasta puede robarle algunos votos desencantados a la alianza. Urtubey, sostén infaltable de la gobernabilidad PRO, prefiere lanzarse a una aventura incierta -con muy pocas chances de prosperar- antes de aparecer pegado a Macri en la boleta.
Lo más parecido a Urtubey y Schiaretti, todavía en las filas del oficialismo, es Emilio Monzó. El presidente de la Cámara de Diputados se cubrió con el nombre de Sanz de las especulaciones que lo ubican a él como el único peronista disponible para Macri. Sería una muestra de apertura, con una figura respetada por toda la oposición -incluida el kirchnerismo- pero incompatible con el lugar que preveía Sarmiento para el vicepresidente hace más de 150 años y, sobre todo, con el que dictamina hoy Peña.
Acostumbrado a pelear y perder, Monzó se ríe en privado de que se lo mencione como vice de un candidato que lo dejó al margen de todas las decisiones importantes durante cuatro años. “Estoy más lejos de eso que de volver con mi ex mujer, con la que me separé hace dos décadas”, dicen que dice. Si hubiera una reconfiguración verdadera de la alianza, algo que todos piden adentro pero en lo que nadie cree, Monzó podría ser el nombre de una nueva etapa desde un Congreso al que conoce en todas las líneas. Rogelio Frigerio, en cambio, deja trascender que no se ve en esa función y que lo suyo es la tarea ejecutiva. Según pudo saber Letra P, Macri ya lo tiene claro.
Miembros del ala política segregada por el presidente y su jefe de Gabinete, cualquiera de los dos sería una señal vista con buenos ojos por el Círculo Rojo que le reclama a Macri una (1) cuota de gobernabilidad. Si hay otro peronista disponible y presentable hacia afuera, no se conoce su nombre.
Humor monzoísta. Los fans del macrista culposo repartieron cotillón en el día del periodista.
EL OUTSIDER. Que a Cambiemos no le sobra un sólo voto de cara a las elecciones está clarísimo, incluso entre los macristas más entusiastas. Hasta Rodríguez Larreta le pide a Santilli que sacrifique su futuro en la Ciudad, porque le arrebata la posibilidad de ser su sucesor en 2023 y porque se trata -según las encuestas del PRO- del tercer dirigente con mejor imagen en la Capital, detrás del alcalde y de Lousteau.
Si Macri asumiera que la debilidad no sólo es una marca de su gestión sino también de su candidatura, haría lo imposible para tener una figura popular a su lado. En la Casas Rosada, mencionan primero en esa lista a Facundo Manes, el neurocirujano que aparece con una imagen altísima en los sondeos y suele convocar multitudes en sus recorridas por las provincias. Postergado en 2017 por Vidal en la provincia, ahora en Balcarce 50 lo llenan de elogios.
Según un sondeo de la consultora Opinaia, el neurocirujano es el dirigente con mejor imagen del país: llega al 63%, entre diez y 12 puntos por encima de Vidal y Lavagna. Según pudo saber este portal, a Manes todavía no se le hizo ningún ofrecimiento. Codiciado ahora por Cambiemos, el ex rector de la Universidad Favaloro dejó claro en sus últimas apariciones que tiene una visión muy crítica del ensayo macrista.
De origen radical, Manes se reunió con Lavagna y estuvo en la cena de empresarios y políticos de Alternativa Federal que reveló Letra P hace dos meses. Quienes lo conocen dicen que lo pensaría, tal vez, si tuviera la garantía de un “plan de estabilización y crecimiento económico sostenido”, algo que no aparece en la oferta de un Macri que se sostiene por el pulmotor de Christine Lagarde.
El neurocientífico tiene, además, una muy buena relación con Alberto Fernández. Pero, sobre todo, se considera a sí mismo un outsider, se para por fuera de la polarización y se imagina como solución después de que se agote la grieta y detone una crisis mayor económica y de representatividad.
Otro con características similares -aunque desde el mundo de la farándula- hubiera podido ser Marcelo Tinelli, que acaba de decir que en este turno pasa. Quizás con un pronóstico similar al que hace Manes.