PLANO CORTO. COTI NOSIGLIA

Enemigo íntimo

A los 69 años, el eterno monje negro opera sin descanso. De acceso directo a Macri, agita al radicalismo revoltoso para ir a las PASO con Lousteau. El electrón suelto que quiere más poder para la UCR.

Habló en la Convención del partido en Corrientes, apareció en Neuquén para darle respaldo al candidato que Mauricio Macri relegó, lo culpan de la crisis de Cambiemos en Córdoba y es el autor principal de la ola intermitente que reclama una PASO dentro de la alianza oficialista. A los 69 años, con más de cuatro décadas en la política, Enrique “Coti” Nosiglia se mantiene más activo que nunca y todavía ambiciona una mayor cuota de poder para el radicalismo, el partido que se exhibe como partenaire de una política ajena.

 

Es una rara avis en las cercanías del Presidente, con una historia larga en común, acceso a la residencia de Olivos y un eco impreciso. Entre el misterio y la sombra, sin incursionar jamás en los medios y sin resignarse a ser furgón de cola de un macrismo enredado en la recesión y la devaluación, el ex ministro del Interior de Raúl Alfonsín es señalado como el culpable de los últimos cortocircuitos en la coalición. Lo ven detrás de los nombres que más disgusto generan en la Casa Rosada: desde el indisciplinado Ramón Mestre hasta el incorregible Martín Lousteau, el único candidato a presidente que podría presentar la UCR en una interna, si quisiera.

 

Nosiglia fue la Coordinadora en el goierno de Alfonsín. Organicidad relativa.

 

 

Al compás de la crisis y cada vez que el dólar escala, el nombre del economista que ideó la resolución 125 y le dio el susto de su vida a Horacio Rodriguez Larreta en 2015 vuelve a circular como un imperativo que Macri y su núcleo de acero no deberían desaprovechar. Con encuestas que le otorgan una intención de voto del 10%, Nosiglia y Lousteau le proponen al team leader del PRO que habilite la competencia de las primarias, con el objetivo de consolidar y ampliar la base electoral del un oficialismo que se achica. Es en vano, por ahora y nada -salvo una crisis terminal- hace pensar que el macrismo se abrirá a propuestas externas.

 

 

 

PURO PODER. La inagotable lista de leyendas y denuncias que persiguen a Nosiglia, con origen fuera y dentro del radicalismo, no lo detienen. Desde la Coordinadora hasta el Pacto de Olivos, desde la sociedad con Luis Barrionuevo hasta su influencia en la Justicia y en los servicios de Inteligencia, nada de eso le impide ser el dueño de una agenda cargada de poder. Al contrario.

 

Pese a los problemas que le ocasiona con planteos y disputas de poder, Nosiglia es de los pocos radicales que accede a la intimidad de Macri.

unque Elisa Carrió lo destripa cada vez que puede desde su abono prime time en los medios aliados, Nosiglia es parte incisiva de la coalición gobernante. Dentro de la conducción del radicalismo, lo señalan como un electrón aislado que promueve un proyecto individual en las PASO -el de Lousteau- y desde la Casa Rosada minimizan su influencia. Sin embargo, su prédica logra por momentos penetrar a Alfredo Cornejo y a Ernesto Sanz, dos mendocinos que tampoco ven con agrado el rechazo permanente del PRO puro a las críticas y reclamos de la UCR. A mediados de febrero, el gobernador de Mendoza le dijo a Clarín que hacía falta un postulante del radicalismo en las primarias de Cambiemos. Después dio marcha atrás, abrumado por los llamados de la Casa Rosada y de los radicales que no quieren hacer olas.

 

Hay algo en lo que coinciden hasta sus opositores: Nosiglia es el único radical que sigue pensando hoy en términos de un proyecto de poder. Como Jesús Rodríguez y Federico Storani, figura entre los sobrevivientes de la generación que formó parte de la Coordinadora radical y se consumió después en la experiencia fundacional y traumática del alfonsinismo. Miembros de la alianza UCR-Frepaso -con diferencias y perfiles distintos- se mantuvieron lejos del kirchnerismo. Hoy Nosiglia y Storani se muestran más incómodos con el macrismo que Rodríguez, para quien el radicalismo no tiene destino fuera de Cambiemos.

 

Pese a los problemas que le ocasiona con planteos y disputas de poder, Nosiglia es de los pocos radicales que accede a la intimidad de Macri. Se conocen, dicen, desde hace nada menos que 38 años. Una relación que surgió en tiempos en que el Presidente era, todavía y sobre todo, el hijo del empresario Franco Macri y el país permanecía bajo el terror de la dictadura militar. Y que se profundizó durante el alfonsinismo, el menemismo y los años de Macri en Boca.

 

 

 

LA INTERNA RADICAL. El Coti tiene una lista larga de detractores plenos dentro del radicalismo. Gerardo Morales es quizás el más poderoso de todos y uno de los enemigos directos de la eventual candidatura de Lousteau. Sin embargo, Nosiglia suele exhibir sus credenciales. “Los que ganamos en la Convención de Gualeguaychú tenemos derecho a opinar”, dicen que dice, en un tiro por elevación contra el gobernador de Jujuy, que sostenía la necesidad de sumar a Sergio Massa al frente antikirchnerista de 2015. El Coti pregona entre los radicales con un argumento: no podemos guiar nuestra política por la necesidad que tiene Gerardo de pagar los sueldos. 

 

 

 

Pese a las diferencias que mantienen, Nosiglia había postulado el nombre del jujeño para liderar la UCR nacional en la discusión interna de 2017, que terminó con Cornejo como jefe provisorio. Lo hacía, dicen sus adversarios internos, sobre todo para impedir que Negri -el gran aliado de Carrió- quedara al frente del partido y después de haber fracasado con su primer intento, el tucumano José Cano.

 

Uno de los enemigos del Coti en la UCR es Morales. No podemos no podemos guiar nuestra política por la necesidad de Gerardo de pagar los sueldos, dice. 

La cita en Corrientes, el lunes pasado, no arrojó los resultados esperados y la eventual candidatura de un radical capaz de enfrentar a Macri en las PASO quedó en veremos.

 

El objetivo declarado del nosiglismo es lograr contener a los disconformes con una oferta algo más tentadora que el vía crucis hacia el sacrificio prolongado que Macri ejecuta desde Balcarce 50 y postula como única vía. Según pudo saber Letra P, Nosiglia ve a Macri y a su séquito atrapados en el fatalismo, camino a octubre sin capacidad de proponer nada nuevo. Lo mismo podría decirse, con ese criterio, de la mayor parte de sus correligionarios, que viven el rechazo y las críticas de los votantes de Cambiemos en las provincias y municipios que gobiernan, pero no logran incidir en el rumbo de un gobierno atado al Fondo y a la religión del ajuste. Si Nosiglia tiene más aliados de los que le atribuyen sus detractores internos, se verá en la próxima Convención del partido, todavía sin fecha ni lugar.

 

El Coti figura entre los nostálgicos que todavía considera al radicalismo como un partido popular, aunque apunta sobre todo hacia la clase media. Pero en la Casa Rosada lo despachan a él y a sus socios con un argumento que les suena a populismo: necesitamos darle prioridad a la relación con los movimientos sociales y los sectores más desprotegidos. Es decir, según el manual de la UCR, los que no votan a Cambiemos.

 

 

 

EN TODOS LADOS. Pese a que lleva casi tres décadas sin aparecer en los medios, el fantasma de Nosiglia ronda todas las conversaciones dentro de la alianza. No sólo viajó para respaldar a Horacio “Pechi” Quiroga en Neuquén. Además, lo señalan detrás de la rebeldía de un Ramón Mestre que no se rinde ante Mario Negri, el candidato que tiene el aval de Marcos Peña y Carrió.

 

El intendente de Córdoba aprovecha la debilidad de Macri para advertir que puede ser candidato por fuera de Cambiemos, con la lista 3 del radicalismo. Negri no tiene dudas: Mestre no se animaría a tanto si no tuviera atrás el respaldo de Nosiglia. Entre el lunes y el martes próximos, debe definirse el futuro del sello oficialista en la provincia que le dio la victoria al Presidente en 2015. El plazo para hacer modificaciones en la interna vence el miércoles 13.

 

 

 

Nosiglia disfruta de un poder envidiable, mucho más tratándose de un radical. Conduce la UCR porteña y tiene entre sus delegados a Emiliano Yacobitti, el histórico de la Franja Morada que fue secretario de hacienda en el rectorado de la UBA y titular del radicalismo en la Ciudad. Su hijo Juan Francisco va por el segundo mandato en la Legislatura. Su buena relación con Sanz quedó dañada en 2017 cuando el ex senador mendocino se proclamó a favor de Facundo Suárez Lastra en la interna de la UCR porteña. Sin embargo, Sanz mantiene su vínculo con Nosiglia, algo que, dicen en el radicalismo, le costó la ruptura con Carrió.

 

Nosiglia ve a Macri y a su séquito atrapados en el fatalismo, camino a octubre sin capacidad de proponer nada nuevo.

Pese a todo, entre los radicales le bajan el precio y marcan que hoy no tiene nada, comparado con el poder que supo acumular. No pesa en su provincia, Misiones, ni en La Pampa ni en Chaco, donde Ángel Rozas exterminó a sus seguidores.

 

Al lado del Coti responder sobre la provincia donde acaba de perder Carlos Mac Allister: tenían un candidato, el senador Juan Carlos Marino, que cayó denunciado por abuso sexual por una empleada del Congreso. Acostumbrado a jugar en los pliegues donde se filtra el espionaje, los laderos de Nosiglia señalan detrás de las acusaciones contra Marino a Fernando Pocino, un radical de inteligencia que fue parte activa del espionaje durante los años del kirchnerismo en el poder y hoy conserva -dicen- su poder.

 

El Coti tiene hoy otro delegado destacado en ese campo, José Luis Vila, un funcionario del Ministerio de Defensa que cumplió funciones durante los años del kirchnerismo y hoy actúa en la reforma de inteligencia militar. En 2018, Vila recibió ataques intimidatorios y hasta un atentado con explosivos, del que nunca se ofrecieron precisiones y son pocos los que quieren hablar. 

 

 

El Coti y Angelici conviven en Boca. Una alianza desapasionada.

 

 

EL PASO RIESGOSO. Después del accidentado viaje a India, en el que Lousteau desafió a Macri con el planteo público de las bondades de las PASO, el tema volvió a circular como hipótesis. El ex embajador en Estados Unidos intentó convencer en persona al Presidente en una charla prolongada arriba del avión y lo terminó de insinuar después en una conversación con Peña y Jaime Durán Barba. Que se sepa, no tuvo éxito. El tándem que rodea al ingeniero no concibe a la alianza amarilla sin Macri como protagonista estelar y dinamita cualquier plan que pueda alterar ese orden: desde el intento de adelantamiento de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires hasta unas primarias en las que un candidato como el esposo de Carla Peterson podría tener siquiera una remota chance de salir victorioso.

 

Nosiglia, como Lousteau y otros rebeldes que chocan con el núcleo duro del Presidente, identifica a Peña como el gran problema del Gobierno.

Como Lousteau y como gran parte de los rebeldes que fueron perdiendo sus batallas dentro del oficialismo, Nosiglia ve que el gran problema del Gobierno está en el jefe de Gabinete. A él le atribuye, de hecho, cada una de los estruendos de Carrió que pegan sobre su búnker.

 

Sin embargo, los aliados del Coti dicen que no tiene la buena relación que le atribuyen con otro de los blancos predilectos de Lilita, Daniel Angelici. Eso no impide que negocien y compartan emprendimientos en el fútbol, la política y la justicia. El desdén con el que Nosiglia trata al presidente de Boca se resume en una frase que le atribuyen: “Ese chico Angelici era del PRO y nos obligaron a aceptarlo otra vez”.

 

Así como llegó temprano a Macri, el Coti muestra su carné de socio en Boca y dice haber desembarcado mucho antes, cuando Mauricio todavía trabajaba en Sevel y llegó a presidente con su respaldo. Sin embargo, en el radicalismo cuentan unos tres mil afiliados radicales que siguen votando al macrismo en cada una de las elecciones del club.

 

 

 

Hipólito Nosiglia, uno de los hijos del Coti, trabaja con Germán Garavano y es vocal de la comisión directiva del club xeneize, pero no como parte del angelicismo, sino de la agrupación “Por un Boca Mejor”.

 

Lousteau tiene relaciones con los sectores más críticos de la alianza Cambiemos y también con franjas de la oposición no kirchnerista. Con Emilio Monzó y Sergio Massa, son parte de una generación intermedia que ve la política de manera similar y tiene proyectos ambiciosos para desplegar a la salida de la grieta.

 

El nombre del ex ministro de Economía de Cristina Kirchner no deja de circular. La semana última, Carlos Pagni publicó en La Nación que Macri evalúa ofrecerle la candidatura a vicepresidente y La Política On Line difundió la posibilidad de acuerdo entre Lousteau y Roberto Lavagna si en la Casa Rosada se negasen a cualquier apertura.

 

Cerca de Nosiglia, no se ponen de acuerdo. Mientras algunos dicen que la prioridad es no volver al pasado y seguir aportando a Cambiemos, otros afirman que nada se descarta si la crisis se profundiza y el macrismo se mantiene irreductible en su negativa.

 

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