Atada a Macri por la política, la crisis y la boleta, la gobernadora corre desde atrás al tándem Cristina Kirchner-Axel Kicillof.
Al filo del cierre de listas, al lado de la gobernadora desmienten haber motorizado un pacto con el ex intendente de Tigre. Sin embargo, dos datos saltan a la vista.
El primero es que Mauricio Macri habilitó a través de la voz de Marcos Peña un canal que estaba cerrado y admitió finalmente, de manera tácita, que su nombre tira feo para abajo en la provincia de Buenos Aires. En la Casa Rosada, dicen que el Presidente lo hizo por pedido de sus amigos Urtubey y Schiaretti, últimos exponentes del peronismo del orden que Cambiemos soñó con encumbrar como oposición principal.
El segundo dato es el de fondo: Vidal sufre en el cuerpo el NO de Balcarce 50 para el adelantamiento de las elecciones y ahora navega un río de incertidumbre. Atada a Macri por la política, la crisis y la boleta, la gobernadora corre desde atrás al tándem Cristina Kirchner-Axel Kicillof. En el comando de campaña de Vidal y en línea con Peña, Federico Salvai arma listas, mira encuestas y negocia en nombre de su jefa, pero sobre todo reza para que el Presidente levante vuelo.
VOTO DÓLAR. Según los números que manejan en La Plata, el Presidente dejó de caer en los sondeos gracias a la estabilidad del dólar y comenzó, incluso, a despegar del piso.
Las encuestas de Salvai indican que en la provincia Vidal tiene 10% más de imagen positiva que Macri. Son diez puntos de voto vidalista no macrista que pueden ir a Urtubey o a Lavagna.
En línea con lo que muestran las encuestas de Elypsis, Synopsis y D’Alessio/Berensztein, el vidalismo sostiene que Macri recupera imagen e intención de voto desde hace dos meses, incluso en la provincia que peor lo juzga: “está subiendo desde comienzos de abril, pero todavía no le alcanza”, dicen.
De acuerdo a las encuestas de Federico Salvai, el jefe de Gabinete de Vidal, hoy persiste en la provincia un 10% de diferencia entre la imagen positiva del Presidente y la de la gobernadora. Son 10 puntos de voto potencial, vidalista no macrista, que pueden ir a Urtubey o -sobre todo- a Roberto Lavagna. La novedad que ilusiona en La Plata es que el ingeniero repuntó y hoy mide alrededor de 33 puntos, entre 5 y 6 puntos por debajo de la ex presidenta. En ese cuadro, la autorización del Fondo -por presión de Donald Trump- para que el Banco Central queme reservas no sólo sostiene al candidato Macri: además, tiene incidencia directa en el conurbano bonaerense. Una apuesta de cortísimo plazo que logra resultados para el macrismo.
PERDER POR POCO. Pese a todo, de cara a las PASO, Vidal sigue corriendo desde atrás. De reconocida fe católica, la gobernadora debe prender velas para que nada vuele por los aires y Macri continúe en ese sendero de recuperación que dibujan los sondeos. Es la única forma de que un corte de boleta le permita retener la provincia en las generales de octubre y no ser fagocitada como tantos de sus antecesores.
Vidal y Salvai saben que la quijotada de 2015, con un corte de boleta de más de seis puntos, hoy no está disponible. María Eugenia dejó de ser virgen en la gestión y resulta difícil que la voten en masa los que tienen las pruebas cotidianas de su asociación con Macri. En palabras de un funcionario del gobierno nacional que pisa seguido la provincia pero no habla en público: “Hay gente que decide no votar a Vidal porque va con Macri”.
Si los números del vidalismo (39-33) se achicaran hacia las primarias, vía dos o cuatro puntos de corte de boleta, más un repunte adicional de MM, la diferencia a remontar en las generales sería menor a cinco puntos. Ése es el mejor escenario con el que hoy sueñan en Cambiemos.
Otros en el macrismo bonaerense dejaron de prestarle atención a los sondeos y dicen que, en época de campaña, ya no se puede creer en nada. Lo que parece indudable es que el naufragio de Alternativa Federal afianza la polarización, achica el margen del peronismo no kirchnerista y beneficia a Macri-Vidal.
¿Y EL PLAN Y? El sainete de las colectoras duró unas horas y mostró un juego de necesidades mutuas. A Massa le sirve para subirse el precio, a Vidal para insinuar una aritmética que le sume los votos que Macri le resta.
El acuerdo parece mucho más verde que un entendimiento del massismo bonaerense con el cristinismo, que sólo precisa la rúbrica del ex intendente.
Las conversaciones a esta hora parecen clausuradas. Más allá del puente de plata que une a Massa con Horacio Rodríguez Larreta, el acuerdo parece mucho más verde que un entendimiento del massismo bonaerense con el cristinismo, que sólo precisa la rúbrica del ex intendente. Tampoco María Romilda Servini de Cubría parece dispuesta a borrar con su codo el decreto que Macri escribió con la mano, a pedido de Vidal. Según pudo saber Letra P, la gobernadora y su jefe de Gabinete están convencidos de que fue un acierto haber sacado el DNU que ahora hace falta sepultar. “De lo contrario -dicen- Massa hubiera acordado con el kirchnerismo hace dos meses”.
La película todavía no terminó. La odisea de la gobernadora en un territorio que repele a Macri tiene un resultado incierto. Con o sin nuevo decreto, con o sin acuerdo con el PJ Federal, Vidal necesita recuperar una porción de adhesiones si quiere quedarse en La Plata cuatro años más. Perder por cinco puntos o menos la dejaría en una buena posición para ir en busca del triunfo en octubre. Perder por siete puntos o más la ubicaría en una situación de lo más difícil y sin la chance del ballotage, claro. En los días que van desde las primarias a las generales, su misión será clara: salir a capturar los votos del peronismo del medio: primero, los de Urtubey y los de Lavagna, los dos que ya están confirmados. Después, tal vez, los de un Massa que se sostenga hasta el final como candidato sin llevar al terreno de lo concreto el eslogan de la nueva mayoría.